Gracias a los avances tecnológicos y científicos se ha aumentado la esperanza de vida de las personas que padecen enfermedades asociadas a la vejez como el deterioro cognitivo leve. De esta forma, se han producido algunos cambios en la configuración de los ámbitos de la sociedad, especialmente en la salud. En consecuencia, se han ampliado estudios cuyo interés principal es el de disminuir el declive cognitivo relacionado con la edad y el desarrollo de diversas patologías.

¿Qué es el deterioro cognitivo leve?

El deterioro cognitivo leve se define como un deterioro o declive de una o varias funciones cognitivas que, en términos generales, no afecta o afecta mínimamente la funcionalidad.

man sitting on bench

Es decir, hay un mantenimiento de las habilidades funcionales pero existen leves dificultades con respecto a las funciones cognitivas.

Consecuentemente, este declive cognitivo deriva en sentimientos de preocupación por parte de la familia o de la propia persona. 

Cancino y Reihben (2016) explican que “un sujeto con síntomas compatibles con el deterioro cognitivo leve, eventualmente podría avanzar hacia el desarrollo de algún tipo de demencia, permanecer estable, e incluso, con la intervención adecuada, podría retomar su funcionamiento cognitivo normal” (p. 184).

¿Cómo se diagnostica?

Los criterios diagnósticos que se deben tener en cuenta para poder catalogar la presencia de un deterioro cognitivo leve son:

  • Tener evidencia de cambios cognitivos respecto a un estado previo.
  • Presentar alteración o declive de por lo menos una función cognitiva.
  • Independencia en el desarrollo de actividades funcionales pero presentando dificultades en las tareas complejas.
  • No presentar evidencia de demencia.

Dentro del diagnóstico es importante diferenciar o tener en cuenta síntomas como la depresión, ansiedad, irritabilidad, apatía, agitación o enfermedades asociadas a la vejez. Esto se debe a que tales sintomatologías pueden generar quejas subjetivas de memoria, afectar el bienestar de las personas y alterar su funcionamiento social (Cancino y Reihben, 2016).

¿Qué herramientas se utilizan para evaluar el deterioro cognitivo leve?

En primer lugar, para realizar un diagnóstico de las dificultades cognitivas se debe comenzar con un test de rastreo con el fin de descartar otras enfermedades asociadas a la vejez. Mora et al. (2012) indican que existen diferentes tipos de test de rastreo:

man in black jacket wearing brown fedora hat
  1. Cribado general. Se hace una exploración simple de diferentes funciones cognitivas superiores. Un ejemplo es el Mini Examen del Estado Mental (Mini-mental state examination, MMSE, en inglés).
  2. Test de rastreo específico. Se evalúa mediante la exploración de una función concreta. Por ejemplo, el test del reloj.
  3. El tercer grupo, es el de test de cribado, que rastrea un tipo de deterioro cognitivo leve. Se utiliza para detectar un subtipo de deterioro, teniendo en cuenta todas las funciones superiores.

En la actualidad, existen algunas investigaciones sobre posibles biomarcadores para diagnosticarlo.

Uno de ellos se realiza por medio del electroencefalograma, donde se puede evidenciar una disminución de la actividad Beta y un incremento de las ondas Tetha.

Teniendo en cuenta que, dependiendo de la cantidad de cambio, se podría diferenciar el deterioro cognitivo leve con respecto a la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo. 

Otra técnica de neuroimagen que se utiliza es la resonancia magnética (functional magnetic resonance imaging, MRI, en inglés) o la tomografía por emisión de positrones (event related potencial, ERP, en inglés), que evidencian una disminución del grosor de la corteza o partes específicas como el hipocampo (Cancino y Reihben, 2016).

¿Qué tipos de deterioro cognitivo leve hay?

En primer lugar, para entender mejor sobre el deterioro cognitivo leve se han hecho diferentes clasificaciones de cómo se puede presentar. Actualmente, la clasificación más utilizada es la desarrollada por Peterson et al. (2009), que plantea que existen cuatro tipos de deterioro cognitivo. Estos surgen de dos pilares diferentes.

El primer pilar se relaciona con la memoria, en la que pueda existir o no presencia de afectación.

Se ha encontrado que la presencia de esta dificultad es la que genera más problemas para desarrollar actividades complejas (por ejemplo, el uso de dinero). De igual manera, puede avanzar con más facilidad hacia una demencia. 

El segundo pilar, es la cantidad de funciones que están afectadas. Es decir, si afecta solo a un dominio o función o, por el contrario, el multidominio afecta a más de una función.

El estudio realizado por Seelye et al. (2013) encontró que las personas con deterioro cognitivo leve multidominio presentan mayores dificultades para terminar adecuadamente las tareas que se le piden.

Fotos de stock gratuitas de adentro, anciano, comprando

Por el contrario, el rendimiento de los que tienen declive cognitivo en una sola función fue muy parecido a las personas sin ningún deterioro. 

Así pues, de la unión de estos pilares surgieron los 4 tipos de deterioro cognitivo leve que actualmente se utilizan:

  • Amnésico unidominio
  • Amnésico multidominio
  • No amnésico unidominio
  • No amnésico multidominio

Se ha reportado que las afectaciones que son multidominio y, especialmente, el tipo que tiene dificultades en la memoria son las que más riesgo presentan para avanzar hacia una enfermedad de Alzheimer (Mora et al., 2012).

¿Qué hacer si hay deterioro cognitivo leve?

Para realizar una intervención hay que tener en cuenta que los consultantes todavía preservan su autonomía. Son profesionalmente activos y conscientes de sus dificultades.

Y es que, esto influye en el momento de redactar los objetivos y en la creación de actividades. Es decir, las actividades deben ser acordes a sus necesidades. Así, pueden crear un impacto en todos sus contextos sociales. 

Para comenzar, es importante que el consultante y la familia reciban apoyo y orientación sobre qué es la enfermedad. Y, con ello, enseñar el manejo adecuado en el contexto de la persona.

Igualmente, es clave en este proceso la psicoeducación y que se indique la necesidad de realizar diferentes actividades físicas y cognitivas. Todo con el fin de favorecer el mantenimiento de los progresos cognitivos y lentificar el deterioro. 

Además, se debe comenzar a realizar una estimulación en todas las funciones cognitivas, con énfasis en la memoria y la velocidad de procesamiento.

Es necesario hacer que tales actividades estén relacionadas a aquellas que generalmente realiza la persona en su vida cotidiana, considerar que estén establecidas dentro de una rutina e incluir actividades cognitivas (lectura, escritura) (Bruna et al., 2011). 

Conclusión

Mientras más información sobre qué es el deterioro cognitivo leve conozcamos, mejores herramientas tendremos para manejarlo. Pues es importante conocer los criterios diagnósticos para diferenciarlo de otras enfermedades asociadas a la vejez.

Frente a cualquier sospecha es fundamental acudir a un equipo especialista. De esta manera, se pueden evitar y disminuir los efectos adversos del proceso de degeneración cerebral.

Finalmente, pero no menos importante, recordar que el beneficio para la persona será el de mantener por más tiempo una buena calidad de vida.

Referencias bibliográficas

  • Bruna, O., Roig, T., Puyuelo, M., Junqué, C. y Ruano, A. (2011). Rehabilitación neuropsicológica. Intervención y práctica clínica. Elsevier.
  • Cancino, M. y Rehbein, L. (2016). Factores de riesgo y precursores del Deterioro Cognitivo Leve (DCL): Una mirada sinóptica. Terapia psicológica, 34(3), 183-189. https://doi.org/10.4067/S0718-48082016000300002
  • Petersen, R. C., Knopman, D. S., Boeve, B. F., Geda, Y. E., Ivnik, R. J., Smith, G. E. y Jack, C. R. (2009). Mild Cognitive Impairment: Ten Years Later. Archives of Neurology, 66(12), 1447-1455. https://doi.org/10.1001/archneurol.2009.266
  • Seelye, A. M., Schmitter-Edgecombe, M., Cook, D. J. y Crandall, A. (2013). Naturalistic Assessment of Everyday Activities and Prompting Technologies in Mild Cognitive Impairment. Journal of the International Neuropsychological Society, 19(4), 442-452. https://doi.org/10.1017/S135561771200149X