¿Te has preguntado alguna vez cómo funciona la mente cuando enfrentamos situaciones intensas o abrumadoras? En esta nota exploraremos un fenómeno intrigante y, a menudo, incomprendido, la disociación en el trauma. Veamos cómo la mente a veces encuentra formas sorprendentes de proteger a la persona de situaciones angustiosas, y cómo esta estrategia de evasión puede afectar el día a día.
Disociación en el contexto del trauma
La disociación se refiere a un proceso mental en el que la persona experimenta una desconexión o separación de su entorno, de sí misma o de sus pensamientos, sentimientos y recuerdos. Esta desconexión puede ser temporal o más duradera, y puede manifestarse de diferentes maneras, como en la sensación de estar fuera del cuerpo, en la pérdida de memoria o en la sensación de que las cosas no son reales.
La disociación, a menudo, se asocia con el trauma, ya que puede ser una forma de defensa psicológica ante experiencias abrumadoras o traumáticas. Y es que, la disociación puede ser una respuesta adaptativa que ayuda a la persona a sobrevivir a situaciones extremas. Sin embargo, cuando se convierte en un patrón persistente y disfuncional, corre el riesgo de ser un síntoma de un trastorno disociativo (Boyer et al., 2022).
¿Un mecanismo de evasión?
La disociación puede actuar como un mecanismo de evasión en situaciones traumáticas al permitir que las personas escapen momentáneamente de experiencias con tales características. Pues la misma, permite desconectarse de la realidad y sentirse menos impacto por el trauma.
Además, la disociación brinda la capacidad de evitar enfrentar los recuerdos y emociones traumáticas. De este modo, puede resultar útil en situaciones donde la persona no tiene control sobre lo que está ocurriendo, ya que logra de esta manera disminuir la ansiedad que las acompaña (Bonilla, 2012). En caso de que quieras profundizar más sobre este cuadro y sus bases neuropsicológicas, te recomendamos nuestro curso en ansiedad.
¿Cómo se manifiesta?
Los síntomas de disociación vinculados al trauma y la evitación pueden presentarse de diversas maneras:
- Despersonalización: Sensación de estar desconectado de uno mismo o de la realidad, como si se observara desde fuera del propio cuerpo.
- Desrealización: Percepción de que el entorno no es real o de que se está inmerso en un sueño.
- Amnesia disociativa: Incapacidad para recordar información relevante sobre uno mismo o la experiencia traumática.
- Fuga disociativa: Acto de viajar o escapar de un lugar sin recordar cómo se llegó allí o sin conciencia de la propia identidad.
- Trastorno de identidad disociativo: Coexistencia de dos o más identidades o personalidades distintas que influyen en el comportamiento de la persona.
Con lo anterior, los síntomas de evitación pueden manifestarse como ansiedad, incluyendo la evitación de situaciones o estímulos que recuerden el trauma, pérdida de interés en actividades que solían ser placenteras, sensación de desconexión con los demás e insensibilidad emocional. Ahora, es relevante señalar que la intensidad y frecuencia de estos síntomas pueden variar de una persona a otra, dependiendo de la gravedad del trauma experimentado (Lynn et al., 2022).
Impacto de la disociación: Más allá del trauma
Como hemos mencionado, la disociación puede servir como estrategia de afrontamiento en situaciones traumáticas al permitir que las personas se desconecten de los recuerdos y emociones traumáticas, evitando así el dolor emocional asociado. Sin embargo, esta evasión, a través de la disociación, puede tener efectos negativos a largo plazo al impactar la memoria, la concentración y la capacidad para establecer relaciones saludables.
En ese sentido, la disociación puede tener un efecto complejo en la vida de las personas en situaciones traumáticas. Por ejemplo, a nivel emocional, puede provocar desconexión emocional y entumecimiento, dificultando la expresión de emociones y las relaciones interpersonales.
En el ámbito cognitivo, afecta la memoria y la concentración, lo que influye en la capacidad para procesar el trauma y el rendimiento en diversas áreas. Y, finalmente, en el ámbito relacional, puede dificultar la confianza y llevar a comportamientos autodestructivos y aislamiento (Cavicchioli et al., 2021).
Causas y factores de riesgo
Explorar las causas subyacentes de la disociación en el contexto del trauma y la evasión es un proceso que conlleva una complejidad notable. Además del papel como mecanismo de afrontamiento expuesto, también hay otros factores que pueden influir en la disociación. Entre ellos, una posible predisposición genética, experiencias vividas durante la infancia temprana y elementos estresantes del entorno.
El riesgo de la cronificación
Se ha observado que la gravedad y la duración del trauma, la edad en la que se produce, la presencia de otros trastornos mentales, la falta de apoyo social y la carencia de habilidades de afrontamiento pueden aumentar la probabilidad de que la disociación se convierta en un mecanismo de evasión crónico. Por esta razón, comprender tales factores ayuda a los profesionales de la salud mental a desarrollar estrategias de tratamiento más efectivas para los trastornos disociativos.
Además, estudios han demostrado que si no se trata adecuadamente y a tiempo, la disociación relacionada con el trauma puede empeorar a otras afecciones mentales. De esta manera, esto subraya la importancia de prevenir eventos traumáticos tempranos y brindar atención informada sobre el trauma en los servicios psiquiátricos y de intervención temprana (Hogg et al., 2022).
La importancia de una intervención temprana
El tratamiento especializado es esencial para abordar de manera efectiva los trastornos disociativos y la disociación relacionada con el trauma. Es así, que aquellos que acceden a esta atención experimentan una notable reducción de los síntomas, tasas inferiores de autolesiones y hospitalización, menos revictimización y un menor uso de sustancias. Además, se observa una mejora significativa en el funcionamiento social, emocional y ocupacional.
Sin embargo, cuando la disociación no recibe tratamiento especializado, los síntomas tienden a persistir y agravarse con el tiempo. Lo que resulta especialmente preocupante en el caso de niños y adolescentes, ya que la falta de intervención puede llevar a problemas más graves en el futuro.
El enfoque psicoterapéutico
La psicoterapia emerge como el enfoque principal en la recuperación del trauma, generalmente llevada a cabo una o tres veces por semana durante varios años. Así, su abordaje abarca diversas modalidades, preferentemente la terapia cognitivo conductual y la terapia dialéctico conductual, entre otras.
Grosso modo, el proceso terapéutico se inicia con la construcción de una sólida alianza terapéutica que brinda seguridad al paciente, seguida de una fase de estabilización y reducción de síntomas. Posteriormente, se centra en el procesamiento del trauma, permitiendo la integración y rehabilitación del individuo para lograr una recuperación efectiva y una mejora sustancial en su calidad de vida (Boyer et al., 2022).
Conclusión
La disociación, como mecanismo de evasión, en situaciones de trauma es un fenómeno complejo que puede impactar significativamente la vida de las personas. Es crucial comprender y abordar este proceso para promover la salud mental y el bienestar en momentos difíciles.
La prevención y el manejo adecuados del trauma desempeñan un papel fundamental en este proceso, permitiendo a las personas afrontar y superar las secuelas del trauma de manera efectiva. Como no puede ser de otra forma, cuidar la salud mental en contextos potencialmente traumáticos es esencial para una recuperación sólida y resiliencia emocional a largo plazo.
Referencias bibliográficas
- Bonilla, A. M. (2012). Disociación como defensa al trauma: caso clínico de fuga disociativa. Revista Cúpula, 2, 26.
- Boyer, S. M., Caplan, J. E. y Edwards, L. K. (2022). Trauma-Related Dissociation and the dissociative disorders. Delaware journal of public health, 8(2), 78-84. https://doi.org/10.32481/djph.2022.05.010
- Cavicchioli, M., Scalabrini, A., Northoff, G., Mucci, C., Ogliari, A. y Maffei, C. (2021). Dissociation and Emotion Regulation Strategies: A Meta-Analytic review. Journal of Psychiatric Research, 143, 370-387. https://doi.org/10.1016/j.jpsychires.2021.09.011
- Hogg, B., Gardoki-Souto, I., Valiente-Gómez, A., Rosa, A. R., Fortea, L., Raduà, J., Amann, B. L. y Moreno‐Alcázar, A. (2022). Psychological trauma as a transdiagnostic risk factor for Mental Disorder: An Umbrella Meta-analysis. European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience, 273(2), 397-410. https://doi.org/10.1007/s00406-022-01495-5
- Lynn, S. J., Polizzi, C. P., Merckelbach, H., Chiu, C., Maxwell, R. M., Van Heugten, D. y Lilienfeld, S. O. (2022). Dissociation and dissociative disorders reconsidered: beyond sociocognitive and trauma models toward a transtheoretical framework. Annual Review of Clinical Psychology, 18(1), 259-289. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-081219-102424