Frases como “Estoy cansado”, “No tengo fuerzas para seguir trabajando”, “Hoy he llegado a un límite” o “Estoy rendido” seguro que son más escuchadas de lo que parece. Conceptos como “Burnout” o “estrés laboral” se vienen estudiando desde hace muchos años. No obstante, existe un síndrome llamado “Fatiga por Compasión” o “Desgaste por Empatía” que tiene sus propias características y comenzó a profundizarse posteriormente. Aunque no se reconoce como un diagnóstico psiquiátrico en el DSM-V (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, en inglés) se ha estudiado desde la década de 1990, además de relacionarse con cuadros como el estrés traumático secundario y el agotamiento. Según su propio nombre indica, surge cuando se trata a personas que sufren de forma prolongada. Llegando a presentarse, de este modo, una especie de agotamiento no solo físico, sino también mental. Algo que nos recuerda que la empatía no es inquebrantable. Veamos un poco más.
Casos reales
Es agobiante cuando no tenemos los recursos, cuando sabemos que podríamos haber hecho algo, pero los recursos no son suficientes. (…) No sentimos que podamos ayudar todo lo posible. Ester.
Es como un estrés que se acumula, no quiero que la gente venga a mí y se desahogue demasiado en mi vida personal. (…) Es el encontrarme en una situación en la que no tengo la energía para estar. No puedo ser la que siempre es comprensiva, quiero hacer otra cosa. He sido lo suficientemente compasiva. Cilla.
Es un trabajo agotador conocer a personas con enfermedades. Y una cosa que es desgastante, que me gustaría agregar, es cuando la gente tiene enfermedades progresivas (…). Sabemos que nunca se pondrán bien y que no podremos ofrecerles ningún tratamiento ni curarlo. Es realmente extenuante. David (Norrman Harling et al., 2020).
¿Qué es el desgaste por empatía?
El psicólogo Charles Figley (1995), uno de los principales estudiosos del tema, indica que se trata de una especie de sufrimiento que se experimenta al escuchar los relatos de otra persona que ha sufrido.
Lo descubrió al observar cómo el apego humano e inevitable de enfermeras hacia sus pacientes generaba remordimiento por no haber podido mantenerlos con vida tras la guerra de Vietnam en los años 60.
Un poco más adelante, se constató que no es lo mismo entender que sentir el sufrimiento del otro.
Y es que, si bien la comprensión es un requisito para poder ayudar, el sentimiento de compasión por quien está sufriendo (el sentirlo) puede transformarse en la llamada fatiga por compasión.
Término, este último, que hace referencia a un sentimiento de profunda empatía y pena por quien sufre, junto con la pretensión de ayudar a resolver las causas que generan dicho dolor.
Como no puede ser de otro modo, este tipo de implicación conlleva un costo y puede convertirse en una complicación para el profesional. Ya sea en forma de fatiga o malestar.
Ahora, cabe aclarar que la fatiga por compasión puede presentarse tanto en un experto del área de la medicina, psicología o docente, como cualquier persona por un amigo, familiar o allegado, entre otros.
Síntomas y consecuencias del desgaste por empatía
Este fenómeno se caracteriza por una falta de disfrute de actividades que antes divertían, ganas de que el día laboral no comience, apatía, comer, beber y gastar excesivamente, incluso la presencia de dolores de espalda o estómago (Gilmore, 2012).
Así, los síntomas se pueden dividir en:
- Reacciones somáticas (p. ej.: Dolores de cabeza)
- Emocionales (p. ej.: Sentirse emocionalmente sobrepasado)
- Espirituales (p. ej.: Cuestionarse el sentido de la vida)
- Cognitivos (p. ej.: Atención disminuida, desorientación)
¿Qué muestran las investigaciones?
Con respecto al ámbito educativo, Campos (2016) realizó un estudio con profesionales de un Centro de Educación Especial de Pontevedra (España) cuyos alumnos tenían trastornos graves de conducta. Se encontró que el 93,3% de la muestra manifestaba un nivel medio de riesgo de experimentar fatiga por compasión.
Por su parte, Abraham – Cook (2012) realizó una investigación en docentes de escuelas públicas urbanas de Estados Unidos (EE. UU.) con altos niveles de pobreza. Hallaron que, aproximadamente, el 90% se encontraba con un alto riesgo de padecerlo.
En relación al campo médico, si bien Cáceres et al. (2021) encontraron que el 49.30% de las enfermeras de cuidados intensivos poseía riesgo de padecer fatiga por compasión, Abendroth y Flannery (2006) detectaron en otra muestra que el 78% estaba en riesgo moderado-alto de presentarlo.
Aún así, en todos los casos, dicho riesgo aludía al menos a casi la mitad de la muestra. Aspecto que demuestra que la fatiga por compasión no es un tema menor.
Diferencias con el síndrome de Burnout o “estar quemado”
El síndrome de Burnout se genera de forma paulatina y tiene una tasa de recuperación menor que la fatiga por compasión.
Sin embargo, esta última aparece sin previo aviso y los síntomas comienzan de forma más rápida. Además, la fatiga por compasión no está relacionada tanto con la situación laboral, sino al sufrimiento de la persona.
Por otra parte, conforma un estado que se asocia en mayor medida con el esquema cognitivo del profesional. Mientras que el síndrome de Burnout se genera mediante un proceso y tiene que ver con las condiciones laborales.
Así pues, si en el Burnout una de las consecuencias es el descenso de empatía por las condiciones del trabajo, la fatiga por compasión se caracteriza por un exceso de empatía (Hernández, 2017).
¿Cómo tratar el desgaste por empatía?
Este fenómeno no es prevenible aunque se pueden tomar medidas para paliarlo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los siguientes aspectos pueden predecirlo si no se cumplen adecuadamente.
Por ello, es necesario introducir estrategias de compensación. Ya sean supervisiones profesionales regulares, proyectos personales o deportes, entre otros. Si esto no se realiza, la fatiga conllevará mayores efectos nocivos (Campos y Cardona, 2017).
A nivel físico es importante dormir y comer bien, además de realizar algún deporte que genere disfrute.
En el plano psicológico, se vuelve crucial establecer límites entre el trabajo y el tiempo libre.
Así como tener momentos de autorreflexión (donde se destaca la eficacia del mindfulness).
Por su parte, en el área emocional, es clave realizar actividades recreativas, así como permitirse la expresión de emociones. Finalmente, en cuanto a lo laboral, es necesario tener descansos, apoyarse entre los compañeros, hacer uso de las vacaciones y ser supervisado. En definitiva, prácticas de autocuidado que sustituyan la fatiga por la satisfacción (Perry, 2014).
Conclusión
Como hemos visto, la empatía puede ser un arma de doble filo. Y es que, aunque para ejercer correctamente cualquier profesión no se ha de prescindir de ella, a la vez puede producir un efecto dañino.
Así, no es solo conveniente conocer y distinguir sus síntomas, sino saber pedir ayuda psicológica en el momento justo. Pues, el ser un término bastante nuevo da paso a que muchos profesionales no lo conozcan y puedan pensar que poseen Burnout o confundir con otras patologías.
Referencias bibliográficas
- Cáceres Rivera, D.I., Consuelo Torres, C. y López Romero, L. A. (2021). Fatiga por compasión y factores relacionados en enfermeras de cuidados intensivos: un estudio multicéntrico. Revista de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo, 30(2), 142-150. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1132-62552021000200142
- Campos, P. (2016). Estudio sobre la fatiga de compasión, satisfacción por compasión y burnout en profesionales que trabajan con alumnos con trastorno grave de conducta [Tesis de maestría, Universidad Pontificia de Comillas ICAI- ICADE]. Repositorio Universidad Pontificia de Comillas.
- Campos, J. y Cardona, J. (2017). El dolor del vínculo: La Fatiga por Compasión. En C. Guinot y A. Ferrán (Ed.). Trabajo Social: Arte para generar vínculos (pp. 229-240). Publicaciones de la Universidad de Deusto.
- Gilmore, C. (2012). Compassion fatigue – what is it and how to avoid it. Kai Tiaki Nursing New Zealand, 18(5), 32. https://search-proquest-com.bucm.idm.oclc.org/docview/1030094218?OpenUrlRefId=info:xri/sid:wcdiscovery&accountid=14514
- Hernández, M. C. (2017). Fatiga por compasión entre profesionales sanitarios de oncología y cuidados paliativos. Psicooncología, 14(1), 53-70. Doi: https://doi.org/10.5209/PSIC.55811
- Norrman Harling, M., Högman, E. y Schad, E. (2020). Breaking the taboo: Eight Swedish clinical psychologists’ experiences of compassion fatigue. International Journal of Qualitative Studies on Health and Well-Being, 15(1), 1785610. https://doi.org/10.1080/17482631.2020.1785610
- Perry, B. (2014). El costo de cuidar: el estrés traumático secundario y el impacto de trabajo con niños de alto riesgo y familias. Childtrauma Academy. https://childtrauma.org/wp-content/uploads/2014/05/Cost_of_Caring_Secondary_Traumatic_Stress_Spanish_Perry.pdf