La cantante española Ana Guerra, se ha sincerado sobre los problemas de salud mental a los que tuvo que hacerle frente. La artista, que cobró popularidad tras su paso por el ciclo Operación Triunfo 2017, comentó los desafíos que lleva adelante en torno a los trastornos mentales, y cómo se preocupa por darles la atención que estos necesitan.
“Socialmente, da vergüenza hablar de estos temas”, reconocía Ana Guerra en el programa ‘Plan de tarde’ de Televisión Española (TVE). En esa ocasión, la cantante habló sobre el trabajo con especialistas para superar sus miedos. “Yo soy una tía que tengo un montón de miedos y un día me di cuenta de que mi personaje se había comido a mi persona”.
Ana Guerra: Su trabajo en mente y cuerpo
“Llevo tres años en terapia. Igual que cuidas la alimentación y el cuerpo. Vas a un gimnasio y trabajas, la mente tiene que estar igual”. En entrevistas anteriores, la cantante también hizo referencia al cambio de vida que experimentó tras conocer la fama gracias al show televisivo del que formó parte.
El éxito repentino afectó a esta artista y su salud mental. “Tenía un séquito de personas que me perseguían, de gente que lloraba al verme y que se desmayaba en mis conciertos. Después de eso, es difícil poner los pies en la tierra de nuevo“. Recordaba aquella etapa como frenética en la que no paraba ni un solo momento: “Cuando no estaba en un sitio trabajando, estaba en otro. No me daba tiempo a pisar el suelo”.
Tras el éxito repentino…
La intensa exposición que experimentan los artistas después de participar en programas tan prominentes como Operación Triunfo los sumerge en un mundo vertiginoso, donde la fama y la atención son omnipresentes. En muchos casos, se acostumbran a este ritmo de vida acelerado y a la constante atención del público. Sin embargo, surge una interrogante crucial: ¿qué sucede con la salud mental de estos artistas cuando descienden del pico del éxito? La transición de la fama a la relativa normalidad puede ser un proceso complejo y desafiante.
Así, los artistas pueden enfrentarse a una pérdida de relevancia mediática, una disminución en las oportunidades profesionales y una sensación de vacío emocional al dejar atrás la intensidad de la atención pública. Además, la presión por mantenerse en la cima puede generar un gran impacto del estrés y ansiedad, especialmente cuando se enfrentan a la incertidumbre del futuro y la comparación con su éxito pasado.
La importancia de ajustar expectativas
En el caso de la cantante Ana Guerra, la transición de la Academia a la industria musical no se alineó completamente con las expectativas: “Cada canción que lanzábamos experimentaba un declive en su rendimiento con respecto a la anterior. No lográbamos el nivel de éxito deseado”. La gestión de la frustración es una faceta crucial para una óptima salud mental, especialmente en los artistas. Este aspecto psicológico complejo, revela hábitos que demandan un considerable esfuerzo.
Ana compartió: “Si alcanzaba mis objetivos, experimentaba una exaltación vital, pero cualquier resultado por debajo de nuestras expectativas se percibía como un fracaso, sumiéndome en la tristeza”. Este cambio emocional repentino la llevaba de la euforia a lágrimas, ilustrando la complejidad de los procesos emocionales asociados con el logro y la decepción en la vida artística.
¿Cómo reacciona el cerebro a la frustración?
El psicólogo Abram Amsel define la frustración como el estado o respuesta del organismo que se desencadena cuando un sujeto experimenta una devaluación sorpresiva en la calidad o cantidad de un reforzador apetitivo, en presencia de señales previamente asociadas a un reforzador de magnitud mayor. Por su parte, Jeffrey Gray, destacó que la frustración genera efectos emocionales, conductuales, neuroendocrinos y fisiológicos similares a una reacción de dolor, como los que provocan la presentación o anticipación de los estímulos aversivos.
Además, afirma que la frustración activa los mismos mecanismos neurales que el miedo. De esta manera, la evidencia muestra que en el dolor físico y en el psicológico o social estarían involucrados marcadores neurofisiológicos comunes: el córtex cingulado anterior, la sustancia gris periacueductal, los opioides y la oxitocina.
Manejo de las emociones y frustración
La navegación por las frustraciones se revela como una tarea psicológicamente intrincada, especialmente en la etapa adulta. Y, actualmente, se promueve como una estrategia educativa en la infancia, anticipando la futura aplicación de mecanismos de autocontrol en la vida adulta.
Este proceso no solo implica fomentar el esfuerzo para adquirir habilidades, sino también internalizar la noción fundamental de enfrentarse a desafíos significativos. Un aprendizaje que se presenta como un terreno complejo, dada la intensidad y dificultad de gestionar las emociones en los niños.
El autocontrol como clave
Un paso inicial de suma importancia en el desarrollo del autocontrol implica la comunicación. El diálogo, estimulado por figuras adultas en el entorno del niño, desempeña una función esencial al facilitar la expresión de emociones y frustraciones. Algunas estrategias en los más pequeños:
- Aprender el arte de las autoinstrucciones. Muchos niños utilizan, natural e instintivamente, el recurso de hablar consigo mismos.
- Alejarse de lo que puede serles tentador. Retirarse de la escena por un momento permite demorar el impulso para no actuar de forma poco reflexiva.
- Se sabe que los niños aprenden más de los hechos que de los dichos. Por lo tanto, que los adultos que rodean al niño puedan controlarse a sí mismos, para ser buenos ejemplos.
En definitiva, el mantenimiento de una óptima salud mental es clave para la vida de los artistas. Volviendo a Ana Guerra, se subraya la importancia del manejo emocional de las frustraciones, incluso para aquellos que han alcanzado un éxito considerable. Por ello, a través de la historia de Ana, se destaca la necesidad de desarrollar no solo habilidades musicales sino también recursos psicológicos para afrontar las complejidades emocionales inherentes al camino hacia el reconocimiento.
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