Saber ponerse en el lugar de la persona que tenemos delante, ese dicho de “ponerse en sus zapatos”,  apertura y receptividad hacia los demás, comprender y sentir las emociones del otro, son algunos de los términos que podemos utilizar para hablar de este concepto que, en los últimos años, ha sido objeto de múltiples estudios en contextos experimentales. Ahora, a pesar de la inconsistencia de su descripción a lo largo del tiempo, no cabe duda de que elementos como los anteriores, con sus matices teóricos, están estrechamente entrelazados. Y es que, la empatía es uno de los elementos clave para conseguir una buena inteligencia emocional. Indaguemos en la empatía, cómo mejorarla y llegar, así, a ser más empático.

¿Qué es la empatía?

A pesar del poco consenso en su definición y los interrogantes en el aire del lado cualitativo de los estudios de este concepto, la empatía suele referirse a la capacidad que tiene una persona de ponerse en el lugar de otra. En otras palabras, es la forma vicaria de experimentar los estados emocionales del resto (y no solo surge con personas, sino también con animales, plantas, ¡e incluso obras de arte!).

Empatía: ¿Cómo mejorarla y ser más empáticos?

Así pues, lo anterior, conllevaría que una persona empática fuese capaz de entender y comprender la situación por la que está pasando aquel con el que interactúa. La Real Academia Española (RAE), por ejemplo, define la empatía como el sentimiento de identificación con alguien o la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos

Algunos datos interesantes de la empatía

La empatía se puede distinguir en una faceta emocional y cognitiva. Esta primera se relaciona con la capacidad de compartir emocionalmente los sentimientos de otra persona. La segunda, hace referencia a la capacidad de comprender cognitivamente las experiencias del otro tomando su perspectiva. Por otro lado, también se menciona un componente volitivo y motivacional. Hablaremos un poco más adelante de ello (Lumma et al., 2020).

Lo cierto es que desde el nacimiento es una habilidad que se va adquiriendo a lo largo de nuestro desarrollo. De hecho, existen algunos estudios que afirman que desde muy temprana edad, el bebé es capaz de empatizar con el llanto de otros de sus pares. Ahora, es importante destacar que la empatía varía según variables demográficas que incluyen la región geográfica, edad, etnicidad, educación, ingresos y género, entre otros (Depow et al., 2021).

¿Pero cómo es capaz de aprenderse tan pronto? La empatía puede desencadenarse de forma automática, por medio de procesos prerreflexivos o de diferentes estrategias. Por ejemplo, imitando patrones de conducta, mediante el juego simbólico, contagio emocional, adopción de diferentes perspectivas, escucha activa y otros mecanismos que veremos más adelante.

Ser empático: Un proceso más complejo de lo que parece

Aunque existen, como se han mencionado previamente, distintos tipos de empatía, podemos hablar de una especie de proceso general. Veámoslo a grandes rasgos:

  • En primer lugar, se tiene que reconocer la emoción en la persona con la que se está interactuando, reconocimiento emocional.
  • En segundo lugar, debemos integrar esa emoción dentro del esquema predeterminado de nuestras propias emociones para poder entenderlo, integración emocional.
  • Y, por último, hemos de reaccionar en base a tales emociones y dicha interacción con quienes se interactúa, puesta en marcha de conductas congruentes.

La empatía a nivel neuronal

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Mediante el estudio a través de técnicas de neuroimagen se ha podido observar la actividad de diferentes áreas neuronales implicadas en este construcción multidimensional. Al hablar de dichas zonas tenemos que hacer mención a las neuronas espejo, o también llamadas neuronas de la empatía.

Este tipo de neuronas, estudiadas por el neurólogo Vilayanur S. Ramachandran, están involucradas en la comprensión de la conducta de quien uno observa. En otras palabras, las neuronas espejo podrían explicar cómo somos capaces de meternos en la mente del otro y entender, así, sus emociones y comportamientos de forma más detallada. 

Partes cerebrales claves

Para analizar las áreas neuronales que están relacionadas con la empatía, una de las técnicas más utilizadas engloba la presentación de imágenes con contenido emocional en las que el participante experimenta algún tipo de empatía hacia tales estímulos. Usualmente, este tipo de experimentos se enfoca en el dolor observado.

Además, en gran parte de tales estudios, se ha observado que se produce una activación, principalmente, de la corteza occipital y límbica, entre otras. Con esto, se reporta un patrón de cambio en las respuestas cerebrales localizadas en la superficie medial de la corteza prefrontal, extendiéndose hacia la corteza cingulada anterior.

Esta primera zona se relaciona con la inferencia de creencias y el estado mental e intencional del otro. Mientras que la segunda está involucrada con el procesamiento del dolor de los demás. Unido a esto, la corteza prefrontal dorsolateral, corteza temporal superior posterior, unión temporoparietal y las regiones del precúneo, comprenden una red de mentalización interconectada, por medio de la que se generan inferencias sobre las creencias de los demás y sus estados mentales (Shaw et al., 2020).

¿Cómo trabajar la empatía?

Esta emoción o capacidad social es una habilidad que se puede aprender con la práctica. A continuación, algunas recomendaciones para ser más empáticos:

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  • Practicar la escucha activa: Es importante enfocarse en lo que dice el emisor con quien se interactúa. Esto, por supuesto, sin emitir juicios de valor sobre lo que nos pueda decir.
  • No proyectar las emociones y pensamientos en el otro: Normalmente, cuando alguien expresa cómo se siente solemos proyectar cómo nos sentimos nosotros al experimentar la emoción que refiere. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que cada persona siente y vive de manera diferente.
  • Comprender las propias emociones: Una premisa importante es que para poder entender cómo se sienten quienes nos rodean, primero hemos de intentar interpretar y comprender cómo se siente uno.  
  • Ser pacientes: Cada persona tiene su tiempo. Si nos adaptamos al tiempo de la persona con la que estamos interactuando y esta lo siente así, habrá más posibilidades de que exprese de una manera más detallada sus emociones y situación. 
  • Tratar de ser comprensivos con los demás: Esto quiere decir que la percepción de la gravedad de los problemas varía según quien los experimentes. Por ello, es importante no comparar los problemas e intenta comprender cada situación de forma individual.

Conclusión

Para finalizar, llegar a ser una persona empática requiere muchos mecanismos tanto a nivel neuronal como emocional y cognitivo. No obstante, a pesar de que muchas veces esto se hace de manera automática, no es tan sencillo como parece.

Lo cierto es que todos los días se presentan oportunidades para proporcionar y recibir empatía. Y esto, sin duda, tiene efectos en el bienestar subjetivo y el comportamiento prosocial. Así pues, tener en cuenta la empatía como un medio para cambiar actitudes puede suponernos una gran ventaja. Teniendo siempre, ocasiones en las que tratar de ser más empáticos con el resto.

Referencias bibliográficas

  • Albiol, L. M. (2018). La empatía: Entenderla para entender a los demás. Plataforma.
  • Carpena, A. (2016). La empatía es posible. Educación emocional para una sociedad empática. Desclée De Brouwer.
  • Depow, G. J., Francis, Z. y Inzlicht, M. (2021). The Experience of Empathy in Everyday Life. 16.
  • Gómez, M. C. (2016). La empatía en la primera infancia. Psicodebate16(2), 35. https://doi.org/10.18682/pd.v16i2.593
  • Lacoboni, M. (2009). Mirroring people. The new science of how we connect with others. Farrar, Straus and Giroux.
  • Lumma, A.-L., Hackert, B. y Weger, U. (2020). Insights from the inside of empathy: Investigating the experiential dimension of empathy through introspection. Philosophical Psychology33(1), 64-85. https://doi.org/10.1080/09515089.2019.1683727
  • Moya Albiol, L., Herrero Sebastián, N. y Bernal Santacreu, M. C. (2010). Bases neuronales de la empatía. Revista de Neurología50(02), 89. https://doi.org/10.33588/rn.5002.2009111
  • Shaw, D. J., Czekóová, K., Špiláková, B., Salazar, M., Řezáč, P., Kurečková, V., Zámečník, P. y Brázdil, M. (2020). A neuroscientific evaluation of driver rehabilitation: Functional neuroimaging demonstrates the effectiveness of empathy induction in altering brain responses during social information processing. PLOS ONE15(4), e0232222. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0232222