Las experiencias religiosas y místicas han estado presentes en la vida de los seres humanos desde la época de las cavernas. En concordancia, se han creado diversas instituciones con sus respectivos marcos doctrinales que buscan explicar este tipo de experiencia. Es así que, muchas disciplinas entendieron que, a lo mejor, esta clase de experiencias también podían estudiarse desde un plano más científico. Como resultado, crearon lo que hoy conocemos como neuroteología, un subcampo que busca tender puentes entre la religión y la ciencia.
¿Qué es la neuroteología?
En el ámbito de las neurociencias, ha emergido un campo denominado neuroteología. Esta disciplina, también referida como neurociencia espiritual, se propone explorar y comprender en profundidad la intersección entre el cerebro y la dimensión espiritual.
Asimismo, se caracteriza por su enfoque multidisciplinario. De hecho, abarca áreas tan diversas como la teología, los estudios religiosos, experiencias y prácticas espirituales, filosofía, ciencia cognitiva, neurociencia, psicología y antropología. A su vez, posee un enfoque que busca comprender tanto la biología cerebral como los aspectos trascendentales de la experiencia humana.
A medida que la investigación avanza, se emplean herramientas innovadoras, incluyendo diversas técnicas de neuroimagen. Herramientas que permiten explorar las complejas relaciones entre el cerebro y los procesos cognitivos, emocionales y comportamentales asociados a lo espiritual.
Las corrientes en neuroteología
Hay autores que argumentan que la dirección actual de la neuroteología, no se enfoca en cuestiones doctrinales. Más bien, se orientaría hacia la ubicación de vivencias religiosas a nivel cerebral. Dentro de estos debates, podríamos identificar dos corrientes bien marcadas (Múnera Montoya, 2019) .
Por un lado, la perspectiva reduccionista, encabezada por figuras como Michael Persinger, quien sostiene que las creencias y las experiencias religiosas derivan meramente de la actividad cerebral. Por otro lado, se encuentra la corriente positiva, liderada por Andrew Newberg y Eugene D’Aquili, quienes validan la vivencia religiosa al esforzarse por describir los cimientos neuropsicológicos subyacentes. En consecuencia, se aventuran a proporcionar explicaciones multidisciplinarias para interpretar al fenómeno de la experiencia religiosa.
William James y los orígenes de la psicología de la religión
Corría el año 1902 cuando el psicólogo y filósofo William James decidió publicar Las variedades de la experiencia religiosa (The Varieties of Religious Experience: A Study in Human Nature, en inglés). Obra que sentaría un precedente para la construcción de la neuroteología.
En esta, James buscó comprender las experiencias religiosas en su esencia más íntima. De acuerdo con el autor, la religión abarca los sentimientos, actos y las experiencias de individuos en soledad, en la medida en que éstos creen estar en relación con aquello que consideran lo divino. En otras palabras, para el reconocido psicólogo, lo importante de la religión es la experiencia individual de cada persona (Marty y James, 2021).
Las variedades de la experiencia religiosa
James, arraigado en su enfoque empírico y pragmático, abogó por la experiencia como guía confiable en la búsqueda de la verdad. En sus análisis, privilegió la revelación empírica por encima de las reguladas por los estudios teológicos y la religión organizada.
Así, sostenía que las experiencias religiosas no eran fundamentalmente distintas de otras experiencias humanas, como la felicidad o el trance. Y agregaba, además, que sus revelaciones podían tener su origen en la actividad cerebral, incluso en momentos de enfermedad o anticipación de la muerte.
Si bien admitía que algunas experiencias religiosas podían ser irracionales y surgir de estados mentales anómalos, James las consideraba en su mayoría como un fenómeno positivo. Afirmando que tales experiencias podían tener un impacto duradero en las vidas de las personas, quedando arraigadas en la memoria y siendo retomadas posteriormente.
La neuroteología como disciplina más allá de la biología
Andrew Newberg, figura destacada en el campo de la neuroteología, se plantea ciertos cuestionamientos en su libro Neuroteología: cómo la ciencia puede iluminarnos sobre la espiritualidad (Neurotheology: How Science Can Enlighten Us About Spirituality, 2021, en inglés). ¿Podría haber un punto de encuentro entre ciencia y religión que impulse la cooperación? ¿Será posible que esta conjunción aporte perspectivas profundas a la humanidad? Con ese propósito, surge la neuroteología como un posible canal para explorar la convergencia entre ciencia y religión.
El cerebro: Un órgano otorgador de sentidos
Sin embargo, es importante la cautela en los análisis. Pues, aunque procesos externos impulsan el funcionamiento del Universo, es el cerebro humano el artífice de experimentos, decodificación de resultados y otorgamiento de significado a los hallazgos científicos. Incluso en el caso de una divinidad que trascienda nuestras mentes, son nuestros cerebros los que moldean creencias y les confieren significado.
Objetivos de estudio
De acuerdo a esto, la neuroteología no busca demostrar la existencia o inexistencia de alguna divinidad, pues excede a su campo de estudio. Más bien, pretende investigar mecanismos neurales y cognitivos que pueden servir como marco explicativo para aquellas experiencias místico-religiosas que atraviesan muchas personas, independientemente de si sean ciertas o no.
En un plano más profundo, una perspectiva neuroteológica explora el dilema mente-cuerpo, donde se entrelazan la cognición, emociones y experiencias con el cerebro y cuerpo. Por lo que, la cuestión sobre si la conciencia se expande más allá del cerebro, continúa siendo un misterio sin resolver.
Efecto de las experiencias místico-religiosas en la salud mental
Las experiencias espirituales conllevan cambios notables en la percepción y atenúan los efectos del estrés en la salud mental. En un estudio se descubrió que las señales espirituales, en comparación con señales neutrales-relajantes, se vincularon a una mayor intensidad de conexión espiritual autoinformada y una disminución de la activación en el lóbulo parietal inferior, región relacionada con varios procesos perceptuales. Sin embargo, tal diferencia no se observó en relación con la señal de estrés.
Adicionalmente, en comparación con la condición de estrés, la condición de espiritualidad se asoció con una actividad reducida en el tálamo medial y el núcleo caudado. Dichas zonas cerebrales están vinculadas al procesamiento sensorial y emocional (Miller et al., 2019).
Mecanismos neurales involucrados
Estos resultados sugieren bases neurales para las experiencias espirituales en diversas tradiciones y prácticas. Por ejemplo, el estudio evidenció una disminución en la actividad en el lóbulo parietal inferior izquierdo tras las señales espirituales. En ese sentido, fue un resultado coherente con investigaciones previas que insinúan una relación inversa entre la conciencia espiritual y la actividad parietal.
Asimismo, el córtex parietal posterior estaba implicado en la religiosidad y espiritualidad en una variedad de mediciones. Su papel estaba presente desde la importancia de la religión y espiritualidad hasta la meditación mindfulness y la oración contemplativa. Además, esta región se vinculó con procesos perceptuales espacio-temporales y, en particular, con la representación del cuerpo humano en tiempo y espacio.
Bases cognitivas subyacentes según la neuroteología
Hoy en día, se ha establecido un marco dentro de las neurociencias para comprender las bases cognitivas y neurales de las creencias religiosas. De hecho, se han identificado tres dimensiones psicológicas de tales creencias: el nivel percibido de involucramiento divino, la emoción percibida de Dios y el conocimiento religioso doctrinal/experiencial.
Utilizando la resonancia magnética funcional (functional magnetic resonance imaging, fMRI, en inglés), se han logrado localizar estas dimensiones en redes cerebrales específicas. Además, dichas dimensiones se relacionan con la conocida Teoría de la Mente, que aborda la intención y la emoción, así como la semántica abstracta e imágenes mentales (Kapogiannisa et al., 2009) .
El rol compartido entre los procesos cognitivos y las redes cerebrales
Es importante señalar que la adopción de creencias religiosas involucra interacciones cognitivo-emocionales en la ínsula anterior, especialmente en individuos con inclinaciones religiosas. En tal sentido, los hallazgos de esta investigación respaldan una noción respecto a la religiosidad. Por un lado, la misma está profundamente integrada en procesos cognitivos. Por otro, se interconecta con las redes cerebrales empleadas en la cognición social.
Conclusión
La poeta norteamericana Emily Dickinson escribía en 1863:
El cerebro – es más amplio que el cielo –
colócalos juntos –
contendrá el uno al otro
holgadamente – y a ti – también –
el cerebro es más hondo que el mar –
reténlos – azul contra azul –
absorberá el uno al otro –
como la esponja – al balde –
el cerebro es solo el peso de Dios –
pésalos libra por libra –
se diferenciarán – si se pueden diferenciar –
como la sílaba del sonido.
Su intención era admirar al cerebro por su enorme capacidad de inventiva y de absorción de detalles. Es decir, para Emily, al igual que William James, el cerebro es un órgano destacado por sus habilidades de percepción y generador de experiencias subjetivas.
En ese sentido, lo que expresa la autora, según algunos críticos literarios, es que (…) la mente es más amplia que el cielo y más profunda que el mar. Pues, estas cosas, aunque vastas, solo tienen una dimensión física. Pero es la mente, comparable al ‘peso de Dios’, lo que les confiere amplitud y profundidad espirituales (…).
Referencias bibliográficas
- Hart, C. W. (2008). William James’ The Varieties of Religious Experience revisited. Journal of religion and health, 47(4), 516-524. https://doi.org/10.1007/s10943-008-9200-3
- Kapogiannis, D., Barbey, A. K., Su, M., Zamboni, G., Krueger, F. y Grafman, J. (2009). Cognitive and neural foundations of religious belief. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 106(12), 4876-4881. https://doi.org/10.1073/pnas.0811717106
- Marty, M. E. y James, W. (2021). The varieties of religious experience: A study in human nature. Independently Published.
- Miller, L., Balodis, I. M., McClintock, C. H., Xu, J., Lacadie, C. M., Sinha, R. y Potenza, M. N. (2019). Neural Correlates of Personalized Spiritual Experiences. Cerebral cortex, 29(6), 2331-2338. https://doi.org/10.1093/cercor/bhy102
- Múnera Montoya, J. C. (2019). Neuroteología y la naturaleza de la experiencia religiosa. Theologica Xaveriana, 69(187). https://doi.org/10.11144/javeriana.tx69-187.nner
- Newberg, A. (2021). Neurotheology: How science can enlighten us about spirituality. Columbia University Press.
- Tearle, O. (2017). A Short Analysis of Emily Dickinson’s ‘The Brain is wider than the Sky’. Interesting Literature. Recuperado de: https://interestingliterature.com/2017/11/a-short-analysis-of-emily-dickinsons-the-brain-is-wider-than-the-sky/