¿Alguna vez te has preguntado cómo procesan los niños con autismo la información? o ¿Cómo es el procesamiento facial en el autismo? Lo cierto es que hay una relación entre los déficits que pueden presentar en el comportamiento social y comunicacional con el procesamiento facial. Pues, al fin y al cabo, la cara es una parte con gran contenido social. Factor que puede volverse un desafío cada vez mayor, sobre todo con la edad. Ahora, este tipo de procesamiento, entre otros aspectos, tiene mucho que ver con las bases biológicas del autismo. Específicamente, en la disfunción que presentan ciertas subpoblaciones neuronales, donde destacarían zonas cerebrales como la amígdala y el giro fusiforme, por ejemplo. Antes que nada, empecemos por definir qué es el autismo.

¿Qué es el autismo?

Los trastornos del espectro autista (TEA) son trastornos del desarrollo caracterizados por una interacción social significativamente anormal, comunicación y habilidades del lenguaje alteradas. Además de un patrón reducido de intereses (American Psychiatric Association, 2013). 

Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés) se define en base a dos categorías.

Niño Con Camisa Negra Con Cuello En V Mirando Directamente A La Cámara Con Una Expresión Impactante
  • En primer lugar, “una dificultad persistente en la reciprocidad de la comunicación social y las interacciones sociales”.
  • Y, en segundo lugar, “una restricción en patrones de comportamiento repetitivo”. Ambos aspectos se presentan en la infancia temprana. 

Una característica temprana

Con esto, hay numerosos estudios que demuestran que la falta de atención a las caras es un signo temprano de desarrollo del autismo. Y, dicho aspecto ya acontece desde el primer año de edad (Osterling et al., 2002).

Según Martín et al. (2015): “Las principales modalidades sensoriales y el procesamiento multisensorial se ven afectados en pacientes con autismo. Por ende, esto conduce a una disfunción sensorial global que podría ser el trasfondo de otras perturbaciones, como el lenguaje y los déficits sociales”. Estas limitaciones en el autismo, en lo que refiere a la socialización y la comunicación, pueden deberse a un factor crucial, el procesamiento de la información facial (Dawson et al., 2005).

Importancia del procesamiento facial

La cara es una parte integral y recíproca de interacciones sociales, así como un medio de comunicación entre los humanos. De esta forma, una percepción anómala de la cara no solo contribuye a los déficits que caracterizan al autismo, sino que afecta al desarrollo del reconocimiento emocional.

Este reconocimiento es un factor esencial tanto para el éxito en las interacciones sociales, como la inferencia automática del estado mental de otra persona. Por ello, es crucial conocer cómo los niños con autismo procesan las caras. Pues es en dicho periodo evolutivo donde el desarrollo del procesamiento cobra más importancia. Y, asimismo, marcará el progreso que puedan tener en la etapa adulta (Decety y Christen, 2014).

¿Cómo es el procesamiento facial en personas con autismo?

El procesamiento facial en el autismo es un aspecto que ya fue descrito por el psiquiatra Leo Kanner como la incapacidad de experimentar totalidades sin una atención plena a las partes constituyentes. En consecuencia, a partir de tal formulación, empezó a conformarse la conocida Teoría de la coherencia global (Frith, 1989). 

Collage De Fotos De Mujer

En esta se expone que las personas con autismo carecen de un completo procesamiento global. Y, por lo tanto, focalizan su atención en lo local.

Asimsimo, las habilidades visuo-espaciales para lo local también se han visto reflejadas en las tareas que implican un procesamiento de figuras o en la búsqueda de partes entre totalidades (Deruelle et al., 2004).

Así pues, a lo largo de las investigaciones se ha verificado un factor clave en el procesamiento facial. Dado que los niños con autismo no realizan un análisis global e integrativo de las caras, por consiguiente, su atención está focalizada en los detalles.

¿Dónde se observa una fijación visual más significativa?

Se han obtenido resultados favorables en determinadas características. Estas son ciertas expresiones emocionales que se reflejan en las partes de la cara donde focalizan su atención. Un ejemplo de ello es la boca (Gross, 2005). 

Por otra parte, en algunos estudios se ha demostrado que los pequeños con autismo muestran mejor rendimiento en pruebas de memoria. Un aspecto que se debe a que focalizan su atención en la parte inferior de la cara a diferencia de otros pares (Langdell, 1978). 

Ahora, hay que resaltar que este deterioro en el procesamiento facial se debe a dicha estrategia centrada en lo local más que a un deterioro en el procesamiento de la cara. Corbett et al. (2009), por ejemplo, realizaron un estudio donde se mostró que los niños con autismo llevan a cabo un procesamiento facial. Sin embargo, la diferencia es que lo hacen de manera menos eficaz y precisa que aquellos sin autismo.

¿Cómo influye la dificultad del procesamiento facial en el desarrollo del lenguaje y las situaciones sociales?

Un estudio de Klin et al. (2002) presentó que las asociaciones entre el nivel de habilidades verbales y la atención a la boca en situaciones sociales, suponían una cierta ventaja en comparación con la atención a otras zonas faciales. Y es que, volviendo a lo anterior, la boca es la zona por la que se emite la información. Por ello, al centrar la atención en esta se logra una cierta mejora en las situaciones sociales.

Fotografía En Primer Plano Del Ojo

Sin embargo, como hemos mencionado, los niños con autismo no realizan una integración completa. Es por esto que no incluyen las emociones, pues el elemento prosódico del lenguaje se halla fundamentalmente en los ojos y cejas

Así pues, el deterioro en la atención conjunta y, por ende, la incorrecta discriminación facial en pequeños con autismo dificulta, a su vez, el desarrollo de aspectos del lenguaje (Dawson et al., 2004).

Aspectos presentes desde la infancia

Como mencionamos al principio, estos factores se encuentran presentes desde muy temprana edad. Klin y Jones (2008) realizaron un estudio con niños de quince meses con autismo. ¿El resultado? Reportaron que el patrón de visualización facial, presente en los bebés, no mostraba tanto interés en el contexto social. A diferencia de las características físicas de los estímulos expuestos.

Por consiguiente, esto se traduce en una mayor dificultad para el procesamiento de las señales sociales que se transmiten con la mirada. Con dicho tipo de datos recopilados en numerosos estudios se puede concluir que el hecho de que los menores con autismo eviten mirar a los ojos influye en la capacidad para codificar y discriminar información. Especialmente, aquella relacionada con la identidad facial, expresión e intención (Tanaka y Sung, 2013). 

Conclusión

Es crucial que se puedan prevenir los síntomas emergentes desde las edades más tempranas. De esta manera, hay que resaltar aspectos como el aumento de la motivación hacia estímulos sociales y el desarrollo de habilidades comunicativas.

Así mismo, es fundamental facilitar la manera en la que los niños con autismo sistematizan el mundo socio-emocional de cara a un entrenamiento emocional. Por ello, se vuelve necesaria una investigación exhaustiva en este ámbito. Concluimos que el autismo constituye una realidad tomada en cuenta en lo últimos tiempos y donde todavía queda mucho por trabajar.

Referencias bibliográficas

  • American Psychiatric Association. (2013)Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
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  • Klin, A., Jones, W., Schultz, R., Volkmar, F. y Cohen, D. (2002). Visual Fixation Patterns During Viewing of Naturalistic Social Situations as Predictors of Social Competence in Individuals With Autism. Archives of General Psychiatry, 59(9), 809-816. Doi: 10.1001/archpsyc.59.9.809.
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  • Tanaka, J. W. y Sung, A. (2016). The “Eye Avoidance” Hypothesis of Autism Face Processing. Journal of Autism and Developmental Disorders, 46(5), 1538-1552. Doi: 10.1007/s10803-013-1976-7.