La música ha estado presente en diversas culturas desde tiempos antiguos y, aunque tiene varios propósitos, una de las formas más poderosas en que nos afecta es a través de las emociones. De hecho… ¿Sabías que escuchar música puede tener un efecto profundo en el estado de ánimo? Sentir felicidad, tristeza, energía o incluso nostalgia son algunos ejemplos. Además, se ha observado que al escuchar música agradable, se activan sustancias químicas en el sistema nervioso central, estimulándose la producción de neurotransmisores que favorecen la alegría y el optimismo en general. Veamos un poco más del nexo entre la música y las emociones.
La música: Una herramienta que despierta
A lo largo de la historia, la música ha sido considerada como expresiva del movimiento, la tensión, los seres humanos, la identidad, la belleza, la fe religiosa y las condiciones sociales. Debido a esto, el objetivo de entender la capacidad de la música para comunicar emociones se ha investigado durante mucho tiempo.
Más antigua de lo que se piensa
La música ha sido parte de la vida humana por miles de años. Tanto es así, los expertos han encontrado instrumentos de hace 40.000 años, lo que sugiere que el deseo de los humanos de expresarse o comunicarse a través de la música está muy arraigado desde antaño.
De hecho, el origen de la música podría encontrarse en las ceremonias del pasado que relacionaban la expresión de la emoción vocal con el canto. De esta forma, las expresiones vocales de emociones básicas como la felicidad, la tristeza, la ira y el amor probablemente se mezclaron gradualmente con la música vocal que acompañaba a las actividades culturales asociadas, como las festividades, funerales, guerras y cuidados (Juslin, 2013).
¿Un elemento clave en la emoción?
No cabe duda que el comportamiento de una persona puede verse influenciado al escuchar una canción que haga rememorar algún suceso del pasado. Incluso, la emoción inducida por la música podría ayudar a evocar recuerdos personales de eventos específicos de la vida.
La razón detrás de esta especie de efecto emocional de la música se encuentra en su capacidad para activar especialmente el sistema límbico en el cerebro, región que, entre otras muchas funciones, se encarga de regular la emociones y el control de la memoria. Así, los estímulos sonoros en la música, desencadenan la liberación de neurotransmisores, como dopamina y serotonina, responsables del estado de ánimo y las emociones (Juslin y Västfjäll, 2008).
Sin embargo, la música evoca emociones a través de mecanismos que no son exclusivos de la música. Tal es así que se han llegado a plantear seis mecanismos adicionales a través de los cuales la escucha de música puede inducir emociones: (1) reflejos del tronco cerebral, (2) condicionamiento evaluativo, (3) contagio emocional, (4) imágenes visuales, (5) memoria episódica y (6) expectativa musical.
Breve reseña histórica
Como hemos puntualizado a lo largo de la nota, la música y sus relación con las emociones han sido objeto de estudio y fascinación a través de los tiempos. ¿Sabías que la relación entre la música y las emociones tiene profundas raíces? A continuación, realizaremos un breve recorrido acerca de dicha relación según las épocas históricas.
- Antigüedad: La música posee cualidades morales y puede modificar el carácter de las personas.
- Edad Media: Comienza a relacionarse con la palabra a Dios y refuerza el mensaje.
- Renacimiento: Se retoma el espíritu griego de la teoría del Ethos. A su vez, urge la técnica compositiva de la melodía acompañada con una focalización emocional.
- Siglo de las Luces: Se hace una explicación detallada de las emociones y la estructura armónica y rítmica. Asimismo, la retórica adquiere un fuerte elemento afectivo.
- Siglo XIX: El Romanticismo destaca las emociones como parte del individuo y su relación con el destino. Por su parte, el formalismo justifica las emociones como elementos colaterales de la forma.
- Siglo XX y XXI: La gran variedad musical dificulta ejemplificar. No obstante, las emociones siguen presentes en el pensamiento de los autores, tanto tradicionales como no tradicionales y continúan guiando la composición.
Si bien han habido cambios, rupturas y fusiones, las emociones musicales han estado siempre presentes. De este modo, se configuran como la sombra de toda manifestación sonora, a lo largo de toda la historia (Díaz, 2018).
Factores de respuesta emocional a la música
La respuesta emocional a la música puede variar según diferentes causas. De esta forma, la cultura, experiencias de vida y personalidad son algunos de los factores que pueden influir en las reacciones frente a la música. Así, una canción puede generar tristeza o felicidad según la persona que la escucha. Algo que ya exponía Descartes cuando formulaba que la misma música que estimula a algunas personas a bailar puede hacer llorar a otras.
Lo que está claro es que la música se interpreta constantemente. A veces, tales interpretaciones pueden llevar a la excitación de una emoción, pero más comúnmente, tal vez, simplemente se detecte información significativa. La noción de significado sugiere que la música, de alguna manera, se refiere a otra cosa, más allá de sí misma (Juslin, 2013).
Música y terapia
Además de su capacidad para evocar emociones, la música también puede ser una herramienta de terapia para tratar diferentes trastornos emocionales como la depresión, el estrés o la ansiedad, entre otros cuadros. Alzándose como una intervención de bajo costo que incluso puede reducir el dolor quirúrgico, de procedimiento, agudo y crónico.
Sin olvidar también el impacto en los cuidadores, al ser una estrategia rentable y agradable para mejorar la empatía, la compasión y atención centrada en la relación sin aumentar los errores ni interferir con los aspectos técnicos de la atención.
Así, la conocida musicoterapia implica utilizar la relación y reacciones de una persona hacia la música para promover mejoras positivas en el estado de ánimo y el bienestar en general. Siendo capaz de modular factores implicados en la cognición, conducta y atención, provocando y modulando respuestas emocionales.
Esta forma de terapia puede abarcar actividades como tocar instrumentos, cantar, moverse al ritmo de la música o simplemente escucharla, pudiendo ayudar a mejorar la confianza en uno mismo, la comunicación, independencia, autoconciencia y conciencia de los demás, a parte de los mencionados.
Un medio de comunicación emocional
La música también es una forma poderosa de comunicación emocional. Muchas canciones han sido escritas como una forma de expresar sentimientos y emociones complejas que de otra manera serían difíciles de transmitir. Así, se proclama como una forma de conexión emocional entre los oyentes y los artistas. Aspecto que ocurre gracias a la combinación de parámetros musicales como el tempo musical, la consonancia, timbre y volumen, entre otros muchos que se siguen investigando.
Conclusión
La música es una forma poderosa de comunicación emocional y una característica universal de las sociedades humanas, que puede tener un impacto profundo en las emociones y estado de ánimo. Por esto, ya la describieron algunos autores como un lenguaje de las emociones. No obstante, la noción de emociones musicales continúa siendo controvertida.
Adicionalmente, dado su potencial para modular la actividad en estructuras cerebrales, puede ser una herramienta terapéutica efectiva para tratar trastornos emocionales o del neurodesarrollo. En vistas a los efectos autonómicos, endocrinológicos e inmunológicos relacionados con la salud que supone.
Sin embargo, queda un mundo aún por explorar, pues como dijo Meyer (1956), hay poco que ganar con la investigación de la emoción en la música cuando tenemos poca idea de las verdaderas cualidades fundamentales de la emoción. Para profundizar tu formación en esta área, te sugerimos acceder a nuestro curso en educación emocional.
Referencias bibliográficas
- Jauset, J. (2008). Música y Neurociencia: la musicoterapia sus fundamentos, efectos y aplicaciones terapéuticas. Editorial UOC.
- Juslin, P. N. y Västfjäll, D. (2008). Emotional responses to music: the need to consider underlying mechanisms. The Behavioral and brain sciences, 31(5), 559-621. https://doi.org/10.1017/S0140525X08005293
- Juslin, P. N. (2011). Music and emotion: Seven questions, seven answers. In: I. Deliège & J. Davidson (Eds.). Music and the mind: Essays in honour of John Sloboda (pp. 113-135). Oxford University Press.
- Juslin P. N. (2013). What does music express? Basic emotions and beyond. Frontiers in psychology, 4, 596. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2013.00596
- Tizón Díaz, M. (2018). Música y emociones: Un recorrido histórico a través de las fuentes. Revista de Psicología (UNLP). Doi: 10.24215/2422572Xe022
- Vivas, M., Gallego, D. y González, B. (2006). Educar las Emociones. Editorial Dikinson.
- Wilkins, R. W., Hodges, D. A., Laurienti, P. J., Steen, M. y Burdette, J. H.
(2015). Network Science and the Effects of Music Preference on Functional Brain
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