Sigmund Freud, considerado el padre del psicoanálisis gracias a sus diversas ideas acerca de la mente humana y el desarrollo del individuo, ha postulado una teoría que involucra la más compleja naturaleza del sujeto, la personalidad. Pese a las continuas críticas recibidas a causa de esta, se ha posicionado como un referente en diversas comunidades académicas gracias a la explicación expuesta acerca de las instancias psíquicas que se desarrollan en un individuo y conforman en constructo de personalidad: Ello, Yo y Superyó. Veamos más, a continuación.
Psicoanálisis: Freud y su acercamiento a la teoría de la personalidad
Para comenzar, es importante mencionar que no solo Freud ha investigado acerca de este constructo, también lo han hecho muchos otros académicos. Esta noción, de hecho, ha sido abordada durante décadas y ha generado distintas reacciones debido al impacto que causa en la cotidianidad de un individuo.
Preguntas y más preguntas para Freud
Es decir, durante su análisis han surgido interrogantes como: ¿Qué nos hace actuar cómo actuamos? ¿Por qué elegimos una cosa y no otra? ¿O por qué preferimos a esta persona y no a otra? ¿Por qué decidimos vernos de esta manera y no de otra? La respuesta a estas incógnitas no puede ser más confusa. La vida psíquica de una persona presenta una dimensión tan amplia que solo la apariencia física o persona exterior constituye una parte muy pequeña (Sollod et al., 2009).
Al tratar de comprender dicha afirmación, puede evidenciarse cómo el plano cultural, social, biológico y genético generan una fuerte incidencia en el desarrollo individual de cada uno. Y esto permite construir significaciones intrapsicológicas e interpsicológicas, desde el psicoanálisis, que constituyen el constructo de personalidad.
No obstante, Freud destaca características explícitas de manera más precisa que permiten adoptar una idea acerca de la personalidad. La concepción de que exista una estructura específica que puede clarificar esta incógnita, ha sido, quizás, una de las más controversiales en su obra de psicoanálisis.
Sin embargo, no puede negarse que, gracias a ella, se han consolidado bases sólidas que han permitido la construcción de diversos marcos conceptuales acerca de dicho constructo. Tales características han sido definidas por parte del autor, en la segunda tópica, como instancias psíquicas que constituyen este controvertido constructo y son: Ello, Yo y Superyó. Considerando que sus aportes derivan desde la perspectiva del psicoanálisis, se intentará explicar cada una de sus propuestas.
El Ello
Lo inconsciente es la cualidad característica del Ello. Es así como se describe que esta instancia o estructura es la más antigua en cuanto al proceso de ontogénesis se refiere. Lo anterior, se debe a que el autor se refiere a esto como la parte oscura, inaccesible, de nuestra personalidad… Lo llamamos un caos, una caldera llena de excitaciones borboteantes (Freud, 1932, p. 4).
Desde allí, surgen energías psíquicas denominadas pulsiones. Estas se traducen en impulsos o necesidades que necesitan ser satisfechas. De acuerdo con lo anterior, el psicoanálisis postula aquello que se denomina Principio del placer como dominador del Ello (Gross, 2016).
Esto se debe a que en el aparato psíquico, el Ello actúa de acuerdo a los estímulos recibidos del ambiente y emite una respuesta inmediata (conducta) sin importar lo que pueda implicar. Por tanto, el Ello es aquello a lo que el sujeto no puede acceder de manera consciente.
¿Cómo actúa el Ello en la personalidad del individuo?
Por ejemplo, cuando una persona siente la necesidad de sostener relaciones sexuales (pulsión) debido a que forma parte de su instinto más primitivo. Sin embargo, al no tener un vínculo sentimental con otro individuo, responde de manera inmediata a esta demanda (conducta) proporcionando cierta cantidad de dinero a otro individuo que brinda este tipo de servicios.
Ciertamente, la necesidad ha sido satisfecha; no obstante, al paso de unos días, siente la misma necesidad. Por lo tanto, acude a otro individuo con el fin de satisfacer de nuevo sus impulsos. Ahora, el sujeto acude frecuentemente a distintos individuos para satisfacer dicha necesidad (principio del placer) sin pensar en la posibilidad de contraer una enfermedad venérea (consecuencia).
El Yo de Freud
De acuerdo con lo expuesto en la teoría, es la instancia originada del Ello. Freud lo define como el órgano sensorial de todo el aparato, receptivo además no solo para excitaciones que vienen de afuera, sino para las que provienen del interior de la vida anímica (Freud, 1932, p. 5). Por tanto, se hace referencia a un Yo determinado por el mundo exterior, aunque no completamente.
Si bien juega un papel importante la percepción, aquello que se interioriza a través de los sentidos supone el desarrollo de una actividad en buena parte inconsciente. Pese a esto, el Yo es la instancia encargada de brindar protección de los peligros que puedan existir en el mundo exterior. Un aspecto que se denominó Principio de autoconservación (Gross, 2016).
Mientras el Ello busca satisfacer los impulsos sin importar sus consecuencias (principio del placer), el Yo busca preservar la integridad a través de la seguridad (principio de autoconservación). No obstante, la actividad inconsciente (Ello) sigue predominando sobre la actividad un tanto consciente (Yo) (Fernández, 2018).
¿Cómo actúa el Yo en la personalidad del individuo?
Un individuo decide asistir a un grupo de apoyo para abordar su problemática de consumo de sustancias psicoactivas, pues hace poco más de un año ha estado consumiendo y ha experimentado cambios conductuales y físicos (principio de autoconservación). Después, decidió que no asistirá nuevamente debido a que siente que puede controlar el deseo de consumir.
Sin embargo, al salir de su hogar, encuentra una persona cercana que le brinda una dosis de cocaína y otra dosis de anfetaminas. Al verlas, recuerda las sensaciones que provocan dichas sustancias al ser consumidas y acepta ingerirlas de nuevo en su organismo, olvidando su proceso de recuperación (influencia del Ello en el Yo).
El Superyó
Esta instancia psíquica aparece como un hallazgo tardío. Realizando un recorrido por la extensa teoría psicoanalítica, puede evidenciarse la diversa conceptualización de este término. No obstante, al ser el Ello una instancia pulsional que da rienda suelta a los impulsos y el Yo una instancia dominada por el Ello pese a sus intentos por preservar la seguridad, debe existir una instancia que actúe bajo los preceptos de la moralidad. A esta instancia se le denominó Superyó.
Siendo así, podría decirse que el Superyó actúa en contraposición a las demandas del Yo al ser esta la instancia ligeramente consciente del individuo. Así pues, se denomina sentimiento o consciencia de culpa a esta persecución que ejerce el Superyó sobre el Yo (Gross, 2016).
Dicho lo anterior, Freud afirma que el Superyó observa cada uno de sus pasos, le presenta determinadas normas de conducta sin atender a las dificultades que pueda encontrar de parte del ello y del mundo exterior (Freud, 1932, p. 7). A esta eterna lucha entre el Yo y Superyó, se une el Ello. Dos instancias psíquicas (Ello y Superyó) queriendo dominar y presionar a la representación exterior (Yo).
¿Cómo actúa el Superyó en la personalidad del individuo?
Martha decide caminar alrededor de la ciudad con el fin de dar un paseo mañanero. Al detenerse en una de las calles que debe cruzar, observa un gran ventanal donde se exhiben algunos objetos para uso doméstico. Al acercarse, siente un fuerte impulso de adquirirlos, pues están en promoción (Ello).
Ahora, recuerda que su hogar está perfectamente amueblado y su madre le obsequió algunos utensilios de cocina días atrás. Pese a ello, no para de imaginar lo feliz que sería si pudiera obtener la promoción (Yo).
Al llegar a casa, su esposo le pregunta acerca del dinero en el banco que ya no está, pues deben pagar deudas y comprar algunas cosas. Martha le expresa el gasto que realizó con ese dinero y se siente culpable porque no necesitaban los objetos de uso doméstico que vio exhibidos y tenían que saldar las deudas (Superyó).
Conclusión
Quizás Freud es uno de los autores más controversiales en el mundo de la academia a causa de la subjetividad empleada en parte de sus obras. Pese a ello, se consolidó como uno de los pensadores empedernidos del siglo XX. Su teoría e impulso al psicoanálisis, además de controvertida, abrió paso a consideraciones humanas y sociales que en aquel instante eran impensables.
Actualmente, se ha convertido en un pionero de diversas prácticas, entre ellas, la clínica. Distintas patologías han sido abordadas desde el psicoanálisis para detectar su origen y encaminar su tratamiento a resultados efectivos. De cualquier manera, los autores convertidos en grandes pensadores de corrientes psicológicas han basado parte de sus teorías en experiencias personales significativas.
Ahora bien, el discutido concepto de personalidad varía de acuerdo al autor, sus experiencias, contexto cultural, percepciones sensoriales y forma de pensamiento. Por tanto, encontrar una valoración definitiva y universal de este concepto resulta un tanto absurdo.
Sin embargo, son esas mismas apreciaciones las que han contribuido al proceso de construcción de dicho concepto y a la creación de diversos programas de intervención que abonan resultados positivos a la práctica. No se trata de intentar buscar una teoría de la personalidad aceptada por parte de la mayoría, se trata de escrudiñar en las ideas principales de cada teoría con el fin de ajustarlas a las prácticas de cada escenario psicológico.
Referencias bibliográficas
- Bolivar, O. G. (2010). Reflexiones sobre la crueldad del superyó. Revista CES Psicología, 4(2), 119-127.
- Fernández, L. (2018). Sigmund Freud. Praxis filosófica, 46, 11-41. Doi: 10.25100/pfilosófica.v0i46.6201
- Freud, S. (1932). La descomposición de la personalidad psíquica. Obras completas, 1-8.
- Gross, A. E. (2017). El Yo no es amo en su propia casa: una revisita sistémica de la teoría de la subjetividad de Sigmund Freud. Eidos, (26), 74-104. https://www.redalyc.org/pdf/854/85448897004.pdf
- Sollod, R. N., Wilson, J. P. y Monte, C. F. (2009). Teorías de la personalidad debajo de la máscara. McGraw-Hill.