La violencia vicaria, también conocida como violencia por procuración o violencia indirecta, ha emergido como un fenómeno intrigante en el estudio de la violencia interpersonal. A diferencia de otras formas de violencia, esta no involucra directamente a quien la recibe, sino que afecta a través de terceros, a menudo menores. En esta nota, exploraremos el concepto de violencia vicaria, analizando sus características, mecanismos subyacentes e impactos en la sociedad. Asimismo, se examinarán las controversias que rodean al fenómeno y su relevancia en la actualidad.
Para empezar… ¿Qué es el aprendizaje vicario?
El aprendizaje vicario es un concepto que proviene de la teoría del aprendizaje social. Así, se refiere a la adquisición de conocimientos, comportamientos y habilidades a través de la observación y la imitación de las acciones de otros.
La imitación como elemento clave
Según este modelo de aprendizaje, en lugar de aprender exclusivamente a través de la experiencia directa, las personas pueden obtener información valiosa al observar a otros. De este modo, se desarrolla la imitación, especialmente si los modelos a seguir son considerados prestigiosos, o reciben recompensas por sus acciones.
El concepto de aprendizaje vicario es central en la teoría del aprendizaje social de Albert Bandura. Autor que enfatiza la importancia de los procesos cognitivos y la interacción entre el entorno, comportamiento y procesos mentales en el aprendizaje y el desarrollo de las personas.
Lo cierto es que el aprendizaje vicario ha demostrado ser una forma efectiva de adquirir nuevos conocimientos y comportamientos. Pues dicho modelo de aprendizaje juega un papel crucial en cómo los individuos internalizan normas sociales y desarrollan habilidades a lo largo de sus vidas.
¿Y la violencia vicaria?
La violencia vicaria es un fenómeno complejo que involucra la exposición de niños y adolescentes, principalmente, a comportamientos violentos en su entorno. Aunque no hay que obviar que también puede suceder en adultos. Por otro lado, es común que el fenómeno acontezca en sus hogares, comunidad, o a través de los medios de comunicación, manifestándose de diversas maneras.
Algunos ejemplos son la observación de conflictos conyugales, abuso verbal o físico entre adultos y la exposición a escenas violentas en los medios de comunicación, entre otros. Ahora, hay que tener en cuenta que, aunque la persona receptora directa de la violencia no sea el menor, su salud mental y emocional puede resultar gravemente afectada debido a la carga emocional y el estrés que implica presenciar actos de tal calibre (Zimmerman y Posick, 2016).
¿Cómo impacta el mal ejemplo en los niños?
Sin duda, los niños y adolescentes son particularmente susceptibles a la influencia del entorno en el que crecen. Por ello, la violencia vicaria puede tener una serie de efectos perjudiciales en el bienestar emocional, psicológico y social de esta población, y es crucial abordarla de manera temprana para prevenir resultados nefastos.
Posibles consecuencias
- Resolución de conflictos: La exposición constante a comportamientos violentos puede llevar a que los menores aprendan y normalicen la agresión como una forma de resolver conflictos.
- Desensibilización: Esta exposición repetida es común que desemboque en la desensibilización emocional, lo que significa que niños y adolescentes pueden volverse insensibles ante el sufrimiento y dolor de los demás.
- Ansiedad y miedo: Presenciar o experimentar violencia vicaria puede causar ansiedad, miedo y estrés. Así como el temor de convertirse en el foco de dicha violencia.
- Problemas de salud mental: Como no puede ser de otra forma, aumenta el riesgo de problemas de salud mental, por ejemplo, depresión, ansiedad y trastornos de estrés postraumático (TEPT).
- Dificultades en las relaciones interpersonales: Los patrones de violencia vicaria pueden afectar negativamente las relaciones con amigos, familiares y compañeros, ya que los niños y adolescentes pueden tener dificultades para establecer conexiones emocionales saludables.
- Impacto en el desarrollo cognitivo: Que puede observarse en la distracción de tal sector en las actividades de aprendizaje escolares y el desarrollo de habilidades edificantes.
- Normalización de la violencia: La violencia constante puede dar paso a que se vea la violencia como una respuesta común y aceptable.
- Ciclo de violencia: Finalmente, existe un riesgo latente de que los menores perpetúen patrones de violencia en sus futuras relaciones y vida adulta (Sorge et al., 2022).
Controversia en torno al alcance de la violencia vicaria
¿Todo conflicto es perjudicial?
A pesar de que la violencia vicaria es un concepto muy estudiado, existe cierta controversia alrededor de su definición y alcance. De hecho, algunos críticos han planteado la preocupación de que la definición como tal puede ser interpretada de manera excesivamente amplia.
Lo anterior podría llevar a incluir comportamientos que no necesariamente resultan en un impacto negativo. Así, en este sentido, se argumenta que no todos los comportamientos conflictivos que los niños y adolescentes puedan presenciar automáticamente se traducen en consecuencias adversas para su desarrollo emocional y psicológico.
La regulación de los medios de comunicación
Además, se plantea la pregunta sobre hasta qué punto los medios de comunicación y la cultura popular, por ejemplo, deben ser responsables de regular el contenido violento. En este contexto, se sostiene que los medios de comunicación ejercen una influencia significativa en la construcción de la percepción de la realidad. Así, influencian la formación de valores y actitudes en la audiencia más joven, por lo que se debería regular su contenido.
Sin embargo, los defensores de la libertad de expresión y creatividad artística también sostienen que la censura excesiva podría coartar la diversidad de contenidos. Lo que limitaría la capacidad de los medios para abordar temas complejos. Además, también se argumenta que es responsabilidad de los padres regular el contenido al que se exponen sus hijos (Patton et al., 2014).
A modo de cierre, un poema
Si los niños viven con reproches, aprenden a criticar.
Si los niños viven con hostilidad, aprenden a ser agresivos.
Si los niños viven con miedo, aprenden a ser aprensivos.
Si los niños viven con lástima, aprenden a autocompadecerse.
Si los niños viven con ridículo, aprenden a ser tímidos.
Si los niños viven con celos, aprenden a sentir envidia.
Si los niños viven con vergüenza, aprenden a sentirse culpables.
Si los niños viven con ánimo, aprenden a confiar en sí mismos.
Si los niños viven con tolerancia, aprenden a ser pacientes.
Si los niños viven con elogios, aprenden a apreciar a los demás.
Si los niños viven con aceptación, aprenden a amar.
Si los niños viven con aprobación, aprenden valorarse.
Si los niños viven con reconocimiento, aprenden que es bueno tener una meta.
Si los niños viven con solidaridad, aprenden a ser generosos.
Si los niños viven con honestidad, aprenden qué es la sinceridad.
Si los niños viven con ecuanimidad aprenden qué es la justicia.
Si los niños viven con amabilidad y consideración aprenden a respetar a los demás.
Si los niños viven con seguridad, aprenden a tener fe en sí mismos y en los demás
Si los niños viven con afecto, aprenden que el mundo es un lugar maravilloso donde vivir (Nolte y Canfield, 1999).
Conclusión
Los padres, educadores y profesionales de la salud mental deben ser conscientes de los efectos perniciosos que la exposición a la violencia puede tener en los más jóvenes. En última instancia, abordar la violencia vicaria requiere de un enfoque multidisciplinario, que involucre a la psicología, la educación, sociología y legislación, en caso de ser necesario. Y, dado que la comprensión y atención a este fenómeno puede contribuir a la construcción de un entorno seguro y saludable, es importante para las generaciones futuras, promover valores de empatía, respeto y no violencia.
Referencias bibliográficas
- Nolte, D. L. y Canfield, J. (1999). Como inculcar valores a sus hijos: Los Ninos Aprenden lo Que Viven. New Media Spanish Language.
- Patton, D. U., Hong, J. S., Ranney, M., Patel, S., Kelley, C., Eschmann, R. y Washington, T. (2014). Social media as a vector for youth violence: A review of the literature. Computers in Human Behavior, 35, 548-553.
- Sorge, A., Borrelli, G., Saita, E. y Perrella, R. (2022). Violence Risk Assessment and Risk Management: Case-Study of Filicide in an Italian Woman. International journal of environmental research and public health, 19(12), 6967. https://doi.org/10.3390/ijerph19126967
- Zimmerman, G. M. y Posick, C. (2016). Risk Factors for and Behavioral Consequences of Direct Versus Indirect Exposure to Violence. American journal of public health, 106(1), 178-188. https://doi.org/10.2105/AJPH.2015.302920