Hablar de abordaje temprano en problemáticas de salud mental puede ser un desafío. Muchas veces, las personas acceden a servicios de salud una vez que las afecciones ya se encuentran instaladas, debido al desconocimiento acerca de factores que puedan despertar alarmas tempranas. Así, surge el modelo integracionista del tratamiento de la identidad adolescente (Adolescent Identity Treatment, AIT, en inglés), destinado a la prevención de cronificación de algunas problemáticas. Específicamente, enfocado en la adolescencia, este enfoque prevé la detección y abordaje temprano de signos de desintegración identitaria. Y es que, según diversos marcos teóricos, esto podría evolucionar a trastornos de la personalidad. ¿De qué trata el tratamiento de la identidad adolescente? ¿Qué nos dice la evidencia científica sobre la efectividad del tratamiento de la identidad adolescente?
Un modelo integracionista de la personalidad
El AIT parte de un modelo integracionista de entendimiento de la personalidad. De esta forma, combina aspectos cognitivos, neurobiológicos, sistémicos y dinámicos para aproximarse a comprender las dinámicas de funcionamiento de las personas. Basado en ello, Paulina Kernberg y colaboradores presentaron un modelo para comprender la patología de la identidad en niños y adolescentes.
Su enfoque se centró en la necesidad de distinguir entre adolescentes con una crisis de identidad normal y aquellos con difusión de identidad. La crisis de identidad suele resolverse en una imagen de sí mismo consolidada, con un funcionamiento flexible y adaptativo. Por el contrario, la difusión de identidad se considera la fuente de posteriores patologías de la personalidad, incluido el trastorno de personalidad límite que conduce a un amplio espectro de comportamientos desadaptativos y disfuncionales (Bäumer et al., 2022).
Crisis identitaria en la adolescencia
La consolidación de la identidad es una de las tareas más importantes en el proceso adolescente típico. Generalmente, esto conlleva diversos desafíos esperables, producto de la discrepancia entre las experiencias físicas y psicológicas nuevas que contrastan con las anteriores.
Un aspecto, este anterior, que sucede rápidamente. Y por el que la ampliación de la brecha entre la autopercepción y las percepciones de los demás sobre el sí mismo se torna crítica y desencadena una crisis identitaria normal.
¿Quién dijo fácil?
Sin embargo, a pesar de experimentar con diferentes roles, la experiencia del sí mismo va a permanecer consistente en diversas situaciones y a lo largo del tiempo. Eventualmente, se va a formar una identidad integrada que es a la vez flexible y adaptable.
Por otro lado, algunos adolescentes enfrentan dificultades en este proceso debido a predisposiciones biológicas y experiencias ambientales. Dichas problemáticas resultan en una pérdida de la capacidad de autodefinición y una sensación dolorosa de incoherencia y vacío crónico (Foelsch et al., 2014).
Un predictor de trastornos de personalidad
Lo mencionado conduce a experiencias de baja tolerancia a la ansiedad y control de impulsos deficiente, además de carencias que se reflejan en la dificultad de establecer metas y compromisos. Asimismo, esta dificultades repercuten en el relacionamiento interpersonal y logros académicos y laborales, lo cual orilla a experiencias vitales deficientes.
Ahora, en el centro de esta presentación se encuentra la falta de un concepto integrado de sí mismo que esté diferenciado de los demás. Y, según el modelo de AIT, esto tendría como consecuencia trastornos de la personalidad, que se traducen en comportamientos crónicos de amplio espectro disfuncionales (Bäumer et al., 2022).
¿Cómo se interviene con el modelo AIT?
El modelo AIT comienza con una fase exhaustiva de evaluación. La misma tiene el propósito de realizar el diagnóstico diferencial crucial entre el “caos” de la crisis de identidad habitual y la patología más grave.
Posteriormente, se enfoca en abordar los problemas subyacentes en la experiencia del sí mismo y los demás. En este segundo momento, también se abordan las manifestaciones comportamentales disfuncionales, que incluyen la regulación de afectos, autolesiones y funcionamiento interpersonal.
Herramientas principales
Entre las técnicas principales, se incluyen estrategias de psicoeducación e intervenciones ambientales (con un “plan en el hogar” que aborda comportamientos de autocuidado, responsabilidades y mejores límites, y fomenta el desarrollo de relaciones familiares más sólidas). ¿El fin? Crear un espacio propicio para el trabajo individual con el adolescente.
Este marco ayuda a contener comportamientos autodestructivos graves en un tiempo relativamente corto. Así, la estrategia terapéutica puede centrarse en la experiencia del yo y en mejorar la regulación afectiva y conductual (Foelsch et al., 2014).
¿Cuáles son sus objetivos?
El objetivo principal del AIT es eliminar los obstáculos en el desarrollo esperado, específicamente en la identidad. Lo que se realiza con la intencionalidad de producir mejoras en el funcionamiento conductual, afectivo y social.
En este sentido, se parte de la idea de que en el desarrollo normal de los jóvenes, las situaciones que evocan una crisis de identidad crean una confusión temporal con respecto a su identidad. Dicha crisis generalmente se resuelve de forma natural a medida que el adolescente integra las imágenes contradictorias de sí mismo que surgen de las discontinuidades entre el yo y la percepción del yo por parte de los demás.
Por otro lado, las situaciones cotidianas con las que el adolescente se encuentra son las que evocan decisiones diarias que ayudan a definir el sí mismo a través de las acciones. Cada una de estas acciones define quiénes son, cómo desean aparecer ante los demás y cómo los demás realmente los perciben, pudiendo presentar obstáculos. De esta forma, las intervenciones psicoterapéuticas del AIT se dirigen tanto a las contribuciones constitucionales como ambientales para ayudar a eliminar dichos problemáticas (Foelsch et al., 2014).
Alianza terapéutica y AIT
La estrategia del AIT requiere flexibilidad, además de otras características generales como la autenticidad, empatía y calidez. Aspectos que se han demostrado como factores comunes beneficiosos en casi todos los tratamientos psicoterapéuticos.
Asimismo, el optimismo es una actitud general que permite al terapeuta involucrarse profundamente con los adolescentes. Esto sucede porque prevalece una visión que rescata el potencial, asociado a una imagen de salud positiva de la persona.
Así como el terapeuta debe tener un optimismo con respecto al adolescente, el adolescente debe tener una actitud de escepticismo benigno hacia el terapeuta. No se espera confíen en el terapeuta desde el principio, sino que los acepten como benignos y mantengan cierto escepticismo hasta que la actitud constante de interés y ayuda se desarrolle en una confianza mutua y una alianza de trabajo fructífera.
¿Es efectivo?
El modelo del AIT es relativamente nuevo. Debido a ello, los estudios comparativos que evalúan su efectividad con otros modelos terapéuticos no abundan en la comunidad científica. Sin embargo, se han publicado algunas investigaciones que validan la aplicación de este método en comparación con abordajes clave en trastornos de personalidad. Este es el caso de la terapia dialéctico-conductual (Dialectical Behavior Therapy, DBT, en inglés), evaluado por Shmeck y colaboradores (2023).
En dicho estudio, los investigadores hallaron resultados paritarios de ambas estrategias terapéuticas en la reducción de la sintomatología crítica relacionada a desregulación emocional y conductas auto y heteroagresivas. Particularmente, referido a esta terapia, ha sido ampliamente validada en el tratamiento de las problemáticas más significativas de personalidad. Por lo tanto, los estudios comparativos pueden darnos algunos indicios de efectividad general.
Conclusión
El tratamiento de la identidad adolescente es uno de los nuevos enfoques preventivos que se están comenzando a utilizar en salud mental. Conocer sobre ellos, realizar investigaciones comparativas y aplicarlos, nos ofrece un nuevo horizonte en prevención y promoción de salud mental. Así, si podemos detectar factores de riesgo que predispongan al desarrollo de trastornos de personalidad y actuar, seremos capaces de intervenir tempranamente y evitar consecuencias a largo plazo que interfieran con el bienestar general. Para profundizar en aspectos cruciales de esta etapa vital, te recomendamos nuestro curso en adolescencia.
Referencias bibliográficas
- Bäumer, A., Fürer, L., Birkenberger, C., Wyssen, A., Steppan, M., Zimmermann, R., Gaab, J., Kaess, M. y Schmeck, K. (2022). The impact of outcome expectancy on therapy outcome in adolescents with borderline personality Disorder. Borderline personality disorder and emotion dysregulation, 9(1). https://doi.org/10.1186/s40479-022-00200-1
- Foelsch, P. A., Schlüter-Müller, S., Odom, A. E., Arena, H., Borzutzky, H. A. y Schmeck, K. (2014). Adolescent Identity Treatment. En Springer eBooks. https://doi.org/10.1007/978-3-319-06868-8
- Schmeck, K., Weise, S., Schlüter-Müller, S., Birkhölzer, M., Fürer, L., Koenig, J., Krause, M., Lerch, S., Schenk, N., Valdés, N., Zimmermann, R. y Kaess, M. (2023). Effectiveness of Adolescent Identity Treatment (AIT) versus DBT-A for the treatment of adolescent Borderline Personality Disorder. Personality Disorders: Theory, Research, and Treatment, 14(2), 148-160. https://doi.org/10.1037/per0000572