Cuando pensamos en un bebé hacemos referencia a un ser totalmente inmaduro, dependiente, indefenso, que necesita de los cuidados del otro para sobrevivir. Y es que, el bebé no existe sin la presencia de un otro. A continuación, se detallarán las implicaciones de la teoría del apego, los diferentes tipos de apego que hay y cómo los vínculos que conformamos traen efectos en el psiquismo del niño.

¿Qué es el apego?

Apego - madre e hijo - NeuroClass

El apego hace referencia a una relación de dos en la que una de las partes, generalmente la más vulnerable, acude a la otra que es más experimentada para obtener de ella afecto, seguridad y protección. Cuidar a un bebé, alimentarlo, sostenerlo, hablarle, mirarlo, son ciertas conductas de apego que permiten la comunicación entre el mismo y el cuidador.

Los aspectos anteriores son completamente necesarios para que se establezca un vínculo de apego. Esto quiere decir que, más allá de la alimentación, el bebé necesita protección y seguridad para poder vivir. Una conducta que forjará la base para sus relaciones futuras.

La conocida teoría del apego

El apego ha sido y es un tema de gran interés para varios investigadores. Desde la mirada de la corriente del psicoanálisis, fue René Spitz (1965) quien observó cómo era el desarrollo de niños abandonados por sus madres que se mantenían institucionalizados.

Por otra parte, Mary Ainsworth y John Bowlby investigaron, a través de la observación de niños, la influencia de la relación entre estos y su respectivo cuidador. Todo ello con el objetivo de observar cómo se produce el desarrollo del vínculo. A partir de ahí, en 1969, se dio lugar a la teoría del apego, basada en el desarrollo emocional y psíquico de los humanos (Perdomo, 2017).

La teoría del apego es una forma de conceptualizar la propensión de los seres humanos a formar vínculos afectivos fuertes con los demás y de extender las diversas maneras de expresar emociones de angustia, depresión, enfado cuando son abandonados o viven una separación o pérdida (Bowlby, 1998).

Pautas de apego

La situación extraña, de Mary Ainsworth (1969)

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Se trató de una investigación de laboratorio que tenía como objetivo estudiar el vínculo entre madre e hijo. En este caso, se introducía a la madre y a su bebé en una sala de juegos durante unos 20 minutos. Además, ingresaba también una persona desconocida.

Esta última, se dedicaba a jugar con el bebé mientras que la madre salía de la sala. Luego, la madre regresaba y volvía a salir con la persona extraña, dejando al niño solo. Por último, regresaban ambas.

Resultados de la investigación

La investigadora observó que mientras la madre estaba presente, el bebé exploraba y jugaba más en comparación al momento en el que solo se encontraba la persona extraña. Fue así que se pudo determinar que la madre es utilizada como una base segura para el niño en lo que concierne a la exploración (Gago, 2014).

Tipos de apego

En base a tales investigaciones, Ainsworth (1969) pudo clasificar varios estilos o tipos de apego, describiendo tanto al niño como a su cuidador:

1. Apego seguro 

El niño con apego seguro es un niño que se siente insatisfecho y destrozado cuando se aleja de su madre, como si perdiera a su cuidador para siempre. Pero, gracias a que sus cuidadores han sido empáticos, presentes, capaces de responder adecuadamente a las necesidades del bebé, con el tiempo logra desarrollar la capacidad de representación que le permite mantener en la mente a la madre y no angustiarse cuando se va. Se caracterizan por:

  • Tener confianza en sí mismos.
  • Adaptarse fácilmente a las relaciones externas.
  • Atreverse a conocer nuevos mundos.
  • Recurrir a sus cuidadores en situaciones adversas, ya que saben que estos estarán disponibles.

2. Apego inseguro – Ambivalente 

Estos niños suelen mostrarse inseguros en momentos de exploración, angustiándose frente a la separación de su cuidador sin lograr guardar la calma aun cuando este regresa. Esto ocurre porque el adulto puede manifestarse de manera ambivalente, buscando un acercamiento en algunos casos y rechazando al niño en otros, generando inconsistencia. Los niños se caracterizan por:

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  • Sentir incertidumbre frente a la ambivalencia del cuidador donde no pueden anticipar qué pasará posteriormente.
  • Manifestarse de manera ansiosa cuando se le brindan cuidados. 
  • Tener conductas tanto agresivas como de indefensión. 
  • Poca acción social, afectiva y cognitiva. 
  • Sentimientos de acercamiento y resistencia al contacto a la misma vez.
  • Frustración, baja autoestima y dificultad en las relaciones por no sentirse queridos (Sroufe, 2005).

3. Apego inseguro – Evitativo

Debido a que algunos cuidadores suelen mostrar conductas de hostilidad, rechazo e indiferencia hacia el niño, se dificulta la construcción de una relación sana con el otro.

En consecuencia, se produce una relación de desapego y desinterés. Los niños no soportan las ausencias ni las presencias del cuidador. Estos pequeños se caracterizan por:

  • Tener poca confianza en sí mismos.
  • Sentir inseguridad en los demás.
  • Evitar y rechazar al otro como mecanismo de defensa.
  • Ser autosuficientes.

Apego inseguro – Desorganizado

En 1986, Main y Solomon agregan un nuevo tipo de apego inseguro, el apego desorganizado, que da lugar a aquellos infantes que no forman parte de la clasificación anterior. Se caracteriza por niños que han tenido grandes separaciones con sus cuidadores, abandonos, cambios de familia, maltrato y abuso sexual.

Sus cuidadores, seguramente, frente a situaciones difíciles de su vida, no han podido responder de forma organizada y esperada para el pequeño, generando una relación patológica con él, en la cual auspician de fuente de seguridad y terror a la vez. Por tanto, se trata de niños que responden continuamente a la imprevisibilidad de los cuidadores, manifestando desconcierto, ansiedad y terror. Es imposible para ellos controlar o anticipar la conducta del adulto. Los autores denominaron este tipo de apego como miedo sin solución (Cortina, 2018).

Deprivación de afectos y cuidados: Efectos en el psiquismo

Las primeras relaciones con las figuras de apego permiten desarrollar lo que Bowlby (1980) llamó el Modelo Interno Activo. Una representación interna que el niño produce de sí mismo y de los demás, a partir de la imagen que el cuidador devuelve al pequeño sobre sí. Si esta imagen es negativa, y va acompañada de una falla en los cuidados, genera daños y sufrimiento emocional que amenazan la supervivencia del niño.

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En consecuencia, se pueden ver alterados los procesos resilientes del mismo. Así como también desarrollarse trastornos del comportamiento, manifestaciones de terror, pánico o miedo (Avondet, 2016).

Esto hace cuestionarnos si las pautas de apego desarrolladas en la infancia pueden determinar el futuro del niño. Las diferentes investigaciones acerca de ello concluyen que aunque estas pautas tienden a persistir, pueden actualizarse producto de un cambio en el cuidado del menor, por lo que también sería posible evitar su transmisión intergeneracional (Oliva, 2014).

Lo mismo ocurre con el desarrollo de ciertas patologías. Esto, a pesar de que el apego inseguro no necesariamente conlleva a ello, pero sí implica una mayor probabilidad en comparación con los niños con apego seguro.

Claves para generar un apego seguro

Con base a lo planteado anteriormente podemos determinar ciertas recomendaciones para un apego saludable:

  • Cuidadores presentes, que sostengan, miren y sean afectuosos con el niño.
  • Accesibilidad, constancia, disponibilidad.
  • Calidad en los cuidados.
  • Responder a sus necesidades emocionales y físicas.
  • Paciencia ante las demandas y la dependencia del menor. Es importante recordar que, ¡no siempre responderán a lo esperado!
  • Generar una base segura a través de la seguridad y protección.
  • Capacidad de los adultos de representar los estados emocionales de los niños, poniendo en palabras lo que sienten.

Conclusión

A lo largo de la nota, hemos evidenciado los tipos de apego que existen y su importancia en el psiquisimo del infante. Lo esencial en la relación temprana es la presencia de un guía y sostén que dé sentido a las vivencias y emociones del niño.

Así, el objetivo es que pueda conocer el mundo y enfrentarse a los desafíos que se presenten. En consecuencia, esto determinará sus relaciones futuras y será decisivo para su estructuración psíquica. Para profundizar en aspectos claves del desarrollo emocional en la niñez, te invitamos a nuestro curso en inteligencia emocional.

Referencias bibliográficas

  • Cortina, M. (2018). Avances clínicos de teoría del vínculo de apego en los últimos 25 años. Aperturas Psicoanalíticas, 58. http://aperturas.org/articulo.php?articulo=0001040
  • Gago, J. (2014). Teoría del apego y el vínculo. Escuela Vasco Navarra de Terapia Familiar.  
  • Oliva, A. (2004). Estado actual de la teoría del apego. Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 4(1), 65-81. http://descubridor.academia.cl/Record/53355
  • Perdomo, T. (2017). Efectos de la deprivación afectiva en el psiquismo infantil [Tesis para grado-UDELAR] Universidad de la República es la universidad pública de Uruguay.
  • Sassenfeld, A. (2006). Un intento de sistematización de la teoría primal. http://www.facso.uchile.cl/psicologia/caps/docs/Un_intento_de_sistematizaci_n_de_la_teor_a_primal.pdf