La ansiedad social y la personalidad evitativa son dos afecciones mentales que se caracterizan por un nivel profundo de ansiedad relacionado con interacciones sociales. Ambas han despertado confusión entre profesionales de la salud mental al presentarse de forma muy similar. Si bien existen similitudes entre ambos diagnósticos como la ansiedad y miedo el rechazo, algunas cuestiones claves pueden ser de ayuda para lograr diferenciarlos. ¿De qué trata la ansiedad social? ¿Y la personalidad evitativa? ¿En qué se diferencian?
¿Qué caracteriza la ansiedad social y la personalidad evitativa?
El trastorno evitativo de la personalidad se caracteriza por un patrón generalizado de inhibición social, sentimientos de incompetencia y una sensibilidad excesiva al rechazo. Así pues, aquellos que conviven con este cuadro experimentan un temor intenso a ser humillados, avergonzados o rechazados en situaciones sociales.
Con esto, suelen ser extremadamente conscientes de las críticas y las evaluaciones negativas de los demás. Además, es probable que se manifiesta una baja autoestima y visión negativa de sí mismos, lo que refuerza aún más su temor al rechazo (Weinbrecht et al., 2016).
Por otro lado, la ansiedad social es un trastorno que se caracteriza por un miedo intenso y persistente a situaciones sociales en las que la persona puede ser evaluada o juzgada negativamente. De este modo, quienes presentan ansiedad social suelen experimentar una gran angustia y malestar en situaciones como hablar en público, participar en conversaciones grupales, conocer nuevas personas o realizar actividades sociales (Leichsenring y Leweke, 2017).
La ansiedad como protagonista
La ansiedad forma parte crucial de la ansiedad social y la personalidad evitativa, una experiencia emocional caracterizada por sentimientos de inquietud y preocupación. Ahora, se ha de tener en cuenta que constituye una respuesta natural del organismo ante situaciones percibidas como amenazantes o desafiantes. Es cuando se vuelve crónica o desproporcionada cuando puede interferir significativamente en la calidad de vida.
A nivel físico, la ansiedad puede manifestarse mediante síntomas físicos como palpitaciones, dificultad para respirar, sudoración excesiva y tensión muscular. En cuanto a los aspectos cognitivos, las personas con ansiedad pueden experimentar pensamientos intrusivos, preocupaciones excesivas, dificultad para concentrarse y sensación de pérdida de control. Asimismo, se suelen presentar conductas de evitación de situaciones temidas, comportamientos repetitivos o rituales, y dificultad para llevar a cabo actividades cotidianas (Craske et al., 2011).
El temor al rechazo y la humillación
El temor al rechazo y la humillación juegan un papel central en la vida de las personas con trastorno evitativo de la personalidad. Esta sensación de miedo constante puede llevar a evitar situaciones sociales y relaciones interpersonales por completo, limitando la vida social y afectando negativamente la autoestima y el bienestar emocional.
Asimismo, en la ansiedad social, las personas experimentan un miedo intenso y persistente a ser evaluadas negativamente o humilladas en situaciones sociales. Sumado a lo anterior, el temor a la humillación se basa en la preocupación excesiva por hacer el ridículo, cometer errores o ser juzgado de manera negativa por los demás.
Quienes presentan un cuadro de ansiedad social a menudo tienen pensamientos catastróficos sobre las posibles consecuencias de sus acciones o palabras en situaciones sociales, lo que los lleva a evitar situaciones que consideran amenazantes. Así, ambos diagnósticos comparten la prevalencia de ansiedad y miedo al rechazo (Azpiroz y Prieto, 2016).
¿Qué diferencia la ansiedad social y la personalidad evitativa?
Si bien ambas afecciones comparten similitudes como la ansiedad y miedo al rechazo, estas constituyen dos diagnósticos diferenciales. Así, el temor a la humillación, la evaluación negativa y los profundos sentimientos de ansiedad no son suficientes para unirlas en una sola categoría diagnóstica. Teniendo en cuenta que ambos trastornos son psicopatologías similares y deben verse como representantes de un espectro (Frandsen et al., 2020).
De hecho, la ansiedad social se enmarca en los trastornos de ansiedad del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés), mientras que la personalidad evitativa forma parte de uno de los trastornos de personalidad. Ambas categorías tienen sus especificidades que las diferencian, no solo en el diagnóstico sino también en la aplicación de abordajes terapéuticos.
La persistencia de los trastornos de personalidad
Los trastornos de personalidad se caracterizan por patrones duraderos e inflexibles de pensamientos, emociones y comportamientos que se desvían significativamente de las expectativas culturales y sociales. Estos patrones pueden afectar negativamente la forma en que las personas perciben el mundo, interactúan con los demás y se ven a sí mismas. De esta manera, los trastornos de personalidad se manifiestan en todas las áreas de experiencia vital de la persona que conviven con uno o varios de ellos. Así, lo que llega del entorno y la experiencia interna del sujeto se encuentra profundamente influenciada por características relativas al trastorno.
En el caso de la personalidad evitativa, esto incluye los sentimientos de insuficiencia, incapacidad, temor al rechazo y humillación que invaden todas las áreas de su vida, junto con una vigilancia emocional. Caracterizándose, además, por un nivel más alto de angustia interpersonal en comparación con la ansiedad social, siendo mayores las disfunciones (Azpiroz y Prieto, 2016).
La ansiedad social es más específica
En cuanto a la ansiedad social, se trata de una problemática que se presenta en ocasiones puntuales de la vida de la persona. De esta manera, a diferencia de la personalidad evitativa, la ansiedad puede aparecer en algunas situaciones sociales y en otras no. Además, una vez que la persona se retira de la situación que le provoca ansiedad, puede que esta no continúe afectando otras esferas de su experiencia cotidiana.
De este modo, hablamos de una afección que se presenta de forma específica ante algunos estímulos sociales. Esta particularidad diferencia de forma definitiva a la ansiedad social y a la personalidad evitativa, pues la segunda se trata de un patrón persistente de pensamientos y comportamientos que se mantienen de forma generalizada en la experiencia vital de la persona (Leichsenring y Leweke, 2017).
4 diferencias claves en la práctica clínica
La baja autoestima y los sentimientos de inferioridad personal parecen más comunes en el trastorno de personalidad evitativa en comparación con el trastorno de ansiedad social, además de una experiencia más temprana de las dificultades sociales. Que no es tanto de ansiedad sino de alienación y aislamiento, presentes desde la primera infancia.
Asimismo, la experiencia clínica sugiere que las personas en el trastorno de personalidad, ven el rechazo en un sentido global, como si fueran juzgados como personas sin valor. Mientras, en el trastorno de ansiedad social la evaluación negativa temida generalmente se relaciona con un aspecto o atributo del individuo, pero no con su yo central.
Finalmente, las personas con trastorno de personalidad evitativa a menudo se sienten más cómodas con extraños o personas con las que es poco probable que tengan interacciones continuas. Esto en contraste con la ansiedad social, donde la ansiedad y miedo al rechazo a menudo disminuye a medida que se desarrolla una relación (Lampe, 2015).
Conclusión
Si bien ambos diagnósticos comparten similitudes, como la ansiedad y el miedo al rechazo, resulta importante saber diferenciarlos para proveer un adecuado tratamiento y atención a quien convive con alguna de estas afecciones. Dado que representan diferentes conceptualizaciones de la ansiedad social, cuanto más específicos en la detección de las problemáticas, más probable será brindar. Así, mientras la ansiedad social quizás requiera abordajes más cognitivos-comportamentales generales, existen terapias desarrolladas específicamente para la rigidez que caracteriza a los trastornos de personalidad.
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
- Azpiroz, M. y Prieto, G. (2016). Trastornos de la personalidad. Psicolibros Waslala.
- Craske, M. G., Rauch, S. L., Ursano, R. J., Prenoveau, J. M., Pine, D. S. y Zinbarg, R. E. (2011). What Is an Anxiety Disorder? Focus, 9(3), 369-388. https://doi.org/10.1176/foc.9.3.foc369
- Frandsen, F. W., Simonsen, S., Poulsen, S., Sørensen, P. y Lau, M. E. (2020). Social anxiety disorder and avoidant personality disorder from an interpersonal perspective. Psychology and psychotherapy, 93(1), 88–104. https://doi.org/10.1111/papt.12214
- Lampe L. (2015). Social anxiety disorders in clinical practice: differentiating social phobia from avoidant personality disorder. Australasian psychiatry: bulletin of Royal Australian and New Zealand College of Psychiatrists, 23(4), 343-346. https://doi.org/10.1177/1039856215592319
- Leichsenring, F. y Leweke, F. (2017). Social Anxiety Disorder. The New England Journal of Medicine, 376(23), 2255-2264. https://doi.org/10.1056/nejmcp1614701
- Weinbrecht, A., Schulze, L., Boettcher, J. y Renneberg, B. (2016). Avoidant Personality Disorder: a Current Review. Current Psychiatry Reports, 18(3). https://doi.org/10.1007/s11920-016-0665-6