Dicen que cada época reescribe sus monstruos para poder mirarse en ellos sin pestañear. Y lo cierto, es que la nueva Frankenstein de Guillermo del Toro, en Netflix, llega precisamente en ese punto de inflexión donde lo humano y lo creado vuelven a confundirse, y donde la figura del monstruo recupera su función original, que es revelar, finalmente, lo que la cultura intenta negar. Así pues, esta obra propone un examen del vínculo entre creador y criatura, del deseo de trascender y de las heridas que ese deseo deja atrás. Veamos más sobre la película de Netflix a continuación.

El banquete del creador

La larga gestación del Frankenstein de Guillermo del Toro, claramente, es un síntoma psíquico. Su propio texto Why Guillermo del Toro Made Frankenstein lo dice sin rodeos, que esta es la película “para la que he estado entrenándome 30 años”. De hecho, la constatación refleja, en clave psicológica, lo que Britton (2015) identifica en la novela original. Y es que el creador proyecta en su criatura aquello que teme y desea a la vez.

Kinótico. (2025). Jacob Elordi y Oscar Isaac, en la primera imagen de Frankenstein, la adaptación de Guillermo del Toro del clásico de Mary Shelley. [Fotografía/Netflix]. Recuperado de www.kinotico.es

En esta versión, Víctor Frankenstein (Oscar Isaac) aparece como un científico brillante atravesado por heridas infantiles, duelos congelados y narcisismo. Junto a ello, la criatura (Jacob Elordi) encarna la dialéctica de la vida artificial que se rebela. Una figura cuya existencia es un recordatorio viviente del abandono que, de nuevo, ya lo señalaba Britton al analizar la monstruosidad como producto del rechazo originario.

Aquí, del Toro desplaza la historia a un espacio estético híbrido (entre el romanticismo oscuro y un steampunk industrializado) donde la criatura, más que antagonista, es lo que el creador no puede sostener. Es decir, una proyección autónoma, hijo ilegítimo, resto pulsional que exige responsabilidad.

Frankenstein, monstruo como sujeto

Uno de los desplazamientos más significativos de la película es la forma en que del Toro construye la identidad de la criatura. En concreto, acaba siendo un sujeto psicológicamente consistente, con lenguaje, afectos, curiosidad y un deseo profundo de pertenencia. Dentro de la lectura clásica de Mackowiak (2014) también se señalaba que la criatura de Shelley es menos monstruo que víctima, este se vuelve agresivo porque ha sido rechazado antes de ser mirado.

La herida identitaria del otro

La criatura vive exactamente esa fractura identitaria, posee capacidades humanas, pero es tratado como aberración. Es un sujeto “sin lugar”, sin nombre y sin inscripción simbólica en el mundo. Cuando se acerca a los demás, lo hace con expectativa de reconocimiento, pero recibe miedo, violencia o huida. Psicológicamente, claro, cuando los individuos no reciben validación del entorno, procesan el mundo de manera idiosincrática. Reinterpretando, en consecuencia, lo social desde la herida del aislamiento (Baek et al., 2023).

Y cuando el mundo perceptivo se distorsiona, la violencia aparece como derivado del abandono. Por cierto, la lectura de Mackowiak (2014) ilumina esto, que el monstruo emerge del trato que recibe, no de lo que es.

Jugar a ser Dios en la era del algoritmo

Frankenstein
Gómez, N. (2025). “No es una historia con moraleja: trata sobre el perdón, la comprensión y la importancia de escucharnos unos a otros”, declaraba el director ante el estreno de la película. [Fotografía/Netflix]. Recuperado de www.infobae.com

El director también ha repetido en entrevistas que esta adaptación dialoga explícitamente con la era de la inteligencia artificial. Su lema Only monsters play God denuncia a los creadores que construyen sin acompañar e innovan sin responsabilizarse. Yendo en consonancia con la teoría de Tlili (2025), que analiza la IA como monstruo cultural que no puede comprenderse fuera del ecosistema social que lo produce.

Víctor Frankenstein es, en este sentido, el proto-ingeniero contemporáneo, un sujeto deslumbrado por la técnica, pero desprovisto de ética relacional. Su criatura es un sistema vivo sin marco de contención. Al final… los monstruos surgen cuando una cultura genera entidades que luego teme porque no sabe cómo gestionarlas.

Pero… ¿Qué mueve el impulso de jugar a ser Dios? ¿Reparar una herida infantil? ¿Dominar la muerte? ¿Crear lo que la vida negó? Puede que Frankenstein simbolice entonces el nacimiento de la ciencia moderna y, simultáneamente, la sombra ética que la acompaña. La criatura del film, eternamente regenerativa y condenada a vivir, encarna esa tragedia y que aquello que no puede morir tampoco puede ser reparado.

Angustia, culpa y redención traicionada en la película

Ahora, ¿quién es el verdadero monstruo? Seguramente Víctor. Es su huida, su cobardía, su narcisismo herido lo que inaugura el ciclo de violencia. Porque cuando el creador teme su fragilidad, su culpa, su duelo no elaborado, el monstruo se convierte en depósito de esa sombra.

Incluso, aunque Víctor pide perdón, la herida es demasiado antigua. Persdotter (2020) comentaba algo relacionado sobre las monstruosidades culturales, en cuanto que lo que se marca como monstruoso no puede volver fácilmente a la categoría de “humano”, porque la identidad ha sido fijada desde fuera.

Implicaciones de Frankenstein para la psicología

Netflix
Gómez, N. (2025). Del Toro ofrece una aproximación más subjetiva e íntima al mito que lo ha acompañado, buscando mantener viva la conversación con la obra que más lo ha inspirado. [Fotografía/Netflix]. Recuperado de www.infobae.com

La herida más devastadora no es la muerte, es la ausencia del otro, porque cambia completamente cómo el mundo es percibido. Terapéuticamente, nos recuerda que la validación es una forma de supervivencia psíquica.

Por otro lado, Víctor ilustra el peligro de actuar sin contemplar la subjetividad del otro. Es esto que mencionaba sobre los monstruos culturales, que nacen cuando se crea sin asumir las consecuencias. Igual que como profesionales hemos de acompañar los procesos que activamos, en pacientes, intervenciones, sistemas, etc. Y, sobre todo, en eso que puede ser llamada como la monstruosidad de un paciente, muy vastamente, hay que explorar su exclusión, su vergüenza, su identidad fracturada.

Conclusión

En resumen, el Frankenstein de Guillermo del Toro es una obra sobre el abandono, la creación y el espejo del otro. Y la psicología encuentra aquí un marco riquísimo para comprender trauma, vínculo, identidad y responsabilidad. Lo curioso es que, al final, todos hemos sido, alguna vez, el creador que abandona… y la criatura que solo quiere ser vista.

Referencias bibliográficas

  • Baek, E. C., Hyon, R., López, K., Du, M., Porter, M. A. y Parkinson, C. (2023). Lonely Individuals Process the World in Idiosyncratic Ways. Psychological science34(6), 683–695. https://doi.org/10.1177/09567976221145316
  • Britton, R. (2015). Mary Shelley’s Frankenstein: what made the Monster monstrous?. The Journal of analytical psychology60(1), 1-11. https://doi.org/10.1111/1468-5922.12126
  • del Toro, G. (Director). (2025)Frankenstein [Película]. Netflix.
  • Mackowiak, P. A. (2014). President’s address: Mary Shelley, Frankenstein, and the dark side of medical science. Transactions of the American Clinical and Climatological Association125, 1-13.
  • Persdotter, J. (2020). Introducing menstrunormativity: Toward a complex understanding of “menstrual monsterings.” In C. Bobel, I. T. Winkler, B. Fahs, K. A. Hasson, E. A. Kissling, & T.-A. Roberts (Eds.), The Palgrave handbook of critical menstruation studies (Chapter 29). Palgrave Macmillan. https://doi.org/10.1007/978-981-15-0614-7_29
  • Tlili, A. (2025)Between fear and desire, the monster artificial intelligence (AI): Analysis through the lenses of monster theory. arXiv. https://arxiv.org/abs/2508.08318