El trastorno del espectro autista (TEA) es una de las alteraciones más graves del neurodesarrollo en la infancia, dada la afectación tanto a nivel personal, familiar y social que supone. Hoy en día, gracias al avance de la atención temprana, el foco en su detección es cada vez mayor. Algo que ha supuesto una creciente implicación de los docentes para poder cubrir todas las necesidades del alumno por medio de una educación especial. Así pues, veamos qué medidas existen para favorecer la inclusión en el aula y la relación entre autismo y educación.

¿Qué es el trastorno del espectro autista?

El TEA es un trastorno del desarrollo neurológico de origen neurobiológico. Acontece en la primera infancia y se caracteriza por dificultades en la comunicación social. Así como intereses repetitivos y restringidos.

Esta afectación es significativamente mayor en niños que en niñas. Y, no con esto, la prevalencia ha aumentado en las últimas décadas, informándose que en Estados Unidos (EE. UU.) hubo un incremento del 0,67% en el año 2000, 1,47% en 2010 y 2,58% en 2016 (Xu et al., 2018).

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El término “espectro” hace referencia a la variedad de síntomas. Y, asimismo, los niveles de deterioro o habilidades que pueden tener las personas con TEA. De este modo, hay quienes presentan un deterioro leve y quienes padecen una discapacidad grave.

El trastorno se clasifica según los criterios redactados en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés), englobándose en una categoría denominada “Trastornos del neurodesarrollo”.

En este apartado se incluyen, además, trastornos del desarrollo intelectual, la comunicación, aprendizaje, motores y el déficit de atención con hiperactividad.

Tanto en el DMS-V como la a Clasificación Internacional de Enfermedades (International Classification of Diseases, ICD-11, en inglés), las categorías de autismo, síndrome de Asperger, trastorno desintegrativo infantil y otros trastornos generalizados del desarrollo no especificados quedan englobados en una única nomenclatura de trastornos del espectro del autismo.

 Síntomas del TEA

Los criterios actuales para este trastorno comprenden:

A. Déficits persistentes en la comunicación y en la interacción social, donde se presentan dificultades en reciprocidad socio-emocional, déficit en conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social y dificultades para desarrollar, mantener y comprender las relaciones.

B. Patrones repetitivos y restringidos de conducta, actividades e intereses. Manifestándose, al menos, dos de los síntomas: movimientos, utilización de objetos o habla estereotipada o repetitiva, adherencia excesiva a rutinas, patrones de comportamiento verbal y no verbal ritualizado o resistencia excesiva a los cambios, intereses muy restringidos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad o foco de interés e hiper- o hipo-reactividad a los estímulos sensoriales o interés inusual en aspectos sensoriales del entorno.

C. Los síntomas deben estar presentes en la infancia temprana.

D. El conjunto de los síntomas limitan y alteran el funcionamiento diario.

E. Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual. O por el retraso global del desarrollo.

Autismo y educación

Una vez realizado el diagnóstico, es fundamental comenzar el tratamiento lo antes posible. Y es que, una atención temprana mejorará y reducirá los síntomas. Logrando, así, potenciar las habilidades del niño a largo plazo. No obstante, para ello, el tratamiento en TEA debe incluir un programa de intervención precoz y adaptado. En este se ha de tener en cuenta el momento evolutivo del niño y sus capacidades.

De esta manera, el proceso tiene que contar con un equipo multidisciplinar. Así como unas pautas consensuadas y específicas entre la familia, los profesionales y la escuela (Hervás et al., 2017; Posar y Visconti, 2019). Con esto, podemos considerar lo siguiente:

Autismo
  1. En niños pequeños, dependiendo de las posibilidades intelectuales y las capacidades comunicativas, entre otros. Así pues, es importante favorecer el juego y aprendizaje. Acompañándolo de recompensas.
  2. Durante la educación primaria, su intervención se irá dirigiendo a una mayor integración en el entorno, el grupo de clase, una mayor adecuación a las normas sociales y la mejora en las dificultades de aprendizaje o comunicación que presente.
  3. En la educación secundaria, se resalta el papel de las habilidades sociales, autonomía e intereses personales. Además, es importante tener en cuenta que en esta edad suelen aparecer episodios de acoso. De este modo, una supervisión y atención completa puede evitar que se agrave la patología.
  4. Por otra parte, en la adolescencia, se suma el modo de trabajo de las etapas previas. Especialmente, la socialización y adecuación a las normas. Y es que, la autonomía va siendo un aspecto cada vez más clave junto con las nuevas responsabilidades asociadas a la edad.

Tres factores a tener en cuenta para la intervención

M. Crespo, en el III Congreso “La Atención a la Diversidad en el Sistema Educativo” del Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO) (M. Crespo, comunicación personal, febrero de 2001), plantea que existen tres niveles que hay que tener en cuenta:

  1. El entorno: Un ambiente estructurado, horarios y actividades fijas donde se especifiquen los lugares en los que se llevarán a cabo las distintas actividades favorecerá al alumnado con TEA.
  2. El terapeuta: Ha de trabajar teniendo en cuenta todo lo que engloba al pequeño con una continuidad y atención diaria.
  3. El niño: Enseñar técnicas para que pueda regular el ambiente que le rodea, generalizando ciertas acciones a otras situaciones y creando, así, rutinas organizadas. No solo ha de aprender escuchando o viendo cómo lo hace otro modelo, sino ejecutando él mismo la acción hasta que pueda realizarla solo.

Enfoques de actuación con alumnos con autismo en el centro educativo

La Federación Autismo Castilla y León (FACYL), en colaboración con otras entidades, ha creado una guía completa con el objetivo de presentar las necesidades y la facilitación de un adecuado entorno educativo para niños con autismo sin discapacidad intelectual. Entre sus pautas destacan los enfoques y principios. Tanto de intervención como actuación. Resaltando para el autismo los enfoques educativos:

Autismo y educación
  • De visión positiva: Analizar el contexto que rodea al alumno sopesando las habilidades y posibles dificultades que pueda tener. Con esto, se adecúa para que el niño pueda potenciar sus fortalezas.
  • Ecológicos: Llevar a cabo las tareas en el contexto natural favorecerá que pueden ser generalizadas a otras situaciones. Es por ello que los programas de integración inversa y la instrucción extraescolar son muy beneficiosos para alumnos con TEA.
  • Funcionales: Evaluar necesidades y apoyos. Con ello, se garantizará que las tareas y ayudas que se están proporcionando sirvan al menor. Especialmente, para que pueda trasladarlas a la vida real.

Principios de actuación

  • Normalización: Este se cumple cuando hay un proceso de integración con el alumno. Y, por consiguiente, las adaptaciones se llevan a cabo tanto en el aula como en la cotidianidad.
  • Ecológico: Las adaptaciones se realizan en el entorno natural con los recursos y apoyos de la clase o del centro.
  • Significatividad: Adaptación de los elementos escolares desde un continuo que oscila entre lo menos hasta lo más significativo.
  • Realidad: Llevar a cabo objetivos realistas y adaptados al alumno con TEA.
  • Participación e implicación: Un elemento clave en el proceso es la implicación en este de todas las personas que rodean al niño. De esta forma, una coordinación adecuada entre el equipo multidisciplinar conllevará beneficios y facilitará la adaptación.

Algunos recursos educativos para el autismo

La Asociación Autismo Burgos, presenta en su guía estrategias de actuación por competencias con las ayudas correspondientes. De este modo, algunas de las pautas que propone son:

En la comunicación y el lenguaje

La comunicación y lenguaje se llevarán a cabo en un contexto natural. Resaltándose la realización de guiones sociales y pictogramas. Estos tienen el fin de planificar y organizar. Ya sea en agendas visuales o la presentación de diferentes escenarios o rutinas.

La Seguridad, Sombrero, Botas, Casco De Seguridad

Social y emocional

En lo social y emocional, se llevarán a cabo programas con el niño que fomenten sus habilidades sociales (HHSS), de sensibilización, aprendizaje de emociones o lectura de historias sociales. Así como la planificación de actividades de ocio que fomenten la interacción con los otros.

Por otro lado, sabemos que el tiempo de descanso o recreo es un espacio de encuentro y diversión. Sin embargo, es necesario favorecer que aquellos alumnos con TEA se integren. Un aspecto que se logra mediante la organización de juegos inclusivos, actividades como el role-playing (juego de roles o interpretación de un papel) y el feedback continuo.

Flexibilidad conductual y cognitiva

Finalmente, ¿qué hacer para la flexibilidad conductual y cognitiva? Llevar a cabo técnicas de autocontrol y resolución de problemas, utilizar ayudas visuales y proporcionar un ambiente que sea comprensible para el alumno. Estas medidas crearán un espacio donde se sienta seguro.

Intereses restringidos

Tras analizar cuáles son los intereses personales del niño, gustos y preferencias, organizar actividades relacionadas con ello. E ir incluyéndolas cada vez más. Así mismo, el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) permitirá que el alumnado con TEA trabaje sus habilidades, dada la sencillez y fácil uso que conllevan. A esto se le suman los Sistemas Alternativos y Aumentativos de Comunicación (SAACs). Cuya función es el aumento o compensación de la capacidad de comunicación y se utilizan en personas con dificultades en la comunicación verbal funcional.

Conclusión

A modo de conclusión, se formula la siguiente pregunta: ¿Hay suficiente formación de autismo para los educadores?

En una universidad del Reino Unido se llevó a cabo una reciente investigación cualitativa. En ella, se mostró que la mayoría de los profesores (11 de 16) habían tenido alumnos con autismo a lo largo su carrera de enseñanza.

Podría pensarse que este hecho puede dar lugar a un enriquecimiento profesional. Así como una fuente de conocimiento y comprensión. Sin embargo, la mitad de tutores (37%) no habían recibido formación específica en autismo. Y, no con esto, cuando se les preguntó sobre estrategias de enseñanza que supusieran un apoyo para los estudiantes con autismo, la cifras anteriores disminuyeron (Ravet, 2018).

Estos resultados muestran que la formación en TEA para otros profesionales de la educación tendría que ser mayor. Y, además, que los propios estudiantes han de comprender las necesidades educativas de dicha población. Con el objetivo de favorecer una verdadera inclusión.

Por consiguiente, la igualdad de oportunidades tiene que ser completa. Siendo clave entender que los niños con TEA merecen las mismas necesidades que el resto (afecto, compañía, respeto, ocio…). Pero que, sumado a esto, tienen otras necesidades especiales. Tanto sociales, sanitarias y, en este caso, educativas.

Así pues, es necesario explotar la información que tenemos sobre el TEA. Esto es, aprovechar el avance en métodos de intervención o enseñanza. Esta es la clave para un futuro donde la educación sea de calidad para todos. Por ello, el autismo y la educación han de ir estrechamente de la mano.

Referencias bibliográficas

  • American Psychiatric Association. (2013)Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
  • Hervás Zúñiga, A., Balmaña, N. y Salgado. M. (2017). Los trastornos del espectro autista (TEA). Pediatría Integral21(2), 92-108. https://www.pediatriaintegral.es/publicacion-2017-03/los-trastornos-del-espectro-autista-tea/
  • Posar, A. y Visconti, P. (2019). Long-term outcome of autism spectrum disorder. Türk Pediatri Arşivi, 54(4), 207-212. https://doi.org/10.14744/TurkPediatriArs.2019.16768
  • Ravet, J. (2018). ‘But how do I teach them?’: Autism & Initial Teacher Education (ITE). International Journal of Inclusive Education22(7), 714-733. https://doi.org/10.1080/13603116.2017.1412505
  • Xu, G., Strathearn, L., Liu, B. y Bao, W. (2018). Prevalence of Autism Spectrum Disorder Among US Children and Adolescents, 2014-2016. JAMA, 319(1), 81-82. Doi: 10.1001/jama.2017.17812