Cada 25 de diciembre y 1 de enero los hospitales reciben heridos por causa de la pirotecnia. Su utilización supone riesgos frecuentes y conocidos como quemaduras, lesiones en los ojos y traumas acústicos. Pero… ¿Qué pasa con los efectos que los estruendos provocan a la salud mental? Veamos qué hacer estas fiestas para proteger de la pirotecnia.
Los efectos silenciosos del ruido
La pirotecnia presenta otros efectos, menos conocidos, que afectan silenciosamente a la población que, por distintas razones de salud, tienen sensibilidad auditiva. Entre ellas, se encuentran las personas con autismo, discapacidad intelectual y también quienes tienen estrés postraumático (TEPT).
Y es que, las personas con trastornos del neurodesarrollo y procesamiento sensorial tienen una reacción muy significativa a los estímulos sensitivos.
Por ello, están más expuestos a sufrir hipersensibilidad auditiva, que se da por alteraciones en el registro, integración e interpretación del sonido que proviene del medio.
Por ejemplo, los ruidos de alto impacto que generan los cohetes, petardos y fuegos pirotécnicos que se emplean particularmente en estas fechas.
¿Cuál es el nivel de intensidad sonora que provoca daños?
Algunos fuegos artificiales y materiales pirotécnicos pueden alcanzar niveles de intensidad de sonido de entre 140 y 170 decibeles (dB). Esto significa un sonido más intenso que el que producen un martillo neumático (130 dB) o un avión al despegar (140 dB).
A partir de los 70 dB, nuestros oídos comienzan a percibir el sonido como una molestia. Por ejemplo, las sirenas de ambulancias o patrulleros están preparadas para emitir sonido a 90 dB. Por encima de los 85 dB, la intensidad del sonido ya comienza a considerarse dañina para el oído humano.
La exposición a este tipo de ruidos de gran intensidad y corta duración puede dañar células sensoriales del oído interno y producir daño auditivo.
¿Estamos del todo preparados para protegernos de la pirotecnia?
Si bien el oído humano tiene un mecanismo protector que reduce la transmisión de los sonidos más intensos hacia las células del oído interno, este actúa una décima de segundo después, siendo ineficaz frente al sonido que produce la explosión de un petardo.
Es así como los sonidos de hasta 160 dB llegan casi inalterados al oído interno, afectando violentamente a las delicadas células.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es recomendable que los adultos no se expongan a ruidos que superen los 140 dB, mientras que el límite para los niños es de 120 dB.
A partir de estos niveles, un factor clave para que pueda llegar a existir daño en el oído es el tiempo de exposición. Esto es, cuanto más fuerte es el ruido, menos tiempo tarda en dañar la audición de la persona.
Esto ocurre en situaciones de recepción del sonido en quienes no padecen sensibilidad auditiva, para quienes sí la padecen, los sonidos se vuelven mucho más potentes y dañinos aún.
¿Cómo proteger a quienes padecen sensibilidad sensorial en estas fiestas?
Hasta un 90% de las personas con TEA experimentan respuestas inusuales a los estímulos sensoriales.
Veamos algunas recomendaciones en estas fiestas para proteger de la pirotecnia.
- Educar a los familiares, a quienes conviven y aquellos que están cerca para evitar que esto suceda alrededor de quien más sufre con la pirotecnia. Por ejemplo, hay una iniciativa de poner un lazo azul en cada casa donde hay una persona con autismo.
- Ponerles auriculares que insonorizan el contexto.
- Buscar algún espacio de la casa donde no haya ventanas y la transmisión del sonido se anule.
- Recurrir a la sensibilización previa. Es decir, mostrarles situaciones donde haya fuegos artificiales en la televisión u ordenador.
Resulta sumamente importante evitarles estos momentos, no dejarlos expuestos y no minimizar su angustia. Y, esta máxima, también se suma para los animales de compañía.
Existen diversas campañas de sensibilización de organizaciones que trabajan por las personas que conviven con trastornos mentales.
Asimismo, muchos estados en el mundo ya han tomado la decisión y han reglamentado la prohibición de la tenencia, fabricación, comercialización y uso de productos de pirotecnia. No obstante, su uso no ha desaparecido. Comprensión, empatía y solidaridad son claves para considerar esta práctica en la presente festividad.