Quizás la expresión de que el tiempo vuela, la hemos escuchado más de una vez. O, mismamente sentido. Si no, ¿cuántas veces en una actuación en vivo, escuchando música o viendo una película las preocupaciones parecen desaparecer y el tiempo desvanecerse? Además, no solo es el título de cientos de canciones, sino que también se ha retratado en el arte, tomando nombre en obras como las de Frida Kahlo. En relación con esto, posiblemente sea esa especie de pérdida de conciencia con respecto al tiempo lo que sucede en el cerebro de un artista y, de este modo, lo acerque a la creatividad. Algo así como los estados de flujo, concepto del campo de la neurobiología. Y, como resultado, cuando estamos absortos en una actividad, el tiempo vuela.
¿Qué es el estado de flujo?
El sentido del tiempo es subjetivo. Esto es, cambia en respuesta al contexto y puede distorsionarse cuando el cerebro se encuentra dañado, bajo el efecto de drogas, enfermedades o falta de sueño, por ejemplo. Cuando este órgano tan importante está poco estimulado puede dar la sensación, también conocida, de que el tiempo se percibe a cámara lenta.
Por el contrario, ante un estado de concentración en el que prima la atención (estado de flujo), el sentido subjetivo del tiempo parece acelerarse, e incluso desaparece por completo. Algo muy común en los jugadores, por ejemplo (Rutrecht et al., 2021).
Ya lo dijo Sacks
En el ensayo El yo creativo (2019), el neurocientífico Oliver Sacks se adelanta a los hallazgos cuando describe: La creatividad –ese estado en el que las ideas parecen organizarse en un flujo veloz y bien urdido, con la sensación de que surgen con espléndida claridad y significado– me parece algo fisiológicamente inconfundible, y creo que si dispusiéramos de la capacidad de conseguir imágenes cerebrales lo bastante definidas, estas mostrarían una actividad insólita y generalizada, en la que ocurrirían innumerables conexiones y sincronizaciones (Sacks, 2019).
La creatividad espontánea en el estado de flujo
Volviendo al término mencionado anteriormente podemos exponer que ciertas formas del arte, como la música, la actuación o la poesía son buenos ejemplos de lo que se conoce como estado de flujo. Dicho concepto, definido en la década de 1970 por el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, describe cómo en las experiencias placenteras parece que se altera el sentido de lugar y tiempo.
En esto, la neurociencia intenta comprender lo implicado en dicho proceso al estudiar una forma compleja de comportamiento creativo. Un aspecto que requiere flexibilidad cognitiva, pensamiento divergente y habilidades específicas. Hablamos de la improvisación.
Algunos casos donde se consigue el estado de flujo o flow
Musicalmente hablando
El acto creativo de la improvisación en el ámbito musical es uno de los más estudiados. Y es que, este estado cursa, a nivel cerebral, con patrones de actividad particulares en dos áreas claves de la corteza prefrontal. Estas zonas participan en la percepción del tiempo y control de impulsos. De esta forma, quienes improvisan estilos libres como el jazz o el rap, deben procesar rápidamente una secuencia de material nuevo frente a una audiencia que está presente, escuchando.
Así pues, durante la búsqueda de esta especie de autoexpresión se activan vías neuronales de la corteza medial prefrontal. Región del cerebro que nos ayuda a decidir entre diferentes alternativas de una situación.
Otro aspecto de tal patrón conlleva una disminución en la activación de las áreas laterales de dicha zona. Estructuras que participan en el autocontrol consciente, resolución de problemas, evaluación y regulación de conductas planificadas y atención focalizada.
El cerebro se pone en marcha
Así mismo, al activarse la zona medial fluye la generación interna de ideas. Y, además, cuando se desactivan en simultáneo las áreas laterales emergen pensamientos nuevos, conductas desinhibidas y la creatividad sin filtros. En otras palabras, el crítico interno se cierra y el interior creativo se enciende.
La creatividad puede ocurrir cuando se reduce la regulación de la corteza prefrontal lateral sobre los contenidos de la consciencia. Aspecto que da lugar a sensaciones inconscientes o que se presentan al azar. Sería así, cuando los pensamientos alcanzan el estado de flow. Actualmente, se desconoce si este patrón de actividad cerebral es una firma neuronal de la improvisación en todas las formas de arte (pintura, teatro, comedia, danza, escritura, etc) o si es exclusivo de las formas musicales y verbales (Heather, 2019).
Más allá de la improvisación
Ahora, quienes improvisan no están ajenos a su entorno. Esto es, hacen controles en tiempo real para chequear su desempeño y optimizarlo. Y, es aquí donde entra en juego la red de modo predeterminado (default mode network, DMN, en inglés) (Faller et al., 2021).
Esta red engloba un conjunto de regiones cerebrales que se activan cuando la atención se dirige hacia el interior. Por ejemplo, ante esa expresión tan conocida de soñar despiertos. Sin embargo, al llevar a cabo tareas enfocadas hacia el exterior, como completar un extenso formulario que requiere del control ejecutivo, la red se suprime.
La improvisación, por tanto, requiere de un equilibrio entre la actividad de ambas redes, ya que el pensamiento y comportamiento creativos responden a estímulos del entorno y se limitan para poder cumplir los objetivos de una tarea en particular.
¿Soñar despierto?
Con esto, no es necesario improvisar para lograr un estado de flujo. La desactivación de la corteza prefrontal lateral también se produce durante otros estados de la conciencia, como la meditación, hipnosis o el soñar despierto.
Es más, en cuanto a esto último, un patrón similar de activación disociada en la corteza prefrontal se identificó durante el sueño MOR o de movimientos oculares rápidos (rapid eye movements, REM, en inglés). La etapa del sueño en la que, generalmente, soñamos. Y es que, soñar implica asociaciones no planificadas, irracionales, atención desenfocada, sentido alterado del tiempo y un sentimiento de falta de sentido de agencia o control volitivo.
Conclusión
El sentido del paso del tiempo, con sus cambios y progresiones, es una capacidad evolutiva de nuestros cerebros por razones de adaptación… ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo? ¿Cuán rápido debo caminar para llegar al trabajo a tiempo? Hacer un seguimiento del tiempo es algo instintivo y se ha complementado con invenciones culturales, como relojes y calendarios. Que, de alguna forma, entrenan nuestros cerebros para mapear los instintos en escalas.
El ser humano ha desarrollado la capacidad de desactivar este mantenimiento constante del tiempo en momentos de éxtasis o contemplación artística, y ese sentido adaptativo de la atemporalidad le da a nuestras vidas gran parte de su belleza y significado.
La forma en que elegimos utilizar nuestro tiempo, que sigue siendo nuestro recurso más limitado y valioso, es uno de los mejores privilegios y responsabilidades que tenemos. Puede ser una propiedad variable de la física, pero también una propiedad de la mente y, a pesar de que existen pocos estudios cuantitativos, esto último lo convierte en un producto del cerebro.
Referencias bibliográficas
- Faller, J., Goldman, A., Lin, Y., McIntosh, J. R. y Sajda, P. (2021). Spatiospectral brain networks reflective of improvisational experience. NeuroImage, 242, 118458. https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2021.118458
- Heather, B. (2019). What Time Feels Like When You’re Improvising. Nautilus, 25, 62-65. https://nautil.us/what-time-feels-like-when-youre-improvising-7399/
- Rutrecht, H., Wittmann, M., Khoshnoud, S. y Igarzábal, F. A. (2021). Time Speeds Up During Flow States: A Study in Virtual Reality with the Video Game Thumper. Timing & Time Perception, 9(4), 353-376. https://doi.org/10.1163/22134468-bja10033
- Sacks, O. (2019). El río de la conciencia. Anagrama.