Todas las personas han sentido, alguna vez, estados de intenso enfado e irritabilidad desencadenados por alguna causa en una situación vivida como injusta. Esto es debido a que la ira es una emoción natural y, por tanto, puede tratarse de una respuesta adaptativa a situaciones generalmente estresantes o sentimientos aversivos. Sin embargo, los problemas de ira implican dificultades en el manejo y control de dicho sentimiento. Asimismo, puede desembocar en expresiones de violencia o agresividad afectando las relaciones interpersonales, riesgo cardiovascular y la integridad física. Por ello, continúa leyendo esta nota para conocer más sobre las causas y aspectos vinculados a los problemas de ira, su relación con la inhibición y posibles abordajes para esta problemática.
No siempre son problemas de ira
La ira es entendida como una emoción primaria que acontece cuando se bloquea la consecución de una meta o la obtención de una necesidad para el organismo. En relación a lo anterior, se ha mencionado que, en los seres humanos, la ira adquiere un significado comunicacional estando sujeta a contextos de relaciones significativas. Como resultado, la expresión de la ira cumple un rol en el sistema social.
Actualmente, la emoción de la ira es comprendida de manera amplia incorporando, además, de aspectos fisiológicos las variables cognitivas y conductuales en interacción con el entorno. Por ello, entendemos los problemas de ira como la reiterada expresión desadaptativa de la emoción de la ira en su duración, intensidad y desencadenantes (Blanco et al., 2012).
Responsabilidad del otro
De esta forma, dicha emoción es entendida como un estado emocional subjetivo formado por sentimientos de irritación, tensión y furia con intensidad y duración variable. En adición, durante la expresión de la ira se ha descubierto la activación del sistema nervioso autónomo, sistema endocrino y tono muscular.
En continuidad, se ha propuesto que la ira implica la atribución de culpabilidad hacia un otro responsable del obstáculo enfrentado. Lo anterior conlleva entonces, no solo el malestar proveniente del hecho displacentero, sino también la desaprobación con la acción que lo ha producido (Pérez et al., 2008).
El rol de la inhibición en los problemas de ira
La inhibición es un mecanismo cognitivo comprendido dentro de las funciones ejecutivas, el cual implica la supresión de cierta información sobre otra en relación al foco atencional. Cabe mencionar que las funciones ejecutivas son un conjunto de mecanismos cognitivos implicados en la optimización de procesos orientados a la resolución de problemas complejos.
Así, muchas de las situaciones donde pueden expresarse problemas de ira están constituidas por desafíos y situaciones que, para su resolución, demandan una alta carga de recursos cognitivos. En consecuencia, las funciones ejecutivas juegan un papel central en la regulación emocional.
Control inhibitorio: Pieza central
Un elemento destacado es el trabajo del control inhibitorio de pensamientos que afecten negativamente sobre nuestras emociones o conductas. A su vez, también resulta importante para la readecuación de las acciones de forma adaptativa a las exigencias del contexto.
Debido a ello, en los problemas de ira generalmente encontramos carencias en los mecanismos de control inhibitorio conduciendo a la expresión disfuncional de la emoción. Un ejemplo claro es cuando una persona tiene experimentar dificultades para detenerse y pensar antes de actuar en un momento de ira, dando paso a comportamientos agresivos o explosivos (Donovan, 2021).
Inhibición de la ira y modulación del dolor
Toledo y colaboradores (2019) realizaron una investigación en torno a la correlación entre la inhibición de la ira y la modulación del dolor. Para ello, evaluaron los tipos de respuesta de los grupos frente a distintos tipos de estímulos nociceptivos, displacenteros y placenteros. En esta línea, siguiendo la óptica de estudios anteriores, hallaron que personas con mayor supresión de la ira experimentaron mayor dolor frente a estímulos dolorosos.
Por oposición, cuando se enfrentaban a estímulos emocionales displacenteros (imágenes de mutilación) tuvieron menores niveles de displacer que el grupo control. De la misma manera, presentaron mayores niveles de activación neural frente a estímulos placenteros (imágenes eróticas). Lo mencionado, se explica en base a la idea de que las personas que tienden a suprimir las emociones negativas, generalmente, reducen la experiencia emocional subjetiva (Toledo et al., 2019).
¿Y los recursos cognitivos?
En base a lo anterior, sus resultados apoyan la teoría de los recursos cognitivos, según la cual la inhibición crónica de la ira supone una mayor demanda de recursos cognitivos para la regulación emocional. Por tanto, desemboca en carencias para la atención y el control ejecutivo para la modulación del dolor.
Estrategias de regulación emocional: ¿Qué son?
Hablar de inhibición nos lleva también a contemplar las estrategias de regulación emocional. Las mismas, comprenden aquellas acciones y modulaciones cognitivas realizadas con el fin de influir en nuestros estado afectivos. Estas acciones se relacionan con el control atencional, evaluaciones y respuestas fisiológicas y expresivas.
Lo anterior, tanto para disminuir o cambiar emociones negativas o mantener e incrementar las positivas. No obstante, se diferencian de las estrategias de afrontamiento, las cuales buscan influir sobre el medio. Pues, la regulación afectiva está centrada en los componentes de la experiencia emocional respecto a su frecuencia, forma, duración e intensidad.
Hallazgos sobre regulación afectiva e ira
Rovira y colaboradores (2012) indagaron los efectos de distintas estrategias de regulación emocional en episodios de ira y tristeza en una muestra de 355 estudiantes universitarios. Para ello, utilizaron el instrumento de evaluación Medida de Estilos de Regulación Afectiva (Measurement of Affect Regulation Styles, MARS, en inglés). Así, confirmaron que las distintas estrategias empleadas demostraron fiabilidad al aplicarse frente la afectividad negativa.
De igual modo, para la regulación de la ira fue predominante la búsqueda de apoyo, rumiación, manejo fisiológico activo y confrontación junto al afrontamiento instrumental. De esta manera, el desarrollo e implementación de estrategias de regulación emocional es una pieza clave en los abordajes de los problemas de ira, al asociarse a mejoras percibidas sobre metas adaptativas y bienestar psicológico. Por otra parte, ciertas estrategias como el abandono psicológico, aislamiento social e inhibición y supresión han demostrado efectos desadaptativos y mayor malestar psicológico (Rovira et al., 2012).
Conclusión
La gestión de la ira es un desafío fundamental en la vida de muchas personas, y la capacidad de inhibir respuestas impulsivas juega un papel crucial en esta ecuación. En última instancia, su manejo y la inhibición de respuestas impulsivas son habilidades que se pueden aprender y perfeccionar con la práctica.
Sin embargo, debemos comprender también que los procesos complejos conllevan una alta demanda de recursos cognitivos que podría conducir a un desequilibrio entre distintas funciones. En fin, al entender la naturaleza de la ira, el papel de la inhibición y las estrategias efectivas, podemos mejorar nuestra salud mental, nuestras relaciones y calidad de vida en general. Si estás interesado en conocer más sobre técnicas de regulación, te recomendamos nuestro curso en regulación emocional y mindfulness en la infancia, donde explorarás estrategias efectivas para promover el bienestar emocional en los más pequeños.
Referencias bibliográficas
- Blanco, B., García, E., Pineda, F. y Alcázar, R. (2012). Intervención cognitivo conductual para el manejo de la ira. Revista Mexicana de Psicología, 29(1), 97-103. http://hdl.handle.net/20.500.11777/986
- Donovan, C. (2021). Control inhibitorio y regulación emocional: características, diferencias y desarrollo en la etapa preescolar, Journal of neuroeducation, 1(2), 37-42. https://doi.org/10.1344/joned.v1i2
- Páez Rovira, D., Martínez Sánchez, F., Sevillano Triguero, V., Mendiburo Seguel, A. y Campos, M. (2012). Medida de Estilos de Regulación Afectiva (MARS) ampliada en ira y tristeza. Psicothema, 24(2), 249-254. http://hdl.handle.net/10486/665564
- Pérez, M., Redondo, M. y León, L. (2008). Aproximaciones a la emoción de ira: de la conceptualización a la intervención psicológica. Revista Electrónica de Motivación y Emoción, 11(28).
- Toledo, T., Hellman, N., Lannon, E., Sturycz, C., Kuhn, B., Payne, M., Palit, S., Güereca, Y., Shadlow, J. y Rhudy, J. (2019). Anger inhibition and pain modulation. Annals of Behavioral Medicine, 53(12), 1055-1068. https://doi.org/10.1093/abm/kaz016