¿Has oído hablar de las parasomnias? Las parasomnias son fenómenos físicos no deseables que ocurren durante el sueño. Tener la sensación de caer, ser sonámbulo o experimentar una micción involuntaria al dormir, son activaciones repentinas, no epilépticas, pero desadaptativas del sistema nervioso durante el sueño. Asimismo, las parasomnias representan un grupo de afecciones vinculadas al sueño, donde la causa no es un daño orgánico. Veamos un poco más sobre qué son las parasomnias y cómo nos afectan

¿Qué suponen las parasomnias?

Son trastornos que afectan la calidad y la cantidad del sueño. Este tipo de malestar es muy frecuente en los niños, dado que presentan un sueño más inestable y permeable. Asimismo, si bien suelen desaparecer con el tiempo, la prolongación de los síntomas en la adolescencia y la vida adulta, tiene consecuencias problemáticas.

Tipos de parasomnias

En primer lugar, contamos con dos tipos de parasomnias. Esta clasificación se basa en la etapa del sueño donde se producen las mismas. En primer lugar, encontramos el sueño NREM, o sueño sin movimiento ocular rápido, ocupa aproximadamente el 80 % del tiempo total de descanso. Durante esta etapa, el cerebro pasa por cuatro fases en las que su actividad eléctrica adquiere ondas más profundas, lo que se asocia directamente con un descanso reparador. Este tipo de sueño es fundamental para la recuperación física y mental del cuerpo.

Parasomnias: ¿Qué son y cómo nos afectan?

Por otro lado, el sueño REM se caracteriza por movimientos oculares rápidos y una actividad eléctrica similar a la vigilia. Esta etapa predomina en la segunda mitad de la noche, cuando el cerebro ya está más descansado. Durante el sueño REM, se generan las ensoñaciones más complejas y con mayor contenido emocional, lo que contribuye a la consolidación de la memoria y al desarrollo de habilidades visoespaciales.

Parasomnias de sueño NREM

Estas parasomnias se producen durante el sueño de onda lenta, principalmente en las fases 3 y 4. La activación repentina hace que las personas queden en una especie de “limbo” entre el sueño y la vigilia, activándose procesos cognitivos vinculados al sistema nervioso autónomo y motor. Entre las más comunes se encuentra el bruxismo, que consiste en el rozamiento y rechinamiento de los dientes debido a la activación de los músculos mandibulares que ejercen una gran presión. Este trastorno es bastante frecuente en la población adulta. Por otro lado, los terrores nocturnos implican una activación paroxística del sistema motor durante el sueño profundo, acompañada de gritos, llanto, taquicardia y un estado de agitación general que cesa tras unos minutos.

Otros factores destacables

El sonambulismo es otra parasomnia destacada y se define como la ejecución de planes motores mientras se está dormido, comúnmente durante la fase más profunda del sueño. Los sujetos suelen realizar tareas automatizadas como deambular, ir al baño o buscar comida, siendo este fenómeno más frecuente durante la noche que en una siesta. Sus causas se asocian a diversos factores, mayormente exógenos. Por último, la enuresis nocturna implica la incapacidad de controlar las micciones durante la noche. Este fenómeno, habitual en niños, se atribuye a un retraso en el desarrollo del cuerpo, que no activa los mecanismos necesarios para retener la orina cuando la vejiga se llena.

Parasomnias de sueño REM

Estas parasomnias tienen una gran relación con la alta activación cortical que se produce durante la fase REM del sueño. Aquí, los microdespertares o activaciones del sistema nervioso, provocan estados de conciencia durante la ensoñación, donde por un principio de conservación, los músculos no autónomos son bloqueados. Estas parasomnias están estrechamente relacionadas con la alta activación cortical que ocurre durante la fase REM del sueño. En este contexto, los microdespertares o activaciones del sistema nervioso provocan estados de conciencia durante la ensoñación, mientras que, por un principio de conservación, los músculos no autónomos permanecen bloqueados (Kerbl et al., 2015).

La pesadilla por Johann Heinrich Füssli (1781).

Entre las parasomnias más comunes se encuentra la parálisis del sueño, que, aunque inofensiva a nivel orgánico, puede ser altamente preocupante a nivel psicológico. Este fenómeno implica la recuperación de la consciencia sin la capacidad de movimiento muscular al despertar, acompañada de una intensa activación de la amígdala que pone en marcha mecanismos de huida. Al no haber retroalimentación muscular, pueden surgir errores perceptivos y alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas.

Trastornos del sueño: Comportamiento REM y pesadillas

Otro trastorno frecuente es el de comportamiento del sueño REM, caracterizado por la recuperación del control muscular durante las ensoñaciones, lo que lleva al sujeto a actuar físicamente según el contenido del sueño, con el consiguiente riesgo de lesiones. Finalmente, las pesadillas son sueños vívidos y angustiosos que pueden presentarse a lo largo de toda la vida, aunque tienden a ser crónicos en niños, generando despertares acompañados de llanto y angustia.

La causa de las parasomnias

Durante muchos años, investigadores de todo tipo se dividieron en torno a la adjudicación de una causa fundamental en las parasomnias. El avance tecnológico y, principalmente, la invención del electroencefalograma, han permitido definir las causas de un conjunto de afecciones sin una clara disfunción orgánica. Hoy en día, podemos afirmar que las parasomnias son uno de los ejemplos más ilustrativos de la conjunción de factores psicológicos y orgánicos en un conglomerado de síntomas (Buela-Casal, 1990).

Parasomnias y factores asociados a sus causas

En primer lugar, los desajustes patológicos del sistema nervioso por causas orgánicas, suelen estar descartados en las parasomnias. Existe una alteración de la actividad nerviosa innegablemente orgánica, pero el causante es, fundamentalmente, un factor exógeno. ¿Por qué son patologías más presentes en niños? Justamente, porque su desarrollo nervioso no está completo y, por ende, es más sensible a interferencias causadas por agentes externos. Entre los factores externos más comunes podemos encontrar

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  • Estrés: Tan común en la niñez como en la vida adulta. El sistema nervioso tiene por propiedad la adecuación, lo que significa que los umbrales de respuesta se irán modificando en base a la interacción con el entorno. Cualquier situación estresante puede significar la alteración del funcionamiento nervioso durante el sueño. Por ejemplo, se han registrado mayores índices de parálisis del sueño entre poblaciones de inmigrantes (Dejong, 2005).
  • Alimentación: Constituye uno de los principales modos de interacción del cuerpo con el medio. Se ha observado una correlación entre el índice de parasomnias y la ingesta de alimentos azucarados en niños (Ruotolo, et al., 2015). Así mismo, el consumo de cualquier sustancia estimulante como café o refrescos, altera los niveles de alerta y, por consiguiente, el funcionamiento normal del sistema nervioso.
  • Exposición a medios electrónicos: Un factor estrechamente relacionado a la coyuntura actual de la vida cotidiana. La excesiva exposición a elementos electrónicos prolifera desde edades muy tempranas.
  • Higiene del sueño: Tanto horarios irregulares del sueño, como la falta de control de las actividades que se realizan en el dormitorio, están dentro de las principales causas de alteración. Si una persona come, estudia y hace ejercicio en su habitación, es normal que, por condicionamiento, su cuerpo no identifique ese lugar para las actividades de descanso.

Conclusión

Las parasomnias están dentro de las afecciones más comunes del sueño. Dado que no representan un peligro mortal, muchas personas deciden ignorarlas. Si bien suelen desaparecer conforme el avance de la edad, también es cierto que pueden afianzarse como conductas desadaptativas, lo que las hace mucho más difíciles de erradicar. 

Finalmente, la psicoeducación junto con un riguroso plan de higiene del sueño, son de los abordajes más recomendados, en combinación con tratamientos cognitivos conductuales. El impacto de las parasomnias y sus causas en la somnolencia diurna, las convierte en un problema que debe tratarse antes de que comience a afectar las relaciones personales y laborales. Para ello, es fundamental consultar a un especialista y tomar las medidas correspondientes.

Referencias bibliográficas

  • Buela-Casal, G. y Navarro, J. F. (1990). Avances en la investigación del sueño y sus trastornos. Siglo XXI de España Editores S. A.
  • De Jong, J. T. V. M. (2005). Cultural Variation in the Clinical Presentation of Sleep Paralysis. Transcultural Psychiatry, 42(1), 78-92. https://doi.org/10.1177/1363461505050711
  • Irfan, M., Schenck, C. H. y Howell, M. J. (2017). Non-Rapid Eye Movement Sleep and Overlap Parasomnias. CONTINUM Lifelong Learning in Neurology, 23(4), 1035-1050. https://doi.org/10.1212/CON.0000000000000503
  • Kerbl, R., Karnberger, A. y Grigorow, I. (2015). Pediatric parasomnia: presentation and a review of the recent literature. Somnologie, 19(4), 219-225. https://doi.org/10.1007/s11818-015-0027-3
  • Ruotolo, F., Prado, L. B. F., Ferreira, V. R., Prado, G. F., Carvalho, L. B. C., Ruotolo, F. y Carvalho, L. B. C. (2016). Intake of stimulant foods is associated with development of parasomnias in children. Arquivos de Neuro-Psiquiatria, 74(1), 62-66. https://doi.org/10.1590/0004-282X20150193
  • Tinuper, P., Bisulli, F. y Provini, F. (2012). The parasomnias: Mechanisms and treatment. Epilepsia, 53(7), 12-19. https://doi.org/10.1111/j.1528-1167.2012.03710.x