La participación es un concepto central para el funcionamiento de la vida cotidiana en sociedad. En esta línea, ha cobrado particular relevancia en el campo de la salud mental al estar ligada a la perspectiva de derechos. Así, engloba el posicionamiento activo de la persona en distintas áreas vinculadas a los procesos de rehabilitación. Actualmente, la participación se ha establecido como uno de los ejes principales de la atención comunitaria en salud y del modelo de recuperación, siendo incorporada a la legislación en materia de salud mental en diversos países. Por ello, invitamos al lector a profundizar a través de esta nota en las conceptualizaciones e implicancias de la participación en salud mental.

Atención comunitaria y participación

La participación ha sido un tema nodal en tanto indispensable camino a recorrer para el funcionamiento de la atención en salud mental comunitaria. Así, organismos internacionales en materia de salud marcan como una necesidad el involucramiento de personas usuarias en espacios de decisión y asesoría para los procesos de gestación de políticas públicas en salud mental.

Participación, Atención comunitaria, Recuperación

De esta forma, la participación se trata de un eje clave para el cambio de paradigma apoyado en los derechos humanos, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Continuando esta línea, encontramos la reforma de la atención en salud mental a través de la declaración de Caracas, en 1990, y la declaración de Brasilia, de 2005.

Hacia la salud mental comunitaria

En ambas declaraciones (ratificadas por el Estado Uruguayo) participaron los países integrantes de la OPS. Dichas declaraciones toman como central el involucramiento activo del sujeto en el seno de su comunidad como factor clave para la recuperación y se establece así la transición desde un modelo asilar hacia el terreno de la atención comunitaria.

Lo anterior implica la sustitución del manicomio por diversos dispositivos asistenciales comunitarios, por ejemplo. Algunos de estos dispositivos son los centros diurnos de rehabilitación, residencias asistidas y centros de inclusión social, entre otros.

Niveles de participación: Dos indispensables

Participación social

La participación social, de la mano de la participación ciudadana general, aboga por la representación de los valores sociales compartidos en el sistema de salud. Así pues, se relaciona con la responsabilidad y el control cívico frente las acciones y políticas que comprometen la sociedad.

En consecuencia, la participación social convierte a los individuos en socios activos en torno a la toma de decisiones sobre la asignación y el uso de los recursos. Con esto, genera presión sobre la definición de las prioridades y en la garantía de la rendición de cuentas (OMS, 2005).

No hay que olvidar que en dicho campo cobran protagonismo las asociaciones de usuarios y familiares. Y es que, nuclean personas en la búsqueda por conquistar espacios decisorios en gestión de políticas públicas de salud mental. En adición, la función de tales organizaciones implica la defensa de los derechos de las personas usuarias, junto a la presión ejercida por la efectiva transformación del modelo de atención (Batista, 2019).

Participación individual

La participación individual se encuentra arraigada al respeto por los derechos del usuario. La misma incluye el respeto a la toma de decisiones, autodeterminación, confianza e información plena en relación a su salud y la posición activa en los tratamientos. Si quieres aprender sobre la toma de decisiones en terapia, te recomendamos nuestro curso en ética y psicología.

De este modo, la denominación individual de la participación cobra vital relevancia en población usuaria de salud mental. Pues, se encuentra ligada a uno de los ejes principales de los procesos de recuperación, la autonomía.

Ahora, pensar el tránsito del usuario por abordajes desde el marco de la atención comunitaria implicaría reconsiderar los límites del tratamiento. Por ello, es necesario considerar parte del mismo a lo que sucede producto del involucramiento del sujeto en nuevas redes sociales, más allá del espacio de consulta psiquiátrica la cual, la mayoría de las veces, se realiza solo sobre el eje de la medicación (López y Laviana, 2017).

Modelo de recuperación y participación

La temática de la participación está vinculada a los desarrollos del modelo de la recuperación. De este modo, se apuesta por un cambio de modelo en donde se respete la esperanza, dignidad, autonomía y proyecto de vida de las personas que conviven con algún tipo de afección mental grave. En esta misma línea, pensar acciones desde el eje de la participación activa implica relacionar cuestiones centrales como lo son la autonomía personal, vínculos significativos, inclusión comunitaria, posicionamiento políticos-civiles y prioridad para el usuario.

Adicionalmente, algunos autores proponen que el modelo de recuperación surge a partir de la participación y de la necesidad retomar los principios ligados a la movilización de los usuarios. Esta postura de pensar la participación se liga a uno de los fundamentos del modelo de la recuperación al plantear la persona como la verdadera protagonista en primera persona de su proceso terapéutico y de crecimiento personal (Herrero et al., 2013).

Beneficios de la participación

Como vimos, una de las formas en que es entendida la participación en salud mental refiere al involucramiento de la persona en organizaciones sociales. Dichas organizaciones se centran en la defensa y lucha por los derechos de los usuarios y espacios de decisión en materia de políticas públicas.

Sin embargo, la participación implica también el adentramiento del sujeto en diversas esferas sociales. Allí, encontramos vivienda, trabajo, educación y centros de inclusión social como algunos de los campos posibles para la participación.

Lo anterior supone la construcción de redes y vínculos entre la persona que padece algún tipo de afección mental y su contexto comunitario. Entonces, se apuesta por la participación en función de sus múltiples beneficios en distintas áreas (Agrest y Druetta, 2020). Así pues:

  • En las personas, es beneficiosa respecto al ejercicio de ciudadanía plena y derechos y procesos de recuperación.
  • En los servicios, supone mejorías de los parámetros de calidad de atención a través de la evaluación de usuarios.
  • En la sociedad, de manera general, mejora sustancialmente los procesos de inclusión social en distintos campos como la salud, trabajo, cultura, educación, etc.

Conclusión

Es indudable la necesidad del involucramiento activo de las personas usuarias para una efectiva transformación de los modelos de atención en salud mental. Los nuevos desarrollos acontecidos en las últimas décadas en torno a la atención comunitaria y el modelo de recuperación enfatizan el rol protagónico de la persona en lo que respecta a su proceso de rehabilitación y proyecto de vida. Es en este horizonte que pensar la participación es fundamental considerando los beneficios que aporta en las personas, servicios y sociedad. No obstante, a pesar de un creciente reconocimiento gubernamental, nos topamos con la estigmatización como la principal barrera para aumentar las modalidades participativas de personas usuarias.

En ultimo lugar, con el objetivo de poder visualizar en un hecho concreto lo que desarrollamos a lo largo de esta nota, haremos mención de la similitud que existe con el concepto Brainet, el cual puede definirse como una red de cerebros interconectados que trabajan juntos para resolver problemas computacionales. En el caso de la salud mental, la potencia de la participación radica en agrupar a las personas alrededor de la defensa de sus intereses comunes, en el intento de superar colectivamente los obstáculos presentes para la inclusión social.

Referencias bibliográficas

  • Agrest, M. Y Druetta, I. (2020). El concepto de recuperación: la importancia de la perspectiva y la participación de los usuarios. Vertex Revista Argentina De Psiquiatría31(150), 136-144. https://revistavertex.com.ar/ojs/index.php/vertex/article/view/61
  • Batista, S. (2019)Participación: La experiencia de personas usuarias en el proceso de reforma en legislación en Salud Mental en Uruguay (Periodo 2014-2017). Tesis de maestría. Universidad de la República (Uruguay). Facultad de Psicología.
  • Herrero, M. R., Monsalve, M. H. y Smith, S. P. K. (2013) La recuperación: servicios que ponen a las personas en primer lugar. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría33(118), 257-271. https://doi.org/10.4321/s0211-57352013000200003
  • López, M., y Laviana, M. (2017). Rehabilitación psicosocial y atención comunitaria: algunas consideraciones críticas y una propuesta de guion para el debate. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 37(131), 257-276. Doi: 10.4321/S0211-57352017000100015
  • Nebot, C. P., Rosales, C., Borrell, R. M., Güemes, A. y Ruales, J. (2008). Sistemas de salud basados en la Atención Primaria de Salud: Estrategias para el desarrollo de equipos de APS los equipos de APS. La Renovación de la Atención Primaria de Salud en las Américas1. https://iris.paho.org/handle/10665.2/31333
  • Organización Panamericana de salud (2007). Health in the Americas, 2007. Scientific and Technical Publication.