¿Quién no ha visto películas donde los recuerdos se representan como una fiel réplica de nuestro pasado? Parece que la memoria funcionase como una película de vídeo, donde solo basta con dar al play para activar un recuerdo y “verlo”. Esta idea también forma parte del día a día en las salas de justicia, donde testigos y víctimas afirman que “su cara se me quedará grabada para toda la vida” y jueces y magistrados dictan sentencias porque la víctima afirma, sin ningún género de dudas, que el Sr. Z fue quien le agredió tres años atrás. Ahora bien, ¿funciona realmente así la memoria? ¿El ser humano es como una máquina de representar el pasado tal y como ocurrió? ¿Qué repercusiones puede tener la memoria sobre la vida de otras personas? Veamos algunos de los mitos de la memoria y su influencia en este campo.
Memoria de testigos y víctimas
¿Cuáles son las repercusiones legales?
Ante la comisión de un delito es habitual que la prueba testifical cobre especial relevancia en casos, por ejemplo, de supuesto abuso sexual infantil o en diligencias de reconocimiento, donde testigos y víctimas identifican a una persona de entre varias y le adjudican los hechos que se denuncian (González y Manzanero, 2018).
Hablar de testimonio implica, obligadamente, hablar de memoria, pues un testimonio no es más que las declaraciones de una persona sobre un suceso que recuerda.
Por tanto, es fundamental conocer el funcionamiento de la memoria para poder considerar las aplicaciones de los testimonios en los procedimientos judiciales.
Si se entiende que la memoria no es una cámara de vídeo y se atiende a todos los mitos, que se explicarán a continuación, se podrá ver la cantidad de factores que modulan los recuerdos y, con ello, un testimonio y la prueba judicial.
Mitos de la memoria
Hace un par de décadas, Schachter (1999, 2001) reflejó de manera muy clara que los recuerdos no son, en absoluto, fieles reflejos de la realidad, sino que pueden engañarnos y, aun a día de hoy, siguen siendo de interés en el estudio de la memoria (Schachter, 2022). Veamos algunas ideas que, erróneamente, se tienen en relación a los recuerdos.
La memoria es como una cámara de vídeo
Es habitual pensar que los recuerdos son fijos y fieles reflejos de la realidad, sin embargo, está más que demostrado que la memoria es maleable y que los recuerdos se ven influidos por múltiples fuentes.
Entre ellas, el conocimiento de la persona sobre el mundo, esquemas mentales, sesgos o información nueva que se aprende con el tiempo, por ejemplo.
En realidad, lo que ocurre cada vez que se recuerda algo es que hay una reinterpretación de la información a partir de todas estas fuentes de influencia.
Podemos recordar nuestros primeros años de vida
Los recuerdos pueden alterarse (e incluso formarse desde cero) por el paso del tiempo y por información que se va incluyendo poco a poco. Un típico ejemplo de una generación de recuerdo falso son los episodios infantiles recordados muy vívidamente y que, casualmente, se habla de ellos con bastante frecuencia en las celebraciones familiares.
¿Es casualidad que el recuerdo de la infancia que uno tiene lo recuerde varias veces al año, y que no se tengan muchos más recuerdos de la niñez?
Los estudios tienden a señalar un efecto de amnesia infantil (Peterson, 2012). De esta forma, la memoria en tales edades no se consolida y, lo que se recuerda, puede no ser fruto de la memoria, sino de otras fuentes como la información que en repetidas ocasiones escuchamos en las celebraciones familiares (Calado et al., 2021).
Este mito tiene una repercusión legal muy importante, y es que muchas denuncias de supuestos abusos se remontan a edades muy tempranas, donde este tipo de memoria apenas está desarrollada. Sin embargo, es habitual creer fielmente estas declaraciones que, si bien no tienen por qué ser falsas, los recuerdos pueden estar fuertemente influenciados por múltiples factores.
Los recuerdos se pueden reprimir
Que un recuerdo se reprima, supone partir de la premisa de que el recuerdo está pero no se puede acceder a él. Partiendo de ahí, algunos defienden y creen en el uso de técnicas como la hipnosis para “acceder” a dichos recuerdos.
A día de hoy, no existe forma de conocer la existencia o no de recuerdos reprimidos, pero sí hay información de cómo el empleo de este tipo de técnicas puede generar recuerdos falsos de manera más o menos sencilla.
De tal forma, parece más válido que, al someter a una persona a hipnosis ese recuerdo “recuperado” se deba más un recuerdo falso que a un recuerdo reprimido (Otgaar et al., 2022).
Los recuerdos traumáticos son totalmente exactos y se quedan grabados para siempre
Ni siquiera este tipo de recuerdos, se quedan grabados en la mente. De hecho, múltiples estudios han encontrado cómo gran cantidad de detalles de esos recuerdos traumáticos son realmente falsos.
Por ejemplo, Ost et al. (2007) mostraron cómo el 40% de sus participantes recordaron escenas falsas con respecto a los atentados de Londres del 2005.
Conclusión
Si los recuerdos pueden no ajustarse a la realidad, el testimonio (honesto) se ajusta al recuerdo y este sirve como prueba para enjuiciar, entonces, ¿cuán fiable será esa prueba?
Cabe preguntarse: ¿Cuándo se puede uno fiar de sus recuerdos neutros? ¿Existen testimonios totalmente fiables que representen fielmente la realidad? Y, como se plantea Mazzoni (2010): ¿Se puede creer a un testigo?
La respuesta a esta pregunta dependerá de cada caso. Los psicólogo forenses expertos en psicología del testimonio, mediante informes periciales, desmontan estos mitos que también se encuentran entre la población jurídica y facilitan datos científicos sobre qué factores pueden estar influyendo en la capacidad del testigo/víctima para aportar un relato mas o menos exacto.
En efecto, la prueba testifical, aunque cobre mucho peso en la sala de justicia, en realidad es muy frágil, pudiendo llegar a resultar en terribles errores condenatorios o exculpatorios como resultado de todos estos mitos de la memoria.
Referencias bibliográficas
- Calado, B., Luke, T. J., Connolly, D. A., Landström, S. y Otgaar, H. (2021). Implanting false autobiographical memories for repeated events. Memory, 29(10), 1320-1341. Doi: 10.1080/09658211.2021.1981944
- González, J. L. y Manzanero, A. L. (2018). Obtención y valoración del testimonio. Protocolo holístico de evaluación de la prueba testifical. Pirámide.
- Mazzoni, G. (2010). ¿Se puede creer a un testigo? El testimonio y las trampas de la memoria. Editorial Trotta.
- Ost, J., Granhag, P. A., Udell, J. y Hjelmäster, E. R. (2007). Familiarity breeds distortion: the effects of media exposure on false reports concerning media coverage of the terrorist attacks in London on 7 July 2005. Memory, 16(1), 76-85. Doi: 10.1080/09658210701723323
- Otgaar, H., Howe, M. L. y Patihis, L. (2022). What science tells us about false and repressed memories. Memory, 30(1), 16-21. Doi: 10.1080/09658211.2020.1870699
- Peterson, C. (2012). Children’s autobiographical memories across the years: forensic implications of childhood amnesia and eyewitness memory for stressful events. Developmental review, 32, 287-306. Doi: 10.1016/j.dr.2012.06.002
- Schachter, D. (1999). The seven sins of memory: insights from psychology and cognitive neuroscience. American Psychologist, 54(3), 182-203. Doi: 10.1037//0003-066x.54.3.182
- Schachter, D. (2001). The seven sins of memory: how the mind forgets and remembers. Houghton Mifflin.
- Schachter, D. (2022). The seven sins of memory: an update. Memory, 30(1), 37-42. Doi: 10.1080/09658211.2021.1873391