En 1973, el psicólogo David Rosenhan llevó a cabo un controvertido experimento que cuestionó la fiabilidad de los diagnósticos psiquiátricos y planteó serias preocupaciones sobre la forma en que se clasifican y etiquetan las enfermedades mentales. Conocido como el experimento de Rosenhan, este estudio revolucionario puso en tela de juicio la validez y objetividad de los diagnósticos en el campo de la psiquiatría. A lo largo de la presente nota, exploraremos los detalles del experimento y sus implicancias en la salud mental.
¿Quién fue David Rosenhan?
David Rosenhan (1929-2012) fue un destacado psicólogo y profesor emérito de la Universidad de Stanford. Nacido el 22 de noviembre de 1929 en Jersey City, Nueva Jersey, Rosenhan dejó un legado significativo en el campo de la psicología.
A lo largo de su carrera, se distinguió por su enfoque innovador en la aplicación de métodos psicológicos al campo legal, incluyendo la evaluación de testigos expertos y la selección de jurados. Además, también fue reconocido por su dedicación a la promoción de la dignidad humana y su lucha contra los abusos de poder (Ross y Kavanagh, 2013).
Sobre el experimento de Rosenhan
El famoso experimento realizado por David Rosenhan, titulado Sobre estar cuerdo en lugares dementes (On being sane in insane places, en inglés), buscaba investigar la validez de los diagnósticos psiquiátricos y la capacidad de los profesionales de la salud mental para distinguir entre individuos sanos y aquellos que tenían una enfermedad mental. Unas conclusiones de un experimento que realizó entre 1969 y 1972.
¿Como se llevó a cabo?
Rosenhan reclutó a ocho personas sin patología, incluyendo a él mismo, quienes se presentaron en distintos hospitales psiquiátricos de Estados Unidos (EE. UU.), alegando escuchar voces que decían palabras incomprensibles como “vacío” o “hueco”. Una vez admitidos en los hospitales, los participantes adoptaron un comportamiento normal y no mostraron ningún síntoma adicional. A pesar de esto, todos fueron diagnosticados con trastorno psicótico y fueron sometidos a tratamientos con medicamentos psiquiátricos (Rosenhan, 1973).
Dentro del hospital, los voluntarios observaron y documentaron las condiciones de vida y el trato recibido por parte del personal. Todos ellos experimentaron pérdida de autonomía, estigmatización y dificultad para ser dados de alta, a pesar de no mostrar ningún síntoma de enfermedad mental.
Algunos resultados
Los resultados del experimento de Rosenhan fueron impactantes. Y es que, a pesar de que los voluntarios demostraron no tener ninguna enfermedad mental, permanecieron en los hospitales durante un período promedio de 19 días. Además, fueron tratados con medicamentos psicotrópicos y su comportamiento normal fue interpretado como sintomático por el personal médico.
Así pues, estos hallazgos plantearon serias dudas sobre la validez y la objetividad de los diagnósticos psiquiátricos, ya que incluso los profesionales altamente capacitados parecían incapaces de distinguir a las personas sanas de las que presentaban una enfermedad mental real (Wallerstein, 1973).
Sobre la validez de el experimento
Los estudios con pseudo-pacientes han sido objeto de críticas debido a los dilemas éticos que plantean. Una de las principales preocupaciones radica en la falta de consentimiento informado por parte de los profesionales de la salud y los pacientes reales involucrados en el estudio. Esta falta de transparencia socava la relación de confianza entre médico y paciente, y plantea interrogantes sobre la ética de la investigación encubierta.
Además, existe el riesgo de que los pseudo-pacientes puedan experimentar daños emocionales o físicos durante su participación en el estudio. Estas preocupaciones éticas han de ser cuidadosamente consideradas y abordadas para garantizar la protección y el respeto de los derechos de las personas involucradas en la investigación. Así pues, a pesar de que los estudios con pseudo-pacientes han proporcionado valiosos aportes, su validez se ve cuestionada debido a los dilemas éticos inherentes (Bulmer, 1982).
Críticas y revisiones al experimento de Rosenhan
Si bien su estudio provocó una profunda reflexión sobre la fiabilidad de los diagnósticos psiquiátricos y planteó cuestionamientos sobre la efectividad de los hospitales psiquiátricos en el tratamiento de las enfermedades mentales, es importante tener en cuenta que el experimento también ha sido objeto de críticas y controversias. De hecho, se ha argumentado que la muestra utilizada fue limitada y que el diseño del estudio presentaba sesgos.
Además, algunos investigadores han señalado que el enfoque de Rosenhan pudo haber simplificado en exceso la complejidad de los trastornos mentales y la labor de los profesionales de la salud mental (Scull, 2023).
Reproches y supuestas mentiras
En primer lugar, se argumenta que el experimento no cumplió con los estándares éticos adecuados. Al ingresar a los hospitales bajo falsas pretensiones, los investigadores engañaron al personal médico y a los pacientes, violando el principio de consentimiento informado. Esto plantea preocupaciones éticas significativas y cuestiona la validez de los resultados obtenidos.
Por otra parte, no hay que olvidar el libro de El gran pretendiente: La misión encubierta que cambió nuestra comprensión de la locura (The Great Pretender: The Undercover Mission that Changed our Understanding of Madness, 2020, en inglés), escrito por Susannah Cahalan. Una obra donde examina el experimento de Rosenhan y sus deficiencias metodológicas y éticas.
En este, revela la exclusión de Harry Lando, un pseudopaciente cuya experiencia difiere de los demás participantes. Mientras Rosenhan describió abuso en los hospitales psiquiátricos, Lando tuvo una visión positiva y transformadora de su hospitalización. Cahalan plantea dudas sobre la autenticidad de los testimonios y cuestiona la interpretación simplista de Rosenhan.
Lo cierto es que, si bien algunos críticos consideran que el estudio fue un ataque personal a la psiquiatría y la psicología clínica, a pesar de que el enfoque se centraba en las prácticas diagnósticas y las influencias contextuales, otros reconocen la importancia de sus hallazgos y la valentía de su trabajo (Agarwal, 2023).
Conclusión
El experimento de Rosenhan ha planteado serias dudas sobre la fiabilidad de los diagnósticos psiquiátricos y ha generado una importante discusión en el campo de la salud mental. Ha sido objeto de críticas y desafíos éticos, pero su impacto ha sido innegable. Este estudio nos insta a cuestionar y mejorar constantemente las prácticas en el diagnóstico y tratamiento de trastornos mentales. Pues es fundamental abordar las preocupaciones éticas y buscar métodos más efectivos y precisos para garantizar una atención de calidad y respetuosa con los derechos de cada individuo.
Referencias bibliográficas
- Agarwal, A. (2023). “On Being Sane in Insane Places”… it is a work half done”. Indian journal of psychiatry, 65(5), 601-603. https://doi.org/10.4103/indianjpsychiatry.indianjpsychiatry_773_22
- Bulmer, M. (1982). Are pseudo-patient studies justified? Journal of medical ethics, 8(2), 65-71. https://doi.org/10.1136/jme.8.2.65
- Cahalan, S. (2019). The Great Pretender: The Undercover Mission That Changed Our Understanding of Madness. Grand Central Publishing
- Rosenhan, D. L. (1973). On being sane in insane places. Science (New York, N.Y.), 179(4070), 250-258. https://doi.org/10.1126/science.179.4070.250
- Ross, L. y Kavanagh, D. (2013). David L. Rosenhan (1929-2012). The American psychologist, 68(6), 469. https://doi.org/10.1037/a0032245
- Scull, A. (2023). Rosenhan revisited: successful scientific fraud. History of psychiatry, 34(2), 180-195. https://doi.org/10.1177/0957154X221150878
- Wallerstein, R. S. (1973). Discussion of Rosenhan’s “on being sane in insane places”. Bulletin of the Menninger Clinic, 37(5), 526-530.