La piel es el órgano más grande y visible del cuerpo. Actúa como una interfaz con el mundo y, en consecuencia, puede verse afectada por factores corporales internos o ambientales externos. Ahora, probablemente nos hemos cuestionado: ¿Cómo se relacionan las condiciones psicológicos y la piel? En este caso, nos enfocaremos en una disciplina relativamente nueva pero que ha ido tomando protagonismo en el ámbito de la salud. Te presentamos la psicodermatología. ¿En qué consiste? ¿Cuáles son las enfermedades psicodermatológicas? ¿Cómo puede ayudar al manejo de diversas patologías? Veamos más sobre ello a continuación.
¿Qué relevancia tiene la psicodermatología?
Como sabemos, la piel funciona como receptor y emisor de información. De hecho, diversas investigaciones han encontrado que puede relacionarse con algunas afectaciones psicológicas. En otras palabras, múltiples trastornos psicológicos y psiquiátricos pueden generar condiciones problemáticas en la piel.
La psicodermatología es una disciplina que se encarga de las patologías cutáneas resultantes de la interacción entre mente y piel. Es decir, algunas patologías duales. Un aspecto clave de esta disciplina radica en que en algunos de los pacientes dermatológicos pueden presentar trastornos psiquiátricos o psicológicos asociados. Como resultado, la condición de la piel puede complejizarse. Por esta razón, la psicodermatología tiene en cuenta la influencia del estrés psicosocial en el origen, desarrollo y cronicidad de enfermedades cutáneas (Serón y Calderón, 2015).
¿Cómo se relaciona la psicología, psiquiatría y dermatología?
La respuesta a esta pregunta es, precisamente, a través de la psicodermatología. Por otro lado, la psicología y la psiquiatría son profesiones que manejan diversos trastornos mentales. En el caso de psicodermatología, se trata a pacientes que presentan tanto sintomatologías en la piel como síntomas o condiciones psicológicas que han impactado en su calidad de vida.
Existen casos que pueden justificar la relación entre estas disciplinas. Por ejemplo, aquellos en los que algunas personas manifiestan impulsos agresivos, comportamientos autodestructivos o ansiedad a través de la piel. Presentando, con ello, síntomas dermatológicos. Estos pueden ser generados por ellos mismos o surgir como consecuencia. Otro ejemplo son quienes presentan enfermedades dermatológicas que afectan su imagen corporal. Como resultado, muestran estados ansiosos y se pueden sentir deprimidos o avergonzados.
Y… ¿Qué enfermedades se pueden considerar psicodermatológicas?
Puede centrarse desde situaciones donde el estrés actúa como un factor agravante de los síntomas cutáneos, hasta cuadros psicóticos que presentan síntomas dermatológicos. En consecuencia, se vuelve necesario el desarrollo de una clasificación que facilite la comprensión y una los criterios clínicos para relacionar a la piel con los trastornos psicológicos.
Trastornos psicológicos y relación con la piel
En este caso, se tienen en cuenta trastornos de la piel que parecen tener exacerbaciones por factores psicológicos, emocionales y de estrés. Así pues, los procesos fisiopatológicos que se encuentran involucrados se relacionan con la desregulación del eje neuro-endocrino-cutáneo. Debido, especialmente, a la activación del eje hipotalámico-pituitario-adrenal, relacionado con el estrés. La activación de este último, aumenta la estimulación adrenérgica y las citoquinas inflamatorias. Lo que genera, por ende, cambios en el sistema inmunológico.
En dicha categoría se considera la alteración psíquica como un agravante/desencadenante de la enfermedad cutánea. Asimismo, se analiza que no solo afecta la dimensión personal, sino también la familiar y social. Como resultado, conduce a un aumento del estrés psicológico. Los ejemplos más comunes de este tipo de enfermedades psicodermatológicas son:
- Psoriasis: Enfermedad inflamatoria crónica que afecta la piel y tiene repercusiones a nivel sistémico. Produce un importante deterioro en la calidad de vida. Y, además, se asocia con disfunciones emocionales.
- Dermatitis atópica: Padecimiento crónico y recidivante. Se caracteriza por la presencia de lesiones en forma de eczema que suelen generar picor. Asimismo, puede producir disfunciones a nivel psicosocial, como discriminación y aislamiento. Por otro lado, estudios indican que la persona presenta un mayor riesgo de desarrollar depresión o ansiedad.
- Hiperhidrosis: Entidad clínica en la que hay producción excesiva de sudor. Esta sudoración puede ser resultado de un estímulo emocional que afecta psicológicamente. De tal forma que se crea una interferencia en el desarrollo laboral y social. Disminuyendo, por ende, la calidad de vida.
Trastornos psiquiátricos primarios vinculados a la piel
En esta categoría, la psicodermatología trabaja enfermedades o situaciones clínicas en las que los pacientes psiquiátricos se autoinducen síntomas o signos cutáneos. Todo ello sin que previamente desarrollaran lesiones primarias en la piel. Por lo tanto, las enfermedades que se incluyen se relacionan con daños cutáneos autoinducidos por el paciente. Por ejemplo:
- Síndrome de Ekbom: Trastorno psiquiátrico caracterizado por la creencia de que la persona está infectada de organismos vivos. Pueden presentar diversas lesiones cutáneas como excoraciones y ulceraciones, entre otras. Provocadas por el mismo paciente al intentar eliminar los agentes que piensa que lo atacan.
- Dermatitis arteafacta: Presencia de lesiones en la piel que son producidas por la propia persona y que, al mismo tiempo, niega que las haya hecho. Esto se debe a que busca satisfacer diversas necesidades psicológicas que son disruptivas para su desarrollo diario.
- Tricotilomanía: Se caracteriza por una pérdida de pelo en parches debido a una necesidad compulsiva de arrancarse el pelo. Se ha encontrado que quienes lo sufren presentan un impacto en diversas áreas del funcionamiento psicosocial como la autoestima o la calidad de vida, con una alta presencia de estrés.
Una última categoría: Trastornos psiquiátricos secundarios
Se trabajan condiciones psiquiátricas como la depresión, ansiedad o fobia social generadas por una enfermedad en la piel. Como resultado, queda afectada la imagen corporal, confirmando así la necesidad de la psicodermatología para su tratamiento. Según da Costa et al. (2016) y Serón y Calderón (2015), entre las principales enfermedades psicodermatológicas de este tipo encontramos:
- Acné Vulgaris: Existe una estrecha relación entre las lesiones producidas por el acné y la salud mental. En consecuencia, hay problemas severos en la percepción de la imagen, proceso de socialización y desarrollo psicosexual.
- Vitíligo: Enfermedad caracterizada por la despigmentación de la piel. Puede ocasionar vergüenza, tristeza, inseguridad o frustración. Como resultado, las áreas sociales y labores pueden verse afectadas. Aumentando, en consecuencia, el riesgo de sufrir ansiedad o depresión.
Abordaje dentro de la consulta
En la mayoría de los casos, los pacientes que llegan a la consulta psicodermatológica suelen creer que tienen un problema cutáneo primario. Sin embargo, como vimos anteriormente, no siempre es así. El abordaje inicial debe ser realizado como con cualquier otro paciente en dermatología. Aunque, en este caso, toma especial protagonismo la escucha activa. De este modo, se debe hacer una historia clínica exhaustiva que considere los aspectos médicos, psicológicos y sociales. Es importante darle seguridad al consultante para que pueda comunicarse con facilidad y esto permita una examinación detallada sin restricciones (Marshall et al., 2016).
Durante la revisión se puede abordar el impacto psicosocial que pueden tener los problemas en la piel, sus implicaciones en las relaciones sociales y calidad de vida. Asimismo, es importante realizar un examen mental general. Donde se incluyan revisiones minuciosas sobre los daños en la piel, considerando:
- Aspecto y comportamiento.
- Discurso del paciente.
- Estado de ánimo: Subjetivo y objetivo.
- Pensamiento: Forma y contenido.
- Percepción: Por ejemplo, auditiva, visual, olfativa y alucinaciones.
- Evaluación cognitiva general.
Al finalizar esta valoración, se debe iniciar el tratamiento de todos los síntomas encontrados, tanto de los trastornos psicológicos como de las condiciones de la piel. Todo ello acompañado del equipo multidisciplinario.
Conclusión
La implementación de la psicodermatología en los sistemas de salud generaría una notable mejora en el manejo de diversas patologías relacionadas a aspectos dermatológicos. Y, sobre todo, psicológicos.
Así pues, desarrollar una terapia multidisciplinar, que incluya los factores físicos y cognitivos, ayudaría notablemente a mejorar la calidad de vida. Y, además, contribuiría positivamente a nivel personal, social y familiar.
Referencias bibliográficas
- da Costa, F., Lira, D. y Moscoso, F. (2016). Psicodermatología en la atención primaria. Revista Hospital Clínica Universidad de Chile, 27, 27-34. https://www.redclinica.cl/Portals/0/Users/014/14/14/781.pdf
- Marshall, C., Taylor, R. y Bewley, A. (2016). Psychodermatology in Clinical Practice: Main Principles. Acta Dermato-Venereologica, 96(217), 30-34. https://doi.org/10.2340/00015555-2370
- Rumbo, J. M. y Castellano, E. (2017). Dermatología psicosomática: La relación mente y piel. Enfermería Dermatológica, 11(31), 7-10. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6324064
- Serón, T. y Calderón, P. (2015). Actualización en psicodermatología. Revista Hospital Clínica Universidad de Chile, 26(1), 42-50. https://www.redclinica.cl/Portals/0/Users/014/14/14/actualizacion_en_psicodermatologia.pdf
- Torales, J. C., Malatesta, E. M., González, L. L., González, I. A., López, R. D., Barrios, J. I., García, O. E., O’Higgins, M. G., Castaldelli-Maia, J. M. y Ventriglio, A. (2020). Psicodermatología: Una introducción a sus conceptos, nosología y modelos de abordaje. Anales de la Facultad de Ciencias Médicas (Asunción), 53(2), 127-136. https://doi.org/10.18004/anales/2020.053.02.127