El derecho a la ciudad es un principio esencial que promueve entornos urbanos justos, inclusivos y sostenibles. Sin embargo, existe una intrincada relación entre este derecho y el estigma en la ciudad, planteando cuestiones relevantes para la salud mental. ¿Te has imaginado cómo nuestras ciudades pueden afectar la salud mental? El derecho a la ciudad y el estigma desafían las perspectivas convencionales, invitándonos a repensar cómo las ciudades impactan en la vida diaria.
Ciudad y estigma: La experiencia humana
El derecho a la ciudad, según la ONU-Habitat (2020), es el derecho fundamental que garantiza a todos los habitantes el acceso a ciudades justas, inclusivas, seguras y sostenibles, donde puedan habitar, utilizar, ocupar, producir, transformar, gobernar y disfrutar de estos entornos como bienes comunes para una vida digna. Esta definición esencial sienta las bases para un debate crítico y actual acerca de la vida en zonas urbanas, así como la ciudad y el estigma.
No todo es perfecto
Las ciudades son indudablemente lugares de interacción social y oportunidades. Sin embargo, esta riqueza se ve empañada por la sombra de la exclusión y la discriminación que prevalece en el tejido urbano.
Para algunas personas, las barreras físicas y sociales presentes en el espacio público pueden restringir su participación plena en la vida urbana, incluyendo aspectos relacionados con la ciudad y salud mental. Dicha paradoja nos confronta con una realidad ineludible: la interdependencia entre la inclusión y la exclusión en el contexto urbano.
Exclusión y violencia simbólica
La exclusión en la ciudad y el estigma se refiere a la marginación o restricción de acceso que experimentan ciertos individuos o grupos en entornos públicos. Esto puede tomar diversas formas, como la falta de infraestructura accesible para personas con discapacidad o la discriminación basada en factores como género, clase social, raza, etnia o religión. Y es que, lo que hace que la exclusión sea particularmente insidiosa es que a menudo no se manifiesta de manera explícita, sino que opera de manera más sutil y subyacente.
La violencia simbólica, como la explicó el sociólogo Pierre Bourdieu, es una forma de poder que opera a través de símbolos y normas sociales. Es decir, se se trata de cómo la sociedad impone reglas invisibles que mantienen a algunas personas en desventaja sin que se den cuenta. En el contexto de la exclusión en el espacio público, la misma se ve cuando ciertas prácticas discriminatorias se vuelven normales o cuando grupos de personas son ignorados o excluidos sin motivo, lo que amplifica el estigma en la ciudad (Peña Collazos, 2009).
Desafíos: Derecho a la ciudad y estigma en salud mental
El estigma en torno a la salud mental presenta un desafío adicional en la lucha contra el estigma en la ciudad. Las personas que enfrentan problemas de salud mental, a menudo son víctimas de prejuicios y discriminación debido a concepciones erróneas arraigadas en la sociedad.
Algo que viene de atrás
Históricamente, los problemas de salud mental han sido estigmatizados, perpetuando estereotipos dañinos y contribuyendo a su marginación en la esfera pública. Además, la influencia del estigma en la recuperación sugiere un impacto negativo en la autoestima, autoeficacia y el estigma internalizado, lo que puede afectar la orientación de recuperación y la calidad de vida percibida (Jahn et al., 2020).
Es importante destacar que este estigma también puede manifestarse en lo que se conoce como autoestigma. De este modo, las personas que conviven con problemas de salud mental internalizan y aceptan los prejuicios sociales. Como consecuencia, repercute en su participación en la vida pública, especialmente en cuestiones relacionadas con el estigma en la ciudad, lo que complica aún más su integración en la sociedad (Goffman y Guinsberg, 1970).
Del estigma en la ciudad a la inclusión y participación
Pese a todo esto, la participación activa de los usuarios en los servicios de salud mental ha ganado relevancia. Este movimiento busca dar voz y control a quienes conviven con problemas de salud mental, abordando el derecho a la ciudad y el estigma. De esta forma, el enfoque se relaciona con la recuperación y se basa en los principios de los derechos humanos.
Con ello, los usuarios buscan involucrarse en la planificación, provisión y evaluación de los servicios de salud mental, así como en la selección y entrenamiento de profesionales de la salud mental. Compartir relatos personales también puede ayudar a combatir el estigma y promover la inclusión (Agrest, 2011).
Colectivos que reivindican
Es relevante, en primer lugar, la existencia de colectivos que fomentan la activa participación de personas con afecciones de salud mental en la ciudad. Utilizan, por ejemplo, herramientas de comunicación en el proceso de rehabilitación, desafiando así la percepción pública sobre quienes tienen trastornos psíquicos y el estigma en la ciudad.
Su influencia es destacable al enfocarse en la participación como un componente político esencial en la salud mental y la ciudad. Esto incluye promover la autonomía, ciudadanía activa, responsabilidad social, solidaridad y capacidad para cambiar su entorno.
A propósito de ello, las iniciativas están allanando el camino hacia una sociedad más inclusiva y participativa, donde cada persona pueda contribuir al bienestar común y superar el estigma en torno a la salud mental (Pérez y Carbajosa, 2018).
En este contexto, la participación activa de personas con problemas de salud mental y la lucha contra el estigma están relacionadas con el derecho a la ciudad. Como se mencionó anteriormente, este implica que todas las personas, independientemente de su salud mental, tienen el derecho a participar plenamente en la vida urbana y contribuir al diseño de espacios públicos inclusivos. Por tal motivo, promover las ideas de dichos colectivos es esencial para combatir el estigma y trabajar en la superación del autoestigma.
Conclusión
El derecho a la ciudad y la lucha contra el estigma en la salud mental convergen en la creación de espacios urbanos inclusivos y saludables. Desafiándonos a repensar nuestras ciudades para promover la igualdad y el bienestar, pues comprender estas interacciones es esencial para construir entornos urbanos equitativos y accesibles. Así pues, abordar tales desafíos desde una perspectiva comprensiva y empática nos permite trabajar juntos para edificar ciudades donde cada persona ciudadana disfrute de igualdad de oportunidades y sea tratado con dignidad y respeto, sin importar sus circunstancias.
Referencias Bibliográficas
- Agrest, M. (2011). La participación de los usuarios en los servicios de salud mental. Vertex, 22(100), 409-418.
- Badallo Carbajosa, A., Ballesteros Pérez, F., Bertina, A., Cerezo Quintana, Y. y Magro Sánchez, M. B. (2018). La dinámica estigmatizante: generación y mantenimiento del estigma y el autoestigma asociado al trastorno mental en la vida cotidiana. Clínica Contemporánea, 9(1), 1-9. https://doi.org/10.5093/cc2018a3
- Goffman, E. y Guinsberg, L. (1970). Estigma: la identidad deteriorada. Amorrortu.
- Jahn, D. R., Leith, J., Muralidharan, A., Brown, C. H., Drapalski, A. L., Hack, S. M. y Lucksted, A. (2020). The influence of experiences of stigma on recovery: Mediating roles of internalized stigma, self-esteem, and self-efficacy. Psychiatric Rehabilitation Journal, 43(2), 97-105. https://doi.org/10.1037/prj0000377
- ONU-HABITAT. (2020). Componentes del Derecho a la Ciudad. ONU-HABITAT por un Mejor Futuro Urbano. https://onuhabitat.org.mx/
- Peña Collazos, W. (2009). La violencia simbólica como reproducción biopolítica del poder. Revista Latinoamericana de bioética, 9(2), 62-75.