Usualmente partimos de la base de que todos los seres humanos son seres sexuados y, esto, es falso. En términos generales, la atracción, el deseo, la excitación y la actividad sexual son aspectos fluidos a lo largo del ciclo de vida del ser humano. En este sentido, el propósito del siguiente escrito es acrecentar el saber en lo que refiere a dicha temática, generar intercambio, e incluirla dentro de la sexología. Pues, como imaginaremos, la información al respecto es escasa y compleja. Y, no solo esto, sino que se le tiende a adjudicar una connotación negativa. Descubramos cómo se define el espectro de la asexualidad y de qué forma se configura el placer en estos casos.
Asexualidad: ¿Una visión desde la ausencia?
En primer lugar y teniendo en consideración la diversidad de experiencias que se encuentran en tales comunidades, resulta importante alejarse de definiciones rígidas. Pues, al fin y al cabo, el espectro a/sexual humano es muy amplio. De este modo, más que remarcar una ausencia de sexualidad podemos atender a la amplitud de dicho espectro para evitar una marcada oposición entre la atracción sexual y la ausencia de esta.
Lo cierto, es que entre el 1% y el 6% de la población, aproximadamente, se identifica como asexual, tanto hombres y mujeres. Así mismo, un porcentaje significativo de personas dentro de este espectro no se identifican como mujeres u hombres, sino como género no binario, andróginos o no se indica el género (Rothblum et al., 2020).
¿Parafilia, desviación, síntoma de trauma?
Es importante aclarar que la asexualidad no es un trastorno mental, ni síntoma de uno. Pues muchos no cumplen con los criterios de malestar marcado. Es decir, no se angustian por su falta o disminución notable de atracción/deseo sexual. No obstante, esto último puede presentarse en aquellos casos donde la asexualidad es marginada, borrada o sujeta al ridículo (Brunning y McKeever, 2021).
Por otra parte, tampoco se considera una disfunción sexual una parafilia. Incluso, no necesariamente tiene que constituir un síntoma de un trauma, desapasionamiento o falta de preocupación por los demás (Bogaert, 2004; Catri, 2021).
El término, que tantas dificultades de conceptualización ha experimentado, se caracteriza por dos criterios (aunque insuficientes). En cuanto al primer criterio, refiere a la autoidentificación, es decir, identificarse como parte del espectro asexual. El segundo criterio, refiere a una atracción sexual notablemente baja o la ausencia de la misma. Empero, este último aspecto no imposibilita que se mantengan relaciones afectivas. Veamos un poco más al respecto.
Deseo sexual y formas de atracción
Debemos recalcar que nos referimos a una entidad heterogénea. De esta manera, existe una diversidad considerable en cuanto las necesidades y experiencias de cada persona, incluyendo las relaciones, atracción y excitación.
Asimismo, se he reportado una amplia gama de orientaciones románticas (birrománticas, homorrománticas, heterorrománticas, etc.), incluida la falta de atracción romántica. En este sentido y dado que suele ser común que las personas asexuales tengan orientaciones sexuales y románticas que difieren entre sí, es importante distinguir ambos aspectos.
Conductas sexuales en la asexualidad
Como hemos visto anteriormente, dicho espectro no tiene por qué implicar abstinencia de actividad sexual. Esto se debe a que la excitación y capacidad orgásmica de una persona asexual se conservan, explicando así la gran variedad de conductas sexuales que pueden practicar (Montes y Encinas, 2020).
A modo de ejemplo, para los hombres asexuales la masturbación es placentera y no tienen problemas de erección. Y, con respecto a las mujeres, al igual que las sexuales, responden con un aumento en la congestión genital en respuesta a estímulos eróticos audiovisuales y la masturbación suele ser satisfactoria. Una muestra de que ambos experimentan un nivel de excitación genital normal (Brotto y Yule, 2011).
Categorías del espectro asexual
Dentro del espectro, encontramos diversas formas de vivenciar esta orientación. En este sentido, la asexualidad estricta se caracteriza por la ausencia total de atracción sexual, aunque esto no significa que no puedan existir vínculos emocionales o románticos en algunos casos.
Por otro lado, algunas personas se identifican con la gris-asexualidad, una zona intermedia entre la asexualidad y la alosexualidad. En dicho caso, la atracción sexual puede surgir, pero de manera esporádica o bajo circunstancias muy específicas.
La demisexualidad, por su parte, es otra categoría dentro del espectro. Aquí, la atracción sexual únicamente emerge después de que se ha establecido un vínculo emocional profundo con otra persona. Estas categorías demuestran una vez más que la asexualidad se manifiesta de maneras diversas y no siempre implica una ausencia absoluta de deseos o conexiones emocionales. Recalcando así la necesidad de reconocer tal complejidad, evitando simplificaciones.
Sesgos y estigmas en la asexualidad
La sexualidad está ampliamente determinada por factores sociales, culturales, influencias económicas y políticas. Incluso la definición del sexo en sí mismo es subjetiva y socialmente construida.
Históricamente, en la sociedad occidental, la falta de interés en el sexo ha sido patologizada por profesionales de la salud, siguiendo una especie de normatividad sexual. En un estudio realizado por Gupta (2016), se preguntó a personas asexuales sobre sus experiencias con profesionales médicos.
Los resultados revelan que aproximadamente la mitad de los participantes describieron experiencias de patologización y aislamiento social (aunque esto último varía según las muestras). En suma, cuando estos se presentaban como asexuales ante familiares, amigos o conocidos, se les ofrecían explicaciones médicas o psicológicas, e incluso la recomendación de buscar atención médica o tratamiento psicológico.
Reducir el prejuicio: Un aspecto crucial
Algunos autores señalan que, entre los principales inconvenientes de la asexualidad se encuentran las dificultades para establecer relaciones íntimas no sexuales, la necesidad de determinar cuáles son las causas que la generan y una percepción negativa de la sociedad en relación a perderse los efectos positivos del sexo (Prause y Gram, 2007). Sin embargo, las personas asexuales atribuyen también beneficios a su orientación, como el mantenerse apartados de los problemas comunes de las relaciones íntimas, reducir el riesgo de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados, sentir menos presión de encontrar una pareja y disponer de mayor tiempo libre.
Adoptar un lenguaje por el que se pueda describir la asexualidad, quitando énfasis a la importancia de la sexualidad en la vida humana, entender nuevos tipos de relaciones que no están centradas en la actividad sexual y participar en la construcción y divulgación de comunidades asexuales, puede ser un paso hacia un futuro más tolerante (Gupta, 2016). Con respecto a ello, hoy en día se han creado sociedades como la red de educación y visibilidad de la asexualidad (Asexuality Visibility and Education Network, AVEN, en inglés), que se enfocan en informar sobre la asexualidad y reducir el estigma.
Conclusión
En resumen, la asexualidad es una parte importante de la diversidad sexual que ha sido ignorada durante mucho tiempo, pero que ahora se está empezando a estudiar de manera más sistemática. Es crucial tomar conciencia de este concepto para fomentar la inclusión y eliminar el estigma y la desinformación que rodea a las personas asexuales. Siendo fundamental que cada individuo se sienta cómodo consigo mismo y en su sexualidad, independientemente de su orientación e identidad.
Referencias bibliográficas
- Antonsen, A. N., Zdaniuk, B., Yule, M. y Brotto, L. A. (2020). Ace and Aro: Understanding Differences in Romantic Attractions Among Persons Identifying as Asexual. Archives of Sexual Behavior, 49(5), 1615-1630. https://doi.org/10.1007/s10508-019-01600-1
- Barreiro, C., Capodiferro, C., Gottardo, V., Gubaro, M. y Sabella, I. (2009). Asexualidad: Aportes psicológicos para su investigación [Presentación de paper]. II Congreso Internacional de Investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, Buenos Aires. http://hdl.handle.net/10915/17380
- Bogaert, A. F. (2004). Asexuality: prevalence and associated factors in a national probability sample. Journal of sex research, 41(3), 279-287. https://doi.org/10.1080/00224490409552235
- Brotto, L. A. y Yule, M. A. (2011). Physiological and subjective sexual arousal in self-identified asexual women. Archives of sexual behavior, 40(4), 699-712. https://doi.org/10.1007/s10508-010-9671-7
- Brunning, L. y McKeever, N. (2021). Asexuality. Journal of Applied Philosophy, 38(3), 497-517. https://doi-org.ezproxy.usal.es/10.1111/japp.12472
- Catri, F. (2021). Defining Asexuality as a Sexual Identity: Lack/Little Sexual Attraction, Desire, Interest and Fantasies. Sexuality & Culture, 25(4), 1529-1539. https://doi-org.ezproxy.usal.es/10.1007/s12119-021-09833-w
- Gupta, K. (2016). “And Now I’m Just Different, but There’s Nothing Actually Wrong With Me”: Asexual Marginalization and Resistance. Journal of Homosexuality. 64. 10.1080/00918369.2016.1236590.
- Montes, J. M. M. y Encinas, M. P. M. (2020). Una mejor comprensión de la sexualidad humana a través del estudio de la asexualidad. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 40(138), 115-132. https://dx.doi.org/10.4321/s0211-573520200020007
- Paredes, R. y Portillo, W. (2011). Asexualidad. Revista Digital Universitaria, 12(3). http://www.revista.unam.mx/vol.12/num/art28/index.html
- Prause, N. y Graham, C. A. (2007). Asexuality: classification and characterization. Archives of sexual behavior, 36(3), 341-356. https://doi.org/10.1007/s10508-006-9142-3
- Rothblum, E. D., Krueger, E. A., Kittle, K. R. y Meyer, I. H. (2020). Asexual and Non-Asexual Respondents from a U.S. Population-Based Study of Sexual Minorities. Archives of sexual behavior, 49(2), 757-767. https://doi.org/10.1007/s10508-019-01485-0