El cortisol es una hormona crucial en nuestro organismo que desempeña un papel fundamental en la respuesta al estrés. Producida por las glándulas suprarrenales, esta hormona tiene efectos significativos en el funcionamiento del cerebro y todo nuestro cuerpo, configurándose como la hormona esteroide más importante con un efecto significativo en el metabolismo del cuerpo, y que afecta fuertemente a los tejidos periféricos y al sistema nervioso central. A continuación, exploraremos la función del cortisol como hormona del estrés y su impacto en nuestra salud mental y física.

El papel del cortisol

Ampliamente conocida como la hormona del estrés, tiene una variedad de efectos en diferentes funciones en el organismo. De hecho, es la principal glucocorticoide liberada desde la capa de la zona fasciculada de la corteza suprarrenal, cuya regulación y producción está a cargo del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal. Alteraciones en esta zona, pueden llevar a determinados tipos de cuadros.

En este sentido, numerosos estudios han identificado al cortisol como un factor influyente en diversas enfermedades crónicas. Especialmente en las clasificadas como enfermedades no transmisibles (ENT), como enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos metabólicos y trastornos del sistema inmunológico. Véase por ejemplo, el síndrome de Cushing, o insuficiencia cortical, como así como también la enfermedad de Addison. (Jones y Gwenin, 2021).

Su relación con el estrés

El cortisol tiene muchas funciones en el cuerpo humano, como mediar la respuesta al estrés, regular el metabolismo, la respuesta inflamatoria y la función inmune. En cuanto a la respuesta al estrés, el cuerpo humano constantemente reacciona a estímulos tanto internos como externos. Un factor fundamental en este proceso es el sistema nervioso autónomo, que se divide en el sistema nervioso simpático (SNS) y el sistema nervioso parasimpático (SNP).

Durante momentos de estrés, el SNS se activa, desencadenando la respuesta de lucha o huida y provocando una serie de respuestas hormonales y fisiológicas. Esta activación libera cortisol desde la corteza suprarrenal, lo que ayuda al cuerpo a mantenerse alerta. En el corto plazo, el cortisol proporciona energía al cuerpo, y lo hace a través de mecanismos catabólicos (Thau et al., 2022).

Cuando hay niveles elevados de cortisol

Sin embargo, cuando los niveles de cortisol se mantienen altos durante períodos prolongados, pueden surgir efectos perjudiciales. Así, el estrés crónico y la exposición continua al cortisol pueden tener impactos negativos en la salud mental, como el desarrollo de trastornos de ansiedad y depresión, así como en el funcionamiento cognitivo, la memoria y el sistema cardiovascular. Inclusive, hasta se ha comenzado a estudiar la relación entre estrés crónico y Alzhéimer.

Por otro lado, es importante mencionar que la actividad física puede ayudar a reducir los niveles de producción de cortisol en el organismo. Por ejemplo, ejercicios aeróbicos moderados a intensos, como correr, nadar, andar en bicicleta y pescar son beneficiosos en este sentido. El yoga, el tai-chi y la meditación también pueden generar beneficios.

Impacto del cortisol en el cerebro

Cortisol: La hormona del estrés

Lo cierto, es que la exposición prolongada a altos niveles de cortisol puede dañar las células del hipocampo, región del cerebro involucrada en la formación y consolidación de los recuerdos. En consecuencia, esto puede contribuir a dificultades de memoria y problemas cognitivos en personas expuestas crónicamente al estrés.

¿Qué sucede a nivel cognitivo?

Asimismo, el cortisol puede influir en la neuroplasticidad, proceso mediante el cual el cerebro se adapta y cambia en respuesta a experiencias. De este modo, niveles crónicamente elevados de cortisol pueden afectar negativamente la plasticidad neuronal, lo que dificulta la capacidad del cerebro para adaptarse y responder de manera eficiente a nuevas situaciones.

El impacto de los niveles de cortisol

Un estudio reciente encontró que el nivel de cortisol aumenta aproximadamente nueve veces durante los períodos de estrés en comparación con los períodos de relajación. Además, se reportó un aumento significativo en los puntajes de ansiedad estatal medidos por la Escala de Ansiedad Estado-Rasgo (State-Trait Anxiety Inventory, STAI, en inglés). ¿Qué muestra esto? Que el estrés tiene un impacto significativo en los niveles de cortisol y la importancia de abordar esta respuesta y sus efectos en la salud física y emocional (Cay et al., 2018).

Veamos otras consecuencias

Además de su influencia en la función cognitiva, también puede afectar el sistema inmunológico. Así, si bien el estrés agudo puede estimular temporalmente el sistema inmunológico como una respuesta de defensa, la exposición prolongada al cortisol puede suprimir la respuesta inmunológica. Lo que significa que el estrés crónico puede debilitar la capacidad para combatir enfermedades e infecciones. Aspecto que, por consiguiente, aumenta el riesgo de enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico.

Con lo anterior, el cortisol tiene efectos sobre el metabolismo y la regulación del azúcar en la sangre. Mismamente, en situaciones de estrés, puede aumentar los niveles de glucosa en la sangre, proporcionando energía adicional a los músculos y al cerebro para hacer frente a la situación estresante. Sin embargo, cuando los niveles de cortisol están constantemente elevados debido al estrés crónico, esto puede llevar a problemas de regulación del azúcar en la sangre, aumentando el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina y diabetes mellitus tipo II.

Gestión del cortisol y el estrés

Por todo lo descrito a lo largo de la nota, sabemos que el estrés, en principio, es una respuesta adaptativa, aunque puede volverse disfuncional. Sin embargo, los seres humanos tenemos la capacidad de modificar lo que se percibe como estresante y cómo responder a ello.

Así pues, las respuestas psicológicas disfuncionales (por ejemplo, catastrofismo) después de evaluaciones cognitivas adaptativas y precisas, son tratadas con técnicas como el afrontamiento, la reevaluación cognitiva o confrontación de los estresores. Herramientas que, al fin y al cabo, pueden minimizar esa secreción de cortisol (Hannibal y Bishop, 2014).

Ahora, un estudio reciente propone tener en cuenta los efectos del estilo de vida que lleva la persona. Es decir, no solo en el estrés en sí, sino también en los niveles de cortisol. Esto enfatiza la importancia de considerar múltiples factores en la evaluación del estrés y resalta la necesidad de abordar los factores del estilo de vida como parte integral de las estrategias de manejo (Fukuda y Morimoto, 2001).

Conclusión

El cortisol, una hormona clave en la respuesta al estrés, desempeña un papel importante en la modulación de la inflamación, regulación del metabolismo y consolidación de memorias emocionales. Sin embargo, cuando la respuesta al estrés se vuelve crónica, puede conducir a una serie de problemas de salud, incluido el aumento del riesgo de enfermedades crónicas, trastornos del estado de ánimo y del sueño, entre otros. Por todo lo anterior, es fundamental reconocer la interrelación entre el estrés y el cortisol, y abordarlo de manera integral. Para aprender más sobre el impacto biológico, cognitivo y emocional que tiene esta respuesta del cuerpo a nivel cerebral, te invitamos a nuestro curso sobre estrés y cerebro.

Referencias bibliográficas

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