La lectura nos brinda la oportunidad de desarrollar nuestra imaginación y creatividad, aprender, reflexionar, conocer, recordar, en fin… El cerebro desarrolla ciertos procesos que nos permiten leer y, a través de ello, conocer mundos inimaginables. Leer es complejo, requiere de varios procesos cognitivos para que pueda llevarse a cabo. Cuando hablamos de lectura, es importante el desarrollo de ciertos requisitos previos, los cuales se producen en diferentes zonas cerebrales. Esta interacción entre las diversas áreas permiten que los sistemas cognitivos, motores, visuales, auditivos y de lenguaje se coordinen para dar como resultado el aprendizaje de la lectura. Conozcamos más sobre la lectura y el desarrollo cognitivo.

Desarrollo cognitivo y lectura

El desarrollo cognitivo se produce gracias a la constante estimulación del medio en el que nos encontramos. Todo aquello que vamos aprendiendo sirve para ampliar nuestras capacidades cognitivas y desarrollo general. Ciertamente, el aprendizaje está fuertemente ligado al desarrollo cognitivo.

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Cuando se trata de la escritura hablamos de que, para que exista una comprensión sobre el lenguaje escrito, los niños integren procesos previos a la enseñanza formal de la lectura.

Solé y Teberosky (2001) describen a este proceso como la “capacidad de resolver problemas” e inicia cuando los niños aprenden a distinguir entre un dibujo y la escritura.

La apropiación de la alfabetización, como ellos denominan, avanza con la escritura y los procesos subyacentes como la comprensión de lo que la escritura representa. Definitivamente, ambos son procesos interrelacionados.

La lectura implica que, nosotros los lectores, procesemos la información en diferentes niveles.

Se destaca, principalmente, una alta capacidad de abstracción de información en la que se puedan diferenciar todos aquellos estímulos sensoriales relacionados con el habla para convertirlos o adaptarlos a la simbolización de las palabras, es decir, las imágenes que representan el texto.

En otras palabras, el proceso comienza cuando los pequeños empiezan a tomar conciencia sobre las unidades fonológicas de las que se compone el lenguaje, el conocimiento de la representación gráfica de los sonidos, el formato de los textos, sus componentes y la función social (Villalón et al., 2003).

Procesos cognitivos en la lectura

El aprendizaje de la lectura se inicia a partir de los 6 años aproximadamente, momento en el que el niño está en capacidad de formular ideas completas de manera oral.

La lectura es un proceso que, a diferencia de la producción de lenguaje oral, no sucede de manera espontánea. Requiere de una enseñanza formal y constante. Es así como la lectura implicará la utilización de nuestras competencias lingüísticas con el fin de comprender estímulos visuales a partir de un texto escrito. 

Por otro lado, el desarrollo de las funciones ejecutivas también está presente en el proceso de adquisición de la lectura. Dentro de los procesos cognitivos básicos que necesitamos coordinar para que podamos leer, encontramos (Savage et al., 2005; Urquijo, 2010):

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  • Procesamiento fonológico
  • Automaticidad motora
  • Percepción del habla
  • Memoria a corto plazo
  • Denominación automatizada rápida
  • Atención
  • Lenguaje
  • Abstracción
  • Adecuada decodificación de estímulos
  • Comprensión de textos

También es cierto que existen factores ambientales que influyen en el aprendizaje de la lectura.

Es decir, mientras mayor sea la exposición a estímulos de lectura, se puede instaurar de mejor manera la motivación por leer y aprender.

Habilidades metalingüísticas

Cuando hablamos de lenguaje, hacemos referencia a los diferentes componentes lingüísticos que hacen posible nuestra comunicación. Dichos componentes nos permiten desarrollar diversas habilidades metalingüísticas necesarias para el proceso de lectura. Es decir, nos permite tomar conciencia sobre lo que estamos leyendo. Dentro de estas habilidades encontramos:

  • Conciencia fonológica: Referida a los sonidos de la propia lengua.
  • Conciencia léxica: Capacidad de aislar las palabras que componen las diversas estructuras gramaticales (por ejemplo, las oraciones) y comprender cada unidad lingüística.

Conforme vamos aprendiendo a leer, estas habilidades metalingüísticas se optimizan. Dicho aprendizaje suele reforzarse en el centro educativo, acompañado de las distintas estrategias que utilizan los docentes para lograrlo.

Asimismo, es importante que tengan un refuerzo en casa por parte de lo cuidadores, ya que como hemos dicho, requiere de una estimulación constante.

Bases neuropsicológicas de la lectura

La participación de diferentes estructuras cerebrales  dan paso al proceso de aprendizaje de la lectura. Como lo indican Puente y Ferrando (2000), cuando leemos, las estructuras que principalmente se activan son el lóbulo occipital (receptor de los estímulos visuales), frontal, temporal y parietal (áreas activadas especialmente en el lenguaje con funciones como el reconocimiento de las palabras, sus significados y el almacenamiento léxico).

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La lectura en voz alta, por ejemplo, no solo implica estas estructuras sino que también conecta al hemisferio derecho y al cerebelo. Como resultado, se pueden realizar las distintas funciones prosódicas y articulatorias.

A modo general, podemos definir que las áreas cerebrales implicadas en el lenguaje oral y escrito son:

  • Hemisferio izquierdo: Encargado de la fonología, sintaxis, semántica, acceso al léxico, adaptación del mensaje formulando su contenido semántico y conversión de signos gráficos.
  • Hemisferio derecho: Atención, orientación espacial, prosodia, adecuación del lenguaje al contexto y coordinación visomotriz.
  • Coordinación entre ambos hemisferios: Memoria verbal, identificación de los signos gráficos y tonalidad afectiva.

Conclusión

Como hemos podido ver, leer es un proceso tan complejo como gratificante. Es magnífico cómo nuestro cerebro coordina distintos sistemas para hacerlo posible. Sin duda alguna, el aprendizaje de la lectura estimula el desarrollo cognitivo en el niño.

Por ello, es altamente recomendable exponerlo a estímulos lectores desde temprana edad, involucrándolo en el proceso de aprendizaje y dándole la posibilidad de interesarse por la diversidad infinita de textos que existen.

Referencias bibliográficas

  • Alegría, J. (1985). Por un enfoque psicolingüístico del aprendizaje de la lectura y sus dificultades. Infancia y Aprendizaje, (29), 79-94. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=668383
  • López-Escribano, C. (2009). Aportaciones de la neurociencia al aprendizaje y tratamiento educativo de la lectura. Revista Aula, 15, 47-78. Doi: https://doi.org/10.14201/8942
  • Puente, A. y Ferrando, M. A. (Diciembre de 2000). Cerebro y Lectura (presentación de conferencia). Congreso Mundial de Lecto – Escritura. Valencia, España. http://www.waece.org/biblioteca/pdfs/d150.pdf
  • Savage, R. S., Freferickson, N., Goodwin, R., Patni, U., Smith, N. y Tuersley, L. (2005). Relationship among rapid digit naming, phonological processing, motor automaticity, and speech perception in poor, average, and good readers and spellers. Journal of Learning Disabilities, 38(1), 12-28. Doi: 10.1177/00222194050380010201.
  • Urquijo, S. (2010). Funcionamento cognitivo e habilidades metalinguísticas na aprendizagem da leitura. Educar em Revista, 38(3), 19-42. Doi: 10.1590/S0104-40602010000300003
  • Villalón, M., Bravo, L. y Orellana, E. (2003). Desarrollo cognitivo y aprendizaje inicial de la lectura: un proceso de influencia recíproca. Pensamiento educativo, 32(1), 90-106. http://www.pensamientoeducativo.uc.cl/index.php/pel/article/view/26505