La psicología, a menudo, es pasada por alto en nuestras vidas cotidianas. Pues muchas veces, no nos damos cuenta de cuántas cosas del día a día impacta en la salud mental. Mismamente, en el papel crucial que esta desempeña en nuestra relación con el medio ambiente y la sostenibilidad. En esta nota exploraremos cómo ambos aspectos están ligados a la salud mental. Entonces… ¿De qué manera influye la contaminación ambiental en el bienestar psicológico y la salud mental?
Contaminación ambiental: ¿De qué se trata?
La contaminación del aire se extiende por la atmósfera actual. Tal es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre siete millones de fallecimientos anuales debido a esta amenaza. Una situación que, sin duda, representa una grave amenaza para la salud y el clima global.
Además, los contaminantes atmosféricos se encuentran vinculados a enfermedades cardiorrespiratorias, aumento de la mortalidad por accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cáncer de pulmón e infecciones respiratorias agudas.
De esta forma, se considera que el impacto es claro y la contaminación del aire no solo pone en peligro la estabilidad climática del planeta. Sino que la salud de las personas se ve severamente afectada (Abarca Castro, 2022).
¿Un problema social?
La contaminación ambiental se manifiesta como un problema social de dimensiones críticas a nivel global. Así, se ha llamado a la conciencia inmediata y la búsqueda de soluciones efectivas, al tratarse de un producto de los humanos.
Podría decirse que no conoce fronteras y afecta a comunidades de todo el mundo. Pues consecuencias dañinas son palpables en la salud de las personas y la sostenibilidad del planeta. Por lo tanto, se ha planteado que la contaminación del aire y el agua, las emisiones químicas, el ruido y el cambio climático representan un reto colectivo, necesario de ser asumido (Abarca Castro, 2022).
Factores de riesgos y su impacto en el ambiente
Con respecto a ello, en los últimos años, diversos estudios han vinculado la contaminación atmosférica con problemas de salud mental. En este sentido, se ha argumentando que los contaminantes del aire pueden ser tóxicos para el sistema nervioso central (SNC), por ejemplo, generando efectos considerables en las personas a corto y largo plazo.
A su vez, se ha registrado un incremento notable de afecciones mentales junto con enfermedades respiratorias y cardiovasculares a partir del empeoramiento de la contaminación ambiental. De hecho, se cree que las mismas están estrechamente relacionadas con la calidad del aire.
Pues, la toxicidad de la contaminación atmosférica se atribuye a su capacidad para inducir inflamación sistémica y estrés oxidativo, con consecuencias directas sobre el SNC. Así, da lugar a cambios estructurales y funcionales asociados a la salud mental. Por ejemplo, el estrés oxidativo es generado principalmente por exponerse de manera crónica a ozono, impactando en el funcionamiento cognitivo.
La temperatura y el cambio climático
Por otro lado, la temperatura también tiene gran impacto en esta variable. Así, influye en la capacidad de las personas con enfermedades para autorregular su temperatura corporal, y genera modificaciones en el sueño que aumentan la vulnerabilidad, especialmente en personas mayores. Además, el ruido ambiental ha sido objeto de investigación en relación con la calidad de vida, el bienestar y la salud mental, con presencia de síntomas de ansiedad y depresión.
Los desastres naturales también cuentan
Finalmente, los desastres naturales causados por el cambio climático provocan efectos devastadores en la salud mental. Especialmente, en el contexto de eventos extremos como huracanes, inundaciones, incendios y sequías, que irrumpen en las vidas de las personas y sus proyectos vitales.
Tal es así que, aunque no se han establecido relaciones estables o definitivas y sus consecuencias dependen de múltiples factores, se ha recomendado incorporar medidas de salud mental en los programas de adaptación al cambio climático. Estos desafíos interrelacionados exigen una atención urgente en la búsqueda de soluciones integrales para preservar la salud mental en un entorno cambiante (Ordóñez-Iriarte, 2020).
Salud mental y contaminación ambiental: Conexión invisible
La interconexión entre el bienestar humano y el bienestar ecológico se torna cada vez más evidente a medida que los efectos del cambio climático impactan en nuestras vidas, siendo de gran interés para la psicología de la salud. Por otra parte, investigaciones han revelado que quienes experimentan dichos desastres enfrentan un riesgo significativo de trastorno de estrés. Por ejemplo, estrés postraumático (TEPT), depresión, ansiedad y suicidio, abuso de sustancias, trastornos del sueño y comportamientos de riesgo (Clayton, 2019).
El impacto es profundo
No hay que olvidar que el cambio climático afecta severamente los movimientos migratorios, provocada por el aumento del nivel del mar y los patrones de precipitación cambiantes. Con esto, los desplazamientos forzados pueden poner en riesgo tanto la salud física como mental debido a las dificultades asociadas con la adaptación a un nuevo país y comunidad.
Además, el cambio climático influye en la violencia y los conflictos sociales. Así pues, las condiciones climáticas extremas, como el calor, están vinculadas al aumento de la agresión interpersonal y la violencia intergrupal.
Por su lado, la degradación de los recursos ambientales también desencadena conflictos por el acceso a recursos cada vez más escasos, como agua dulce y tierra habitable. Esta tensión ambiental puede aumentar los niveles de estrés y contribuir a la violencia tras desastres naturales con el potencial de generar conflictos sociales (Abarca Castro, 2022).
Una mirada al futuro
A través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, propuestos por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2015, se abordan cuestiones ambientales críticas. Estos objetivos se centran en garantizar acceso a agua de calidad, promover ciudades seguras y sostenibles, gestionar productos químicos de manera racional, combatir el cambio climático y sus efectos. Además de conservar y utilizar de manera sostenible los océanos y recursos marinos, y promover el uso sostenible.
En conjunto, los objetivos resaltan la magnitud de los desafíos ambientales actuales y la urgencia de abordar problemas como la contaminación del agua, que afecta a millones de personas y causa graves enfermedades. Subrayando la necesidad de un enfoque holístico para preservar el planeta y la salud de sus habitantes.
Conclusión
La interacción entre la salud mental y la contaminación ambiental es fundamental en la psicología clínica y de la salud, destacando la necesidad de investigar cómo esta influye en los problemas psicológicos relacionados con enfermedades físicas. Dicha perspectiva subraya la importancia de abordar la ansiedad y el estrés vinculados a la contaminación, que afectan directamente la calidad de vida y, en consecuencia, la salud mental.
Además, en un mundo afectado por la contaminación, es esencial adoptar un enfoque integral que proteja tanto la salud física como la mental, reconociendo su relación directa y promoviendo soluciones que aborden ambos aspectos de manera conjunta para un bienestar completo.
Referencias Bibliográficas
- Abarca Castro, E. (2022). La contaminación del medio ambiente y sus implicaciones negativas en la salud mental y en la calidad de vida. Contexto Humano, 1(1), 17-26.
- Broers, V., Van Scharrenburg, M., Fredrix, L., Lataster, J., Löhr, A. y Jacobs, N. (2021). Individual and Situational determinants of plastic waste sorting: An experience sampling method study protocol. BMC Psychology, 9(1). https://doi.org/10.1186/s40359-021-00596-5
- Clayton, S. (2019). Psicología y Cambio Climático. Papeles del psicólogo, 40(2). https://doi.org/10.23923/pap.psicol2019.2902
- Guha, M. (2022). Noise pollution and mental health. Journal of Mental Health, 31(5), 605-606. https://doi.org/10.1080/09638237.2022.2118694
- Ordóñez-Iriarte, J. M. (2020). Salud mental y salud ambiental. Una visión prospectiva. Informe SESPAS 2020. Gaceta Sanitaria, 34, 68-75. https://doi.org/10.1016/j.gaceta.2020.05.007