La soledad no deseada se caracteriza por la experiencia de aislamiento aunque la persona anhele compañía y conexiones significativas con otros. Este tipo de soledad puede originarse por la falta de relaciones cercanas, la pérdida de seres queridos o el aislamiento social. Es así que, resulta ser subjetiva y puede tener un impacto en la salud mental, incluyendo la depresión y la ansiedad. De hecho, aunque la soledad a menudo precede a la depresión, los síntomas depresivos también pueden convertirse en una fuente impulsora de sentirse solo. ¿Te has preguntado cómo dicha forma de soledad se relaciona con la depresión? En la presente nota, exploraremos estas conexiones y sus efectos emocionales.

Soledad no deseada: ¿Qué es?

La soledad no deseada, como mencionamos, se refiere a la experiencia de sentirse solo o aislado cuando una persona preferiría tener compañía o relaciones sociales significativas. Como inciso, la soledad es conceptualmente distinta del aislamiento social y puede ocurrir en presencia o ausencia de este. 

La soledad no deseada

A pesar de la dificultad para medirla, debido a factores como el sesgo de deseabilidad social, podemos entenderla como una profunda sensación de desconexión social que no es buscada por quienes la experimentan. Dicha condición, aunque subjetiva, puede tener un impacto profundo en la salud mental y, además, se han establecido conexiones entre la soledad no deseada y la depresión.

Causas de la soledad no deseada

Las causas de la soledad no deseada son variadas y multifacéticas. Es por ello que, medir con precisión su prevalencia puede ser desafiante, ya que ciertos grupos pueden subestimar los sentimientos de soledad debido al estigma social.

Por ejemplo, entre las personas jóvenes, el estigma de la soledad puede ser más pronunciado, lo que dificulta la medición precisa. Además, existe una clara disparidad social en la experiencia de la soledad no deseada.

Esta es más común en las clases sociales desfavorecidas. Aunque la prevalencia más alta se encuentra en grupos de edad avanzada, la misma no es una experiencia limitada a ellos; pues las personas de diferentes edades también pueden verse afectadas por esta forma de soledad (Roncero y González-Rábago, 2021). Sin embargo, si te interesa la psicología aplicada a la vejez, te recomendamos nuestro curso en psicogerontología.

Trastorno depresivo mayor: Un cuadro común

A pesar de una superposición considerable, la soledad y los síntomas depresivos se consideran conceptos distintos. El trastorno depresivo mayor se caracteriza, en primer lugar, por la presencia de uno o más episodios depresivos graves. Durante los episodios, las personas experimentan, en particular, tristeza profunda y pérdida significativa de interés o placer en actividades diarias. Asimismo, se presentan una serie de síntomas adicionales, tales como cambios en el apetito, problemas de sueño, fatiga, dificultad para concentrarse y sentimientos de inutilidad o culpa.

Para recibir un diagnóstico de este cuadro es necesario que los síntomas estén presentes de manera constante durante al menos dos semanas. Además, por otro lado, lo anterior debe causar un deterioro significativo en el funcionamiento social, laboral o en otras áreas esenciales de la vida de la persona, según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés).

Pero… ¿Cómo influye la soledad no deseada?

La soledad no deseada se relaciona significativamente con una disminución en la salud tanto física como mental. Tal es así, que se ha demostrado que las personas que experimentan esta forma de soledad suelen informar un estado de salud general más precario y enfrentar desafíos en su bienestar psicológico.

Un impacto paulatino en la salud mental

La relación con los trastornos del estado de ánimo como la depresión es compleja y bidireccional. Algunos estudios han identificado que las personas que experimentan sentimientos de soledad no deseada tienen una mayor probabilidad de desarrollar depresión o sufrir recaídas en este tipo de trastornos. Relacionado a esto, un estudio ha demostrado que a mayor soledad, aumentan los síntomas de depresión en personas mayores, destacando la relevancia de abordar la soledad en su salud mental. Y es que, existe una fuerte relación entre la soledad no deseada y la depresión, tanto transversal como longitudinalmente (Cendani et al., 2023).

Adulto mayor y soledad

Asimismo, también existe evidencia emergente que sugiere que la soledad o el aislamiento social obligatorio pueden preceder a episodios maníacos en personas con trastorno bipolar. De hecho, se ha observado que los sentimientos de soledad no deseada pueden actuar tanto como consecuencia como precursor de la depresión persistente y el trastorno bipolar. Por lo que tal interacción entre el estado de ánimo y la soledad puede tener un impacto acumulativo negativo en la salud mental y física de las personas (Giacco, 2022).

Por otro lado, no olvidemos que la soledad no deseada también se relaciona estrechamente con el deterioro cognitivo y cuadros como la demencia. Mismamente, ciertos estudios han señalado que la soledad puede predecir el deterioro cognitivo y ser un síntoma temprano de la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo (Palma-Ayllón y Escarabajal-Arrieta, 2021).

Que se multiplica cuando…

Los factores sociodemográficos y de salud influyen en la experiencia de la soledad no deseada. De esta forma, pertenecer a una minoría étnica, recibir pensiones por discapacidad, estar desempleado o vivir en soledad debido a un divorcio se asocian con niveles más altos de soledad no deseada en grupos específicos (Nicolaisen y Thorsen, 2014).

Sumado a lo anterior, se incluye la falta de relaciones sociales sólidas, bajos ingresos económicos, falta de aficiones y problemas de salud. Además, las personas que son mujeres, no están casadas, viven solas y tienen niveles educativos más bajos son más propensas a experimentar la soledad (Lasgaard et al., 2016).

¿Qué pasa con los sistemas de salud?

La soledad tiene importantes implicaciones para los sistemas de salud, ya que se ha asociado con un mayor uso de servicios médicos, rehospitalizaciones y estancias hospitalarias prolongadas. Las personas, especialmente los más mayores, pueden recurrir a visitas médicas para satisfacer sus necesidades de interacción social, pues no siempre están relacionadas con problemas médicos.

Abordaje y prevención

comunidad y ancianos

Para abordar la soledad en todas las edades, es esencial desarrollar intervenciones específicas que pueden incluir programas que fomenten la reestructuración de pensamientos negativos y herramientas para abordar las creencias autocríticas, promoción de la participación en actividades comunitarias y la creación de grupos sociales.

Y es que, los síntomas depresivos pueden contribuir a buscar menos apoyo social y cogniciones sociales inadaptativas, que son puntos de partida para intervenciones efectivas contra la soledad. De esta forma, las actividades grupales y participativas han demostrado ser efectivas para combatir la soledad. Asimismo, se necesita apoyo emocional y una colaboración sólida entre servicios sociales y de salud para abordar este problema de manera integral (Osborn et al., 2021).

Conclusión

Comprendiendo la complejidad de la soledad no deseada y su estrecha relación con la salud mental, en particular la depresión, se hace evidente la necesidad de abordar este desafío de manera integral. Estigmatizar la soledad solo perpetúa su impacto negativo. Por esta razón, es esencial promover la empatía y la comprensión, reconociendo que la soledad puede afectar a cualquier persona en diferentes etapas de la vida.

Así pues, para mejorar la intervención y prevención, es fundamental continuar investigando y desarrollando enfoques que fomenten la conexión social y el apoyo emocional. Estos hallazgos respaldan la importancia de implementar políticas y programas de salud pública que aborden la soledad a lo largo de toda la vida, con el objetivo de mejorar el bienestar emocional y físico de las personas que la experimentan.

Referencias bibliográficas

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
  • Cendani, N. K. A., Karin, P. A. E. S., Sulistiowati, N. M. D. y Swedarma, K. E. (2023). The relationship between stress and loneliness with depression in the elderly people. Babali Nursing Research, 4(3), 372-381. https://doi.org/10.37363/bnr.2023.43255
  • Giacco, D. (2022). Loneliness and mood disorders: consequence, cause and/or unholy alliance? Current Opinion in Psychiatry, 36(1), 47-53. https://doi.org/10.1097/yco.0000000000000832
  • Lasgaard, M., Friis, K. y Shevlin, M. (2016). “Where are all the lonely people?” A population-based study of high-risk groups across the life span. Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology, 51(10), 1373-1384. https://doi.org/10.1007/s00127-016-1279-3
  • Nicolaisen, M. y Thorsen, K. (2014). Who are Lonely? Loneliness in Different Age Groups (18–81 Years Old), Using Two Measures of Loneliness. International Journal of Aging & Human Development, 78(3), 229-257. https://doi.org/10.2190/ag.78.3.b
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  • Palma-Ayllón, E. y Escarabajal-Arrieta, M. D. (2021). Efectos de la soledad en la salud de las personas mayores. Gerokomos, 32(1), 22-25. https://doi.org/10.4321/s1134-928×2021000100006
  • Roncero, U. M. y González-Rábago, Y. (2021). Soledad no deseada, salud y desigualdades sociales a lo largo del ciclo vital. Gaceta Sanitaria, 35(5), 432-437. https://doi.org/10.1016/j.gaceta.2020.07.010