El teatro y la psicología han sido grandes aliados a lo largo de la historia. Desde las presentaciones y teorizaciones a partir de Edipo rey, Narciso, y otros, el simbolismo propio de las artes escénicas aportan insumos para pensar las relaciones humanas. Así, las puestas en escena hechas y pensadas abren un campo de proyección y representación sin igual, que pueden contribuir de forma crítica a los procesos de significación y resignificación de las experiencias vitales. Esto es recogido por la psicoterapia, en modelos de intervención inspirados en las obras dramáticas. De esta forma, a través del recurso del teatro se pueden encontrar formas de expresión y alivio en salud mental. ¿De qué trata el psicodrama? ¿Es una intervención efectiva en psicoterapia?

Psicología y teatro: Una larga historia

Desarrollado a principios del siglo XX por el psiquiatra vienés Jacob L. Moreno, el psicodrama es un método experiencial de psicoterapia grupal. El mismo, utiliza técnicas de acción para explorar las raíces de los malestares psicológicos y sociales; y comparte raíces profundas en el teatro, la psicología y la sociología.

psicodrama

Aunque se prefiere realizarlo en grupo, se centra en las particularidades de la persona en la intersección de varios roles relacionales. Por esta razón, se dice que es una terapia individual en formato grupal, centrada en el protagonista, y cuya acción puede tener lugar en torno a los diversos roles que este asume a lo largo de la vida.

Así pues, el psicodrama implica el proceso de representar y volver a representar preocupaciones pasadas e imaginar la situación repitiéndose en una forma presente. Esto permite descubrir pensamientos y sentimientos a los que quizás no se puedan acceder únicamente a través de la terapia verbal. De esta forma, el psicodrama mejora la comprensión para la resolución de problemas y facilita el crecimiento personal en niveles cognitivos, afectivos y conductuales (Konopik y Cheung, 2012).

La puesta en escena como método terapéutico

El método de actuación tiene como objetivo fomentar la comunicación, aclarar problemas, mejorar el bienestar físico y emocional, y promover el desarrollo de habilidades. Como técnica orientada a la acción o un juego de roles clínico, el psicodrama proporciona un contexto en el cual las personas examinan patrones habituales de reacción ante ciertos problemas y descubren formas alternativas de responder en un entorno seguro y de apoyo.

Así, una sesión psicodramática consta de tres contextos: social, grupal y dramático, cinco instrumentos: protagonista, escenario, ego-auxiliar, director, audiencia y tres fases distintas: calentamiento, acción y momento de compartir. La mayoría de las técnicas que se encuentran en la literatura, como el cambio de roles o el doble reflejo, se utilizan para ayudar al protagonista en la dramatización del conflicto que necesita resolverse (Cruz et al., 2018).

La concretización en el psicodrama

Uno de los mecanismos centrales de cambio en el psicodrama es la concretización. El término concretización proviene del verbo “concretizar”, que significa “hacer algo concreto, específico o definido”. Así, a lo largo del tratamiento esto se manifiesta a través de la creación del aquí y ahora en escena en una realidad dramática. Esta actúa como una extensión subjetiva de la realidad cotidiana de la persona, donde los sentimientos y pensamientos internos pueden hacerse presentes, visibles y tangibles.

psicología y teatro

El terapeuta, junto con el protagonista, puede dar expresión física a cosas reales de la vida, como objetos, personajes, lugares y momentos. De manera similar, se puede dar una expresión física a cosas abstractas, como sentimientos y pensamientos, por ejemplo, concretizando la experiencia de sentirse atrapado, cargado, sofocado u oprimido por algo. Así, las ideas o imágenes pueden ser plasmadas en dimensiones espaciales en forma de objetos o personas en el escenario (Kushnir y Orkibi, 2021).

Soliloquio: Una herramienta clave

El soliloquio se trata de una herramienta que toma forma de un monólogo interpretado por el protagonista a sí mismo. La intención del mismo es que este externalice los sentimientos y pensamientos, a modo catártico y esclarecedor. Además, funciona como corrección ante cualquier representación errónea de la escena.

Esta técnica es recogida del teatro clásico, siendo una de las más utilizadas en las escenas de psicodrama. Así, en momentos en que el accionar del protagonista puede parecer ambivalente o confuso, el director de la escena puede pedirle al mismo que piense en voz alta más allá del diálogo de la dramatización. De esta manera, el protagonista expresa lo que siente al respecto del aquí y ahora (Cruz et al., 2018).

El protagonista en psicodrama: Un medio para el alivio psíquico

Las técnicas de psicodrama se centran en la persona, con el fin de resaltar la perspectiva de esta sobre su vida. De esta forma, se utilizan diversas herramientas que sirven a este cometido. Entre algunas, además del soliloquio, destaca la técnica del doblaje. En ella, otro miembro del grupo imita el papel y las acciones del protagonista, mostrándole otra perspectiva de la historia. Por otro lado, en la inversión de roles, el protagonista asume el papel de la persona de preocupación en su vida.

Estas técnicas han sido validadas de forma empírica en diversas ocasiones. Así, a través de la puesta en escena terapéutica, personas que participaron en procesos interpersonales y orientados a la acción reportaron abordar con éxito una amplia gama de problemas. Por ejemplo, traumas personales y grupales, duelos y pérdidas, conflictos interpersonales, problemas familiares de origen, violencia institucional y cuestiones relacionadas con el trabajo (Konopik y Cheung, 2012).

Autoimagen y poder de decisión: Ensayando nuevos caminos

Por otro lado, la participación y puesta en escena por parte de los protagonistas se expresó como satisfactoria, especialmente relativo a su relación consigo mismos. Así, los resultados positivos informados en diversas investigaciones estuvieron principalmente relacionados con la reconstrucción de la autoimagen. Sumado a esto, en relación a esta relación de psicología y teatro, varios estudios han reportado asociaciones positivas entre la espontaneidad y medidas de bienestar, extraversión, autorrealización, capacidad creativa y juego.

Por otro lado, dentro del entorno psicodramático seguro y protegido, el proceso puede estimular la espontaneidad, el juego y estados de ánimo positivos. Estos, a su vez, pueden llevar a pensar de manera más diversa y actuar de forma más creativa y flexible.

Y es que, no ha de olvidarse que en el psicodrama la realidad puede ser simulada, de modo que las personas puedan aprender a desarrollar nuevas técnicas de vida sin arriesgar consecuencias perjudiciales o desastres graves. Es decir, como podrían hacerlo en la vida real (Orkibi, 2019).

Conclusión

La psicología y el teatro se encuentran estrechamente relacionadas. Específicamente el psicodrama, presenta oportunidades terapéuticas, lúdicas y recreativas que abren nuevos horizontes de expresión. Dramatizar, ensayar, imaginar un “como si”, intercambiar roles o vernos a nosotros mismos desde otra perspectiva, constituyen un insumo central de reflexividad y bienestar psíquico. Así, la psicología continua expandiéndose y aportando herramientas para pensar la gran diversidad de las experiencias humanas, colocándose fiel al valor de la singularidad del encuentro como instrumento terapéutico.

Referencias bibliográficas

  • Cruz, A. L., Sales, C., Alves, P. y Moita, G. (2018). The Core Techniques of Morenian Psychodrama: A Systematic Review of literature. Frontiers in Psychology9. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2018.01263
  • Konopik, D. A. y Cheung, M. (2012). Psychodrama as a social work modality. Social Work58(1), 9-20. https://doi.org/10.1093/sw/sws054
  • Kushnir, A. y Orkibi, H. (2021). Concretization as a mechanism of change in Psychodrama: Procedures and benefits. Frontiers in Psychology12. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.633069
  • Orkibi, H. (2019). Positive Psychodrama: a framework for practice and research. Arts in Psychotherapy66, 101603. https://doi.org/10.1016/j.aip.2019.101603