El funcionamiento del cerebro es un foco de interés para las investigaciones científicas. Entre los temas principales se encuentra la reserva cognitiva y la reserva cerebral. Y es que, dichos aspectos han ayudado a conocer más sobre este importante órgano. Sin embargo, son muchos los misterios que lo rodean. Actualmente, algunos estudios se han enfocado en las diferencias individuales que hay entre las personas, tratando de responder a cuestiones como: ¿Por qué unas envejecen más que otras? o ¿Cómo se desarrollan las patologías en cada una? A continuación, hablemos de la reserva cognitiva y su importancia en el cerebro.
¿Qué es esto de la reserva cognitiva?
Se define como la capacidad que tiene el cerebro adulto para contrarrestar el impacto de las patologías. Como resultado, se retrasa el tiempo de manifestación de los síntomas por medio de una estimulación. Aunque la reserva cognitiva o reserva cerebral puede aplicarse a cualquier sistema biológico, las principales investigaciones se han enfocado en el daño cerebral.
Estudio de las monjas
Uno de los primeros estudios por los que se evidenció la reserva cognitiva fue el que realizó el investigador David Snowdon en un convento con monjas. En esta investigación, se llevaron a cabo evaluaciones neuropsicológicas y periódicas a las participantes para ver cómo era su funcionamiento cognitivo.
De hecho, el estudio tenía la condición de que al morir, las participantes habían de donar su cerebro para que se pudiera analizar. Y así fue. Dentro de los resultados se encontró que, en varias de las monjas en las que hallaron signos de desarrollo de demencia, no había existido una manifestación clínica de la enfermedad.
Esto quiere decir que, a pesar de tener la enfermedad, no habían mostrado los síntomas de la misma. Por lo que pudieron desarrollar sus actividades diarias sin dificultad. Con respecto a tales resultados, el autor reportó que las monjas que presentaban dichas características eran las que tenían más años de estudio. Por ende, sus trabajos tenían más exigencias cognitivas.
Tipos de reserva cognitiva
Se han encontrado dos tipos de reserva cognitiva que, en conjunto, son los que conocemos con ese término.
El modelo pasivo
En primer lugar, la reserva cerebral o también llamado modelo pasivo. Se relaciona con las diferencias en los sustratos anatómicos de cada persona. Este tipo de reserva explica que las personas con un recuento neuronal más alto pueden sufrir más daños antes de que se manifiesten los síntomas.
Lo anterior se explica por la existencia de más sustancia para compensar deterioros que se presentan en otras partes del cerebro. La compensación es una técnica que se puede aplicar, especialmente, cuando la patología es de tipo degenerativo (Stern, 2013).
El modelo activo
En segundo lugar, la denominada reserva cognitiva o modelo activo. Esta vertiente hace referencia a la flexibilidad o adaptación de las redes neuronales para ser más útiles y eficientes. Como resultado, ayudan a contrarrestar de mejor manera los daños por cualquier tipo de enfermedad.
En este caso, hay una compensación de los signos y síntomas por medio de actividades tanto sociales como físicas que sean activas y estimulantes (León et al., 2016).
Así pues, tener un estilo de vida que sea estimulante y enriquecido lleva a tener estructuras neuronales eficientes. Y, por tanto, una disminución o enlentecimiento de la aparición de déficits cognitivos. Además, puede favorecer una recuperación posterior de un problema o enfermedad (en caso de que sea posible esta mejora).
A pesar de tal separación, otros investigadores concuerdan en que hay una dificultad para encontrar cuál es el límite entre un tipo y otro. Esto es así dado que las características anatómicas pueden ser moldeadas o desarrolladas por medio de la estimulación. Recalcando, de esta forma, que el contexto y el desarrollo, son de vital importancia para tener un adecuado sustento tanto anatómico como funcional en el cerebro.
¿Con qué se relaciona la reserva cognitiva?
La reserva cognitiva está directamente relacionada con el grado de estimulación, tanto física como cognitiva, que se recibe a lo largo de la vida. Se puede originar desde múltiples fuentes. Entre las principales:
- Educación: Es el factor más frecuentemente señalado como predictor de la reserva cognitiva. Indica que las personas que más estudios tienen, mayor nivel de reserva cognitiva presentan. Vásquez (2016) encontró una asociación entre el volumen cerebral (tanto en sustancia blanca como sustancia gris) y el nivel educativo.
- Complejidad de la ocupación: Se ha encontrado que, cuanto más complejo sea el trabajo, más alta será la reserva cognitiva.
- Motivación: Actualmente, las personas que tienen motivación presentan un mejor nivel de reserva cognitiva.
- Ejercicio físico: Ayuda a mejorar la plasticidad gracias al aumento de los factores neurotróficos, lo que aumenta también la reserva cerebral (Stern, 2013).
- Actividad de ocio: Al tener pasatiempos interactivos donde se aprenden cosas nuevas, se ayuda a estimular la actividad cerebral que, a su vez, aumenta la reserva.
- Bilingüismo: El aprendizaje y manejo de un idioma ayudará a mejorar y aumentar las conexiones entre las neuronas, favoreciendo la mejora de la reserva cognitiva y cerebral.
¿Cómo se puede evaluar?
En la actualidad, se han encontrado algunas herramientas que nos pueden ayudar a conocer el posible nivel de la reserva cognitiva. Una de ellas son los índices, en los que se deben tener en cuenta variables de nivel educativo y ocupación laboral. Esta información se puede obtener de la historia clínica o haciendo una entrevista semiestructurada (García et al., 2013).
Otra forma para evaluar la reserva cognitiva es por medio de las escalas de reserva cognitiva. Un ejemplo es el cuestionario de reserva cognitiva, que tiene en cuenta dimensiones como la escolaridad, escolaridad de padres, complejidad ocupacional, formación musical y dominio de idiomas, entre otros. Dependiendo de la puntuación total que se obtenga se puede conocer el nivel que presenta la persona.
La tecnología se posiciona
Con lo anterior, la investigación de Stern (2013) utiliza la neuroimagen para observar cómo es el flujo sanguíneo de las personas con enfermedad de Alzheimer y analizar cómo funciona su sistema circulatorio cerebral.
Los resultados encontraron que los personas con mayores niveles de educación tienen el flujo sanguíneo más disminuido que los que tienen menor nivel. Sin embargo, ambos tienen el mismo nivel de deterioro funcional. Por lo que se comprueba que la educación es un protector que ayuda a que los síntomas de algunas enfermedades sean menos significativos.
Conclusión
La reserva cognitiva se ha convertido en un aspecto relevante en el ámbito de la salud. Donde se evidencia la importancia de tener una buena calidad de vida, en la que no solo el ejercitar el cuerpo es importante, sino también el cerebro.
Es fundamental la realización de actividades educativas, pero también distintos tipos de actividades físicas o de ocio que sean estimulantes. Asimismo, se han encontrado más ventajas sobre el aprendizaje de nuevos idiomas, el tener hábitos de lectura y una motivación para hacer las cosas.
Por ello, es crucial tener un sentido de vida, dirigirnos hacia una meta, preparándonos y superando cualquier obstáculo. Esto no solo nos servirá para cumplir propósitos, sino que también permitirá vivir de una manera mental y físicamente más saludable.
Referencias bibliográficas
- García, A., Enseñat, A., Sánchez, R., Rodríguez, P., Tormos, J. M. y Roig, T. (2013). Variabilidad interindividual en la recuperación después de un traumatismo craneoencefálico: efecto de la reserva cognitiva. Medicina Clínica, 140(12), 527-531. https://doi.org/10.1016/j.medcli.2012.09.047
- León, I., García, J. y Roldán, L. (2016). Escala de Reserva Cognitiva y envejecimiento. Anales de Psicología / Annals of Psychology, 32(1), 218-223. https://doi.org/10.6018/analesps.32.1.182331
- Stern, Y. (2013). Cognitive reserve: implications for assessment and intervention. Folia Phoniatrica et Logopaedica: Official Organ of the International Association of Logopedics and Phoniatrics (IALP), 65(2), 49-54. https://doi.org/10.1159/000353443
- Vásquez-Amézquita, M. (2016). Factores predictores de la reserva cognitiva en un grupo de adultos mayores. Revista Chilena de Neuropsicología, 11(1), 5-11. https://www.redalyc.org/pdf/1793/179346558005.pdf