La fuga disociativa es un fenómeno que forma parte de los trastornos disociativos y se caracteriza por un episodio de viaje repentino lejos del hogar con incapacidad de recordar quién es uno y cómo llegó hasta allí. Así, la persona llega hasta un lugar y es incapaz de dar cuenta de su situación, actual y pasada, no recordando datos básicos de sí mismo o su entorno. Se enmarca dentro de los fenómenos disociativos, asociado a experiencias abrumadoras o traumáticas. De hecho, este inusual mecanismo de afrontamiento se manifiesta de forma inesperada en las salas de emergencia con personas que no recuerdan haber llegado allí. Preguntándose: ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Por qué no recuerdo nada?
Generalidades de la fuga disociativa
La fuga disociativa forma parte del espectro de fenómenos disociativos. Dichos síndromes psiquiátricos se caracterizan por disrupciones de la conciencia. De esta manera, se puede ver afectada la memoria (amensia), identidad, comportamiento y advertencia ambiental, es decir, la capacidad para darse cuenta de lo que pasa en el entorno.
Usualmente, la disociación es una respuesta a situaciones abrumadoras extremas o experiencias traumáticas. En el caso de la fuga disociativa, esta es menos común que otros fenómenos de pérdida de conciencia.
Estos viajes repentinos con pérdida de la identidad y la noción del espacio y tiempo pueden durar unas pocas horas o, en algunos casos, meses. Cuando culmina la fuga, la persona no suele recordar qué fue lo que le sucedió ni cómo llegó hasta allí. Con lo que el diagnóstico suele proveerse después de que alguien se haya encontrado en circunstancias desconocidas de forma repentina (de Rezende et al., 2011).
¿Qué significa disociar?
La disociación es un mecanismo de defensa que implica separar ciertos aspectos de la experiencia personal de la conciencia. Esta desconexión emocional o cognitiva puede surgir como una forma de protección ante situaciones traumáticas o estresantes. Así, la disociación en el trauma, permite a las personas distanciarse de pensamientos, emociones o recuerdos dolorosos, creando una especie de “apartamiento” de la realidad.
Si bien puede ser útil en el corto plazo, la disociación prolongada puede interferir con el funcionamiento saludable y la integración de la experiencia. Esto sucede al generar sentimientos de confusión y síntomas incomprensibles para la persona y suele ser frecuente en los trastornos disociativos (Ganslev et al., 2020).
¿Mecanismo de defensa?: A propósito de un caso
Louis es un joven de 19 años estudiante de farmacia. Llegó a la puerta de emergencia depuesta de que su padre lo llevara por dos episodios de fuga del hogar en los que, a posteriori de la misma, el joven no recordaba nada.
El primer episodio duró unas 4-5 horas en las que Louis perdió contacto con toda su familia y, cuando contestó el celular, manifestó no saber dónde estaba ni cómo habría llegado allí. Cuando le encontraron, estaba a más de 100 km de distancia de su casa sin recordar nada del período de tiempo en el que se ausentó.
La evaluación neurológica no encontró signos de trauma cerebral, epilepsia u otros síndromes orgánicos. Asimismo, se descartaron posibilidades de abuso de sustancias o medicamentos recetados.
Un posible detonante
Al momento de la exploración en profundidad, se reveló que Louis estaba transitando un momento sumamente estresante en su vida. Así, los problemas financieros y familiares eran prominentes. En este sentido, al ser el hijo mayor, Louis se encontraba bajo fuertes presiones por sostener el núcleo familiar. Este pudo haber sido un detonante de la fuga disociativa.
La evaluación psicológica indicó que Louis era una persona introvertida, con tendencias a la autocrítica despectiva y sentimientos de impotencia e insuficiencia. Asimismo, presentó niveles considerables de ansiedad y síntomas depresivos (Jha y Sharma, 2014).
¿Cómo se interviene en la fuga disociativa?
En primer lugar, ha de tenerse en cuenta que el diagnóstico de fuga disociativa es clínico. Esto quiere decir que se realiza mediante la evaluación de la persona de forma exhaustiva descartando toda posibilidad de tratarse de un fenómeno orgánico. De esta manera, primero se deben realizar pruebas neurológicas y psiquiátricas diferenciales, especialmente de trastornos de simulación. Ahora, el diagnóstico del trastorno disociativo suele resultar complicado, especialmente considerando a las personas que no cuentan con sistemas de apoyo familiar que puedan reportar si han desaparecido (Gill et al., 2023).
No existen intervenciones estándar
La terapia psicoterapéutica, como la terapia cognitivo-conductual, puede ayudar a la persona a identificar y abordar los factores desencadenantes de la fuga disociativa, así como a desarrollar estrategias para manejar el estrés y mejorar la función adaptativa. También se pueden utilizar enfoques terapéuticos basados en la atención plena y técnicas de resiliencia para fortalecer la capacidad de autorregulación y la conciencia de sí mismo.
Sin embargo, no existen protocolos o intervenciones estándar recomendadas para el tratamiento de fuga disociativa. De esta manera, cada caso requerirá su abordaje único y personalizado en función de las características personales.
Algunas recomendaciones basadas en la experiencia
Los investigadores han obtenido resultados esperanzadores con medicación antidepresiva. Tanto de inhibidores de recaptación de serotonina como aquellos que actúan sobre la noradrenalina (Liu-Barbaro y Stein, 2015).
Por otro lado, las estrategias de mindfulness también han mostrado ser útiles en el abordaje de fuga disociativa. Y es que, los ejercicios de conciencia plena tales como el prestar atención a la respiración y al entorno, al mismo tiempo que la catarsis emocional, demostró mejorar los niveles de estrés y conflicto psíquico que llevó a la fuga en primer lugar.
El mindfulness, al promover la aceptación de la realidad cambiante y promover el estar presente en el aquí y ahora, constituye una herramienta con mucho potencial en los trastornos disociativos en general (Jha y Sharma, 2014).
Conclusión
La fuga disociativa constituye un fenómeno dentro de los trastornos disociativos que resulta poco común y suele afectar a personas que se enfrentan a situaciones abrumadoras o extremadamente estresantes. De esta manera, su abordaje debe ser integral, considerando los detonantes y factores que perpetúan los fenómenos de disociación. Mediante la escucha, acompañamiento y abordajes terapéuticos, las personas con fuga disociativa pueden disminuir estos episodios. Sin embargo, debemos continuar investigando protocolos de acción, abordaje y detección, teniendo en cuenta que muchas veces estos episodios son difíciles de reportar y diagnosticar al ser olvidados.
Referencias bibliográficas
- de Rezende Borges, L., Ramos Muñoz, Á. y González, J-.C. (2011). La fuga disociativa: A propósito de un caso y una breve revisión bibliográfica. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 31(4), 725-731. https://dx.doi.org/10.4321/S0211-57352011000400010
- Ganslev, C. A., Storebø, O. J., Edemann-Callesen, H., Ruddy, R. y Søgaard, U. (2020). Psychosocial interventions for conversion and dissociative disorders in adults. Cochrane Database of Systematic Reviews, 2020(7). https://doi.org/10.1002/14651858.cd005331.pub3
- Gill, G., Dumlao, N., Singh, G., Susaimanickam, B. y Korenis, P. (2023). Dissociative Amnesia With Fugue in a Middle-Aged Man. The Primary Care Companion for CNS Disorders, 25(2), 46530. https://doi.org/10.4088/pcc.22cr03306
- Jha, M. y Sharma, V. (2014). Dissociative Fugue Disorder: Identification and Psychological Intervention. Psychological Studies. https://doi.org/10.1007/s12646-014-0287-1
- Liu-Barbaro, D. y Stein, M. B. (2015). Psychopharmacologic Treatment of Dissociative Fugue and PTSD in an Ethiopian Refugee. The Journal of Clinical Psychiatry, 76(07), 958. https://doi.org/10.4088/jcp.14cr09334