Es bien sabido que el deporte afecta de manera muy positiva a la salud física de las personas. Y que, además, todo lo que se relaciona con el mundo deportivo influye en la autoestima y estado de ánimo. Sin embargo, no es tan común conocer por qué sucede esto y cómo afecta realmente a la salud mental de quienes lo practican. En esta nota nos centraremos en los efectos del deporte y, en resumen, lo que implica el mundo deportivo en el cerebro.

¿Por qué el deporte es bueno para el cerebro?

Todo el mundo conoce la expresión Mens sana in corpore sano. Y es que, para que una mente esté en forma, también es necesario que lo esté el cuerpo. Esto se debe a que ambas se influyen mutuamente, proporcionándose cierto feedback. Como señala Carnero López (2020), lo que sucede en mi ambiente repercute en mi cerebro y lo que le ocurre a mi cerebro repercute en mi mente y cuerpo. (p. 3).

En este sentido, se tenía la creencia de que los beneficios del deporte para la salud mental se debían, esencialmente, a que se veía aumentado, de forma significativa, el flujo de la sangre en el cerebro. Por este motivo, las células cerebrales están mejor oxigenadas, lo que favorece que estén más sanas.

Veamos algunos efectos beneficiosos del deporte

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Sin embargo, a pesar de que esto es un factor importante, la actividad física produce una mayor variedad de efectos sobre la mente. Esto es así hasta tal punto, que investigaciones han demostrado que es un excelente método de protección frente a enfermedades neurodegenerativas o incluso para reducir el impacto de las mismas (Herrero y Ferradaz, 2011).

Como apuntan Díaz et al., (2003), otro de los beneficios que aporta la práctica de ejercicio tiene que ver con la activación cerebral generalizada. Aspecto que ocurre no solo al mover de manera coordinada diferentes músculos, sino también al aumentar el consumo de glucosa, ritmo cardíaco y respiración, por ejemplo.

Podemos afirmar que la capacidad de las neuronas para funcionar depende del uso que se haga de ellas. Lo que quiere decir que, si una tarea va demandando cada vez más dedicación, la capacidad funcional y número de las neuronas aumenta. Por el contrario, si una actividad requiere menos esfuerzo, las neuronas encargadas de ella se reutilizarán para otras tareas o acabarán infrautilizadas (Díaz et al., 2003).

¿Qué ocurre cuando no hacemos ejercicio?

Como sabemos, la práctica de actividad física tiene efectos positivos desde el punto de vista fisiológico, psicológico y social. Entendemos por actividad física todo movimiento llevado a cabo de manera voluntaria que provoca un gasto de energía adicional y cuyo objetivo principal es conseguir una mejor calidad de vida. Por este motivo, llevar un estilo de vida sedentario, o de inactividad física, es uno de los 10 motivos principales de mortalidad, discapacidad y morbilidad.

Pero, ¿qué es ser sedentario?

Se considera sedentarismo a la falta de ejercicio físico de manera regular, cuando el gasto semanal es menor de 2.000 calorías y cuando se realiza ejercicio de forma no repetitiva. En jóvenes se recomienda al menos una hora diaria de actividad intensa o moderada y en adultos mayores de 18 años unas dos horas y media de actividad moderada a la semana. Además, cabe destacar que el sedentarismo es el cuarto factor de riesgo de fallecimiento en el mundo, provocando cada año más de 3 millones de muertes.

¿Cuánto deporte necesita el cerebro?

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Según Arruza et al. (2008) para conseguir mejoras significativas en cuando a trastornos relacionados con la ansiedad, el Colegio Americano de Medicina del Deporte (American College of Sports MedicineACSM, en inglés) recomienda la práctica de ejercicio físico entre 3-5 días a la semana.

En cuanto a la duración, debería ser la suficiente para provocar un gasto energético entre 200 y 300 calorías, y en cuanto a la intensidad, esta dependerá de la forma física de la persona. Ahora, la cantidad de ejercicio que se practica influye más que la intensidad del mismo, ya que no es necesario hacer ejercicio de forma vigorosa para mejorar la salud.

Hacemos un breve paréntesis para recordar que, a la hora de informarse en cuanto a lo que necesita cada persona para mejorar su forma física y, en este caso, también mental, siempre será necesario tener en cuenta que los datos hallados en Internet son recomendaciones generales. Cada uno necesita un entrenamiento diferente dependiendo de su caso concreto, por lo que siempre lo más recomendable es acudir a un especialista.

¿Cuáles son los efectos del deporte en el cerebro?

En la investigación realizada por Uribe et al. (2013) se encontró que el ejercicio físico genera cambios a nivel funcional y físico. Como resultado, mejora el desarrollo y adaptación del cerebro, lo que ayuda a completar de manera más eficiente las actividades previstas.

Asimismo, uno de los aspectos en los que se ha visto modificación es el aumento de algunos neurotransmisores, principalmente la noradrenalina, endorfinas y dopamina. El aumento de tales sustancias mejora la sensación de bienestar de la persona e incrementa la motivación para realizar cualquier tipo de actividad dentro del mundo deportivo.

Además, como nombramos anteriormente, el ejercicio físico aumenta el flujo sanguíneo debido al aumento de la demanda energética. A nivel cerebral, este aumento ocurre principalmente en la corteza motora suplementaria, corteza premotora y corteza sensoriomotora. Por ende, se genera un aumento en el rendimiento cognitivo general, dando pie a que se aprendan o se realicen de mejor manera diferentes actividades.

¿Existe el neurodopaje en el deporte o en el mundo deportivo?

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En efecto, cada vez se utiliza más este término del neurodojape. Y es que, como se ha mencionado con anterioridad, la forma física y la cerebral están directamente relacionadas.

El concepto de dopaje está relacionado con la ingesta de una sustancia o el desarrollo de un tratamiento cuyo efecto es aumentar el rendimiento deportivo de una persona. Generalmente, se habla de dopaje físico, pero actualmente existe cierto dilema en si incluir determinados estimuladores cognitivos que repercuten de forma directa en el rendimiento deportivo.

Triviño (2016) habla de nuevas maneras de tratar las capacidades mentales y, así, modificar los estados emocionales para que las personas logren superar etapas de depresión o cuadros donde prima la timidez y el miedo. En el contexto actual, diversas terapias y técnicas psicológicas se centran en el entrenamiento de habilidades emocionales y cognitivas, como la regulación emocional y el cambio de patrones de pensamiento disfuncionales, para mejorar el bienestar mental y emocional de las personas.

Conclusión

En definitiva, la actividad física juega un papel esencial en el cerebro y en los procesos psicológicos. Asimismo, los efectos del deporte en el cerebro influyen positivamente en los niveles de ansiedad y estrés, por lo que es de gran importancia mantener un estilo de vida activo. Y, por ello, tener algún tipo de vínculo con el mundo deportivo. De esta forma, se podrán prevenir, no solo enfermedades del cuerpo, sino también de la mente.

Referencias bibliográficas

  • Arruza, J. A., Arribas, S., Gil De Montes, L., Irazusta, S., Romero, S. y Cecchini, J. A. (2008). Repercusiones de la duración de la actividad físico-deportiva sobre el bienestar psicológico. Revista internacional de medicina y ciencias de la actividad física y del deporte, 8(30), 171-183. https://www.researchgate.net/publication/28231742_Repercusiones_de_la_duracion_de_la_actividad_fisico-deportiva_sobre_el_bienestar_psicologico
  • Carnero López, R. (2020). Impacto del deporte en el cerebro y en los procesos psicológicos [Trabajo fin de grado, Universidad de Almería]. http://repositorio.ual.es/handle/10835/9723
  • Díaz, E. C., Pérez, J. L. T. y Alemán, I. T. (2003). Efectos beneficiosos del ejercicio físico sobre el cerebro. Ciencia al día internacional, 5(1), 10. https://www.ciencia.cl/CienciaAlDia/volumen5/numero1/articulos/Art2/CADi_v5_n1_Art2.pdf
  • Herrero, L. B. y Ferradaz, M. A. L. (2011). Aportes del ejercicio físico a la actividad cerebral. Lecturas: Educación física y deportes, (160), 1-7. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4503506
  • Triviño, J. L. P. (2016). Neurodopaje en el deporte. Gazeta de Antropología32(2). Doi: 10.30827/Digibug.43307
  • Uribe, D. R., Guzmán, C. S., Marambio, M. M. y Harrington, M. V. (2013). Ejercicio físico y su influencia en los procesos cognitivos. Revista Motricidad y Persona: serie de estudios, 13, 69-74. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4736022