El autocontrol, una habilidad esencial en la toma de decisiones y el desarrollo personal, implica la capacidad de posponer la gratificación instantánea en favor de recompensas a largo plazo. Uno de los experimentos más emblemáticos que investiga esta facultad es la famosa prueba del malvavisco, concebida y realizada por el destacado psicólogo Walter Mischel. Este influyente estudio, que se llevó a cabo en la década de 1960 en la Universidad de Stanford, involucró a niños que se enfrentaron a la decisión de comer un malvavisco de inmediato o esperar y recibir una recompensa adicional en forma de un segundo malvavisco. En esta nota, exploraremos los hallazgos de Mischel y su impacto en nuestra comprensión del autocontrol y la toma de decisiones.

Primero… ¿Qué es el autocontrol?

En primer lugar, es crucial comprender que el autocontrol se refiere a la habilidad de regular y gestionar conscientemente las emociones, impulsos, comportamientos y pensamientos. Esta capacidad implica la habilidad de tomar decisiones racionales y deliberadas en lugar de ceder a impulsos o emociones momentáneas.

En otras palabras, permite resistir la tentación de actuar de manera impulsiva y nos capacita para mantener el enfoque en metas a largo plazo, priorizando así nuestras acciones de acuerdo con nuestros valores y objetivos personales. Además, el autocontrol no solo implica la capacidad de reprimir o contener impulsos, sino también la capacidad de regular nuestras emociones y pensamientos de manera constructiva, adaptativa y equilibrada.

Habilidad con muchos beneficios

Dominus, S. (s. f.) Walter Mischel fue un importante psicólogo austriaco que estudió la personalidad. [Fotografía/Teicher, S.] Recuperado de www.nytimes.com

Esta habilidad puede ser desarrollada y fortalecida a lo largo del tiempo a través de la práctica y el aprendizaje de estrategias de autorregulación emocional. Y es que, desempeña un papel importante en diversas áreas de la vida, desde la toma de decisiones saludables hasta el éxito en metas personales y profesionales.

Es por esto, que el estudio de dicho constructo es clave, debido a que se relaciona directamente con el rendimiento académico, conductas adictivas, toma de decisiones y motivación, en general.

¿Quién es Mischel?

Walter Mischel nació el 22 de febrero de 1930 en Viena, Austria y falleció el 12 de septiembre de 2018 en New York, Estados Unidos. Mischel creció en Brooklyn, New York y estudió bajo la tutela de George Kelly y Julian Rotter en la Universidad Estatal de Ohio, donde obtuvo su doctorado en psicología clínica en 1956.

Además, fue profesor en la Universidad de Colorado, de 1956 a 1958; en la Universidad de Harvard, de 1958 a 1962; y en la Universidad de Stanford, de 1962 a 1983. Fue durante tal período cuando llevó a cabo su innovador estudio sobre la gratificación diferida, conocido como la prueba del malvavisco (Mischel et al., 1989).

Un experimento dulce: La prueba del malvavisco

Ciertamente, la prueba del malvavisco fue el experimento más conocido de Mischel y se llevó a cabo en la década de 1960, con un grupo de niños en edad preescolar. En este estudio, un investigador ofrecía un malvavisco a un niño que se encontraba solo en una habitación y le decía que podía comerlo de inmediato, pero si esperaba a que él volviera, recibiría dos malvaviscos como recompensa.

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La espera podía durar entre 15 y 20 minutos y la llegada del investigador era anunciada por un timbre. En definitiva, el objetivo era observar la capacidad de los pequeños para retrasar la gratificación resistiendo la tentación.

Los sorprendentes resultados

Algunos niños demostraron un alto grado de autocontrol. En este sentido, pudieron resistir la tentación de comer el malvavisco durante un período prolongado, mientras que otros sucumbieron rápidamente a la tentación. En conclusión, aproximadamente un tercio los niños fue capaz de esperar.

Lo más interesante fue que Mischel descubrió que aquellos que pudieron retrasar la gratificación obtuvieron mejores resultados en diversas áreas de sus vidas, como el rendimiento académico, la salud y las relaciones interpersonales. Además, también consiguieron mejores puntuaciones en pruebas estandarizadas (Mischel, 2014).

La réplica de la prueba de Walter Mischel

En 2018, Watts y colaboradores replicaron la prueba del malvavisco de Walter Mischel y cuestionaron los hallazgos del estudio original, sobre todo en cuanto a la aplicación del método científico. Así, señalaron que la muestra era muy reducida y sesgada, pues la prueba del malvavisco originalmente fue realizada con 90 niños que asistían a la misma institución educativa (Watts et al., 2018).

Watts y sus colegas ampliaron la muestra a 900 niños y los seleccionaron de forma representativa para que los resultados resulten más generalizables. En este sentido, entre los criterios de selección, destacó el ingreso económico del hogar del niño, que podía llegar a influir en su capacidad de postergar la gratificación del malvavisco y su éxito en el seguimiento posterior.

Resultados controversiales: Un debate en curso

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La réplica de la prueba del malvavisco, llevada a cabo por Watts y compañía, cuestiona la idea de que la capacidad de postergar la gratificación de los menores predice su éxito a posteriori.

En cambio, sugiere que la capacidad de resistir y esperar un segundo malvavisco está en gran medida influenciada por el entorno socioeconómico del niño. De este modo, es ese entorno y no la capacidad de postergación en sí misma, lo que determina el éxito a largo plazo.

Sin embargo, en un estudio más reciente, se reanalizaron los datos del estudio anterior, obteniéndose resultados similares a los de Mischel. Es así, que los hallazgos de la prueba de malvavisco continúan siendo controversiales aún hasta el día de hoy.

Conclusión

En definitiva, la prueba del malvavisco de Walter Mischel ha desencadenado un debate en curso sobre el autocontrol y su relación con el éxito a largo plazo. Si bien los resultados iniciales sugieren una asociación entre la capacidad de demorar la gratificación y mejores resultados, se requiere una exploración más profunda y un análisis cuidadoso de los factores contextuales y métodos de investigación para comprender plenamente esta relación. A pesar de ello, el legado de Mischel continúa inspirando investigaciones futuras y nos insta a considerar de manera crítica la interacción entre el autocontrol, el entorno y el desarrollo humano en su conjunto.

Referencias bibliográficas

  • Duckworth, A. L., Taxer, J. L., Eskreis-Winkler, L., Galla, B. M. y Gross, J. J. (2019). Self-control and academic achievement. Annual Review of Psychology, 70, 373-399. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-010418-103230
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  • Mischel, W. (2014). The marshmallow test: Understanding self-control and how to master it. Random House.
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