La infancia, etapa crucial en el desarrollo, no está exenta de desafíos emocionales, y la depresión en niños y adolescentes se presenta como una preocupación creciente. Ante este escenario, los antidepresivos, como los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS), concretamente, se han utilizado, aunque con precaución. Entonces, ¿cómo impactan realmente estos fármacos en la salud mental de los más jóvenes?

Pero primero, ¿qué son los antidepresivos?

Centrémonos esta vez en los ISRS, fundamentales en el tratamiento de trastornos del humor, ansiedad y obsesivo-compulsivos (TOC) en niños y adolescentes, además de adultos. Con respecto a su uso en la infancia, la prescripción se ha expandido a la población infantil y juvenil en busca de terapias eficaces.

antidepresivos e infancia

Ahora, aunque la eficacia clínica de estos fármacos está bien establecida en adultos, su aplicación en niños y adolescentes presenta desafíos distintos. Por ello, factores farmacocinéticos y farmacodinámicos únicos en esta población exigen una evaluación cuidadosa.

Y es que, a pesar de la preferencia por los ISRS debido a su perfil de seguridad, se plantean interrogantes sobre los efectos a largo plazo en el desarrollo y la posible variación de los resultados entre adultos y jóvenes (Hetrick et al., 2021).

Depresión en la infancia

En niños, la depresión afecta alrededor del 2%, cifra que aumenta al 4-6% en adolescentes, siendo una causa considerable de morbilidad y mortalidad. Además del sufrimiento personal, conlleva un significativo problema de salud pública debido al considerable consumo de recursos en atención primaria y especializada. Sin olvidar la asociación con el suicidio, tercera causa de muerte en adolescentes, que subraya la gravedad del problema. Por lo que se destaca la necesidad urgente de estrategias efectivas de tratamiento y prevención.

Distintas miradas de su uso

La prevalencia de la utilización de antidepresivos en pediatría ha experimentado variaciones notables desde la emisión de la Black-Box Warning por la Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration [FDA]) en 2004. Esta advertencia señaló un aumento potencial del riesgo de pensamientos, sentimientos y comportamientos suicidas en jóvenes que consumían antidepresivos.

Sin embargo, es importante destacar que se observa una marcada disminución del uso de antidepresivos en el segundo año después de las advertencias, con una reducción del 31%. No obstante, este descenso se asocia con un aumento significativo en las intoxicaciones por drogas psicotrópicas, pasando del 10% al 17.8% (León, 2021).

¿Efectos adversos en la infancia?

Los efectos adversos de los ISRS abarcan aspectos físicos y psiquiátricos. Los últimos incluyen manifestaciones en los espectros de manía, depresión y agitación, así como síntomas de ansiedad, pánico y temblor. Además, existe el síndrome de activación, vinculado a irritabilidad, agitación, entre otros.

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En población pediátrica, los pequeños son más propensos a experimentar efectos adversos psiquiátricos de los ISRS que los adultos. Estos síntomas hipomaníacos pueden tener consecuencias significativas, como deterioro psicosocial, aumento del riesgo de suicidio, abuso de sustancias, problemas académicos y legales (Jimenez-Arriego et al., 2007).

Otras alternativas

La psicoterapia, en particular la cognitivo-conductual, se presenta como una opción eficaz en la infancia. Adicionalmente, las intervenciones psicosociales, el apoyo emocional y la modificación del estilo de vida son componentes clave para abordar la depresión de manera integral.

Por su parte, la terapia de luz, la actividad física regular y las prácticas de mindfulness también han demostrado beneficios. Ahora, es fundamental individualizar el enfoque terapéutico, considerando las necesidades y preferencias del paciente, antes de optar por la farmacoterapia, especialmente en el contexto pediátrico.

Antidepresivos en niños: Eficacia y seguridad

Los estudios sobre antidepresivos más recientes sugieren que su impacto en la reducción de los síntomas depresivos es pequeño en comparación con el placebo, y las diferencias entre ellos son mínimas. Es crucial considerar que los resultados reflejan promedios, y la heterogeneidad de la depresión puede implicar respuestas más significativas en algunos individuos.

Por lo anterior, quienes elaboran las guías deben evaluar cuidadosamente la propuesta de utilizar antidepresivos de nueva generación en circunstancias específicas. La sertralina, escitalopram, duloxetina y fluoxetina se perfilan como opciones de primera línea (Hetrick et al., 2021).

Un aspecto fundamental: El suicidio

Sin embargo, la exclusión frecuente en la infancia en riesgo de suicidio de los ensayos clínicos limita la confiabilidad de los efectos en dicho grupo. Con lo que la consideración de administrar antidepresivos debe ser realizada en consulta con el paciente, su familia y cuidadores.

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Un seguimiento cercano es esencial para evaluar tanto los efectos del tratamiento como los desenlaces relacionados con el suicidio, ya que algunos de los fármacos podrían tener asociaciones con mayores probabilidades de eventos suicidas. Por lo que la toma de decisiones informada y una atención cuidadosa son fundamentales para garantizar la seguridad y eficacia en el uso de antidepresivos (Hetrick et al., 2021).

Vigilancia del riesgo de suicidio

Los estudios actuales sobre el uso de ISRS y otros antidepresivos en la población infantil y adolescente no proporcionan conclusiones definitivas. En consecuencia, los anteriores resaltan la importancia de interpretar con cautela los resultados publicados y considerar el sesgo de publicación con respecto a los datos no publicados.

La vigilancia y evaluación del riesgo de suicidio son imprescindibles en todos los casos, especialmente en las primeras semanas del tratamiento con antidepresivos. Se destaca la necesidad de realizar estudios específicos con metodologías adecuadas para comprender la influencia de los antidepresivos en fenómenos como el suicidio (León, 2021).

Conclusión

Los antidepresivos en la salud mental infantojuvenil demandan un enfoque cuidadoso e individualizado. Su uso, vinculado a la gravedad del cuadro, requiere prudencia asistencial y consideración exhaustiva. La complejidad de la depresión en jóvenes destaca la necesidad de estrategias integrales, donde los fármacos se integren como parte, pero no la totalidad del abordaje.

Referencias bibliográfica

  • Goetz, L., Jarvers, I., Schleicher, D., Mikan, K., Brunner, R. y Kandsperger, S. (2021). The role of the endogenous oxytocin system under psychosocial stress conditions in adolescents suffering from anxiety Disorder: study protocol for a parallel group controlled trial. BMC Psychology, 9(1). https://doi.org/10.1186/s40359-021-00564-z
  • Hetrick, S., Meader, N., Bailey, A. P., Badcock, P. B., Moller, C. I., Cox, G., Merry, S. y McKenzie, J. E. (2021). New generation Antidepressants for depression in Children and Adolescents: A Network Meta-analysis. The Cochrane library, 21(5). https://doi.org/10.1002/14651858.cd013674.pub2
  • Jimenez-Arriego, M. A., Fernandez, I., Vidal, J., Herraez, c, Parellada, M., Cruz, M. A., Perez-Cayuela, P. y Asuejo, M. (2007). Utilización de antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina en niños y adolescentes con depresión mayor. Actas Esp Psiquiatr, 35(5), 342-350.
  • León, E. A. (2021). Manía e hipomanía inducida por antidepresivos en niños y adolescentes. Revisión bibliográfica. Vertex Revista Argentina de Psiquiatría, 32(152).