En el discurso público sobre el cáncer la metáfora de la guerra es omnipresente. En numerosos artículos periodísticos se pueden encontrar titulares que ponen de manifiesto una especie de “batalla contra la enfermedad” o, en ocasiones, contra la propia muerte. La promoción de ciertos valores o formas de vivir la enfermedad como el ser fuerte frente a la enfermedad, luchar y sobrevivir, ser positivo y optimista, pueden muchas veces desalentar la expresión de experiencias contrarias y dejar de lado otras formas de vivir la enfermedad. Pues, al fin y al cabo, el cáncer afecta a todos los aspectos de la vida de una persona, alterando la relación consigo misma, su cuerpo, los demás y el mundo. Y estos son expresados dependiendo de muchos factores. Entonces… ¿El uso de la metáfora es apta o no para el cuidado de la persona?

A propósito de las metáforas

Ninguna palabra puede ser juzgada en cuanto a si es buena o mala, correcta o incorrecta, hermosa o fea, o cualquier otra cosa que importe… en soledad (I. A. Richards).

La metáfora como expresión en el cáncer

Cáncer: ¿Una lucha o guerra?

Para Aristóteles, uno de los primeros en comentar sobre el tema, la metáfora se define como “dar a algo un nombre que pertenece a otra cosa”.

Y, un poco más adelante, Richard Nixon empezó a hablar sobre la guerra del cáncer en la década de 1970.

Tipos de metáforas

La mayoría de las personas con cáncer hacen uso de temas metafóricos sobre la naturaleza (por ejemplo, viaje, temporada), militarista (por ejemplo, batalla, victoria, lucha) e incertidumbre (por ejemplo, misterio, rompecabezas) para describirlo. 

“La quimioterapia es un trabajo de tiempo completo”, “ha llegado el final del camino”, “el cáncer es una batalla”, “el cáncer metastásico es un largo adiós”; entre otras, son algunas metáforas que se utilizan, aunque hay características desconcertantes de este tipo de lenguaje.

Lo cierto es que, si bien las metáforas pueden ayudar a revelar lo que es real para uno, también pueden objetivar y deshumanizar (“el cuerpo es un campo de batalla”, “el cuerpo es una máquina”), pudiendo dar paso a la confusión, engaño u ofensa (Tate, 2020).

Así, este tipo de lenguaje figurativo que ofrece una manera simple y relativamente fácil de mejorar la comunicación, a veces es criticado por la práctica clínica.

Dos maneras de verlo

Una que no ayuda

Como hemos mencionado, las metáforas pueden evocar características de una experiencia, permitiendo el afrontamiento. De este modo, el uso de la metáfora de la guerra, en concreto, puede concebirse de dos formas.

Hay un modo que, dada la repetición incesante en el discurso social, se caracteriza por ser más inauténtico. Con esto, también se hace hincapié en cómo puede influir en la persona concebir la enfermedad como un enemigo.

Otra que sí

Y otro que recogieron Guité-Verret y Vachon (2021) en su estudio, referente a cuando las propias personas con cáncer la utilizan y es abordada de una manera más auténtica.

Y es que, personalizan dicho significado y llegan a “habitar” su lenguaje para revelar mejor la vulnerabilidad, conformando una visión fresca y una energía renovada a pesar del agotamiento.

Así, pueden servir al promover la perseverancia frente a la adversidad, expresar optimismo o permitir relacionar el cáncer con desafíos anteriores de la vida. Convirtiéndose en algo constructivo que logra empoderar a la persona e instar a otros a no darse por vencidos.

Por ejemplo, en narrativas de cáncer de mama se encontró que las metáforas de violencia eran las más utilizadas desde lo positivo (mismamente al interpretarse el cáncer como un “enemigo malévolo” y a sí mismos como “guerreros”) (Magaña, 2020).

Ahora, el uso de esta metáfora ha de ser fluido, dejando espacio para la adaptación durante el curso de la enfermedad.

Con esto, se ha reportado que a medida que transcurre tiempo, el curso vivido de la enfermedad se vuelve menos combativo que pasivo y menos centrado en la lucha contra el cáncer que aquella contra uno mismo. Esto es, en vez actuar “contra” la enfermedad, “vivir con ella”.

¿Qué ocurre cuando el cáncer es incurable?

Bodd et al. (2022) hallaron que, entre todas las personas de su muestra con cáncer que usaron un lenguaje metafórico para describir su experiencia, los únicos que no usaron metáforas de guerra tenían enfermedad metastásica.

Así, la fuerza y positividad, vinculadas a una imagen de combate, pueden contradecir la experiencia de muchas personas con metástasis que informan tener poco control sobre la vida. Así como la necesidad de hacer una clara distinción entre un optimismo poco sincero y una auténtica conciencia de la muerte (Guité-Verret y Vachon, 2021).

De este modo, la metáfora de la guerra utilizada por personas con cáncer metastásico puede representar el otro lado de la lucha, ya que expresa un sentido de fracaso.

Y es que, cuando la terapia se encuadra como una batalla, puede ponerse la responsabilidad sobre la persona.

Como no es de extrañar, una actitud positiva es difícil de mantener en tal batalla debido a la complejidad de la enfermedad y al colapso personal que conforman una nueva identidad.

Recomendación

Al hacer un diagnóstico terminal, primero es aconsejable ver cómo funciona la persona y la familia, escuchar la forma en la que se encuentran mejor para hacer frente a la enfermedad y trabajar con ellos (Isaacs, 2019).

En otras palabras, la metáfora correcta solo puede hallarse en un encuentro con la persona, desde dentro del discurso de la relación que se tenga con esta (en este caso profesional-paciente) en lugar de fuera de él.

Para ello, no hay que olvidar que la comunicación es la actividad de compartir algo. Un proceso activo y cooperativo que requiere reciprocidad y trabajo. De este modo, la capacidad de la persona para relatar su historia dependerá de que exista una relación en la que dicha historia pueda ser recibida, alabada, cuestionada y respondida (Tate, 2020).

Conclusión

Al parecer, la metáfora es un modo de discurso indispensable. Y por ello, es importante tratar que este tipo de lenguaje no socave la salud pública o los esfuerzos de las investigaciones.

Las metáforas de guerra pueden expresar y reforzar sentimientos negativos, pero también utilizarse con el fin de empoderar.

Para determinar si su uso es beneficioso o perjudicial, sería imprescindible comprender el contexto y función en la vida de la persona. Pues una metáfora individual siempre es parte de una red de palabras y significados. Y, aún así, no cualquiera hace justicia a una experiencia humana.

Escuchar, atender y comprender cómo las personas dan sentido y se ocupan de los aspectos complicados que trae esta situación de la vida siempre será primordial.

Referencias bibliográficas

  • Bodd, M. H., Daniels, N. C., Amonoo, H. L., Tate, T., Herring, K. W. y LeBlanc, T. W. (2022). “More than conquerors”: a qualitative analysis of war metaphors for patients with cancer. Supportive care in cancer: official journal of the Multinational Association of Supportive Care in Cancer31(1), 87. https://doi.org/10.1007/s00520-022-07552-y
  • Guité-Verret, A. y Vachon, M. (2021). The incurable metastatic breast cancer experience through metaphors: the fight and the unveiling. International journal of qualitative studies on health and well-being16(1), 1971597. https://doi.org/10.1080/17482631.2021.1971597
  • Isaacs D. (2019). Military metaphors. Journal of paediatrics and child health55(7), 735-736. https://doi.org/10.1111/jpc.14411
  • Magaña D. (2020). Praying to win this battle: Cancer Metaphors in Latina and Spanish Women’s Narratives. Health communication35(5), 649-657. https://doi.org/10.1080/10410236.2019.1582310
  • Tate T. (2020). Your Father’s a Fighter; Your Daughter’s a Vegetable: A Critical Analysis of the Use of Metaphor in Clinical Practice. The Hastings Center report50(5), 20-29. https://doi.org/10.1002/hast.1182