Este término puede que lo hayamos escuchado mucho en los últimos tiempos. La palabra hikikomori significa apartarse o permanecer recluido. El verbo “hiki” significa “retroceder” y la palabra “komoru”, “entrar”. Esto es, aislamiento social. El psiquiatra japonés Tamaki Saito hizo público por primera vez este concepto en el año 1998. Definía dicha condición como “aquellos que se retiran completamente de la sociedad y permanecen en sus propias casas durante un periodo mayor a 6 meses, con un inicio en la última mitad de los 20 años y para quienes esta condición no se explica mejor por otro trastorno psiquiátrico”. Lo cierto es que, aunque la mayor cantidad de casos reportados ocurren en Japón, la incidencia ha comenzado a aumentar en el continente europeo. Veamos un poco más sobre el hikikomori y por qué ocurre este severo aislamiento de la sociedad.

Hikikomori: Cuando la evitación social manda

Definición

Aunque ha sido un concepto debatido, grupos de investigación de Japón acordaron la siguiente definición:

“Un fenómeno en el que las personas se vuelven reclusas en sus propios hogares, evitando diversas situaciones sociales (por ejemplo, asistir a la escuela, al trabajo, teniendo interacciones sociales fuera del hogar, etc.) durante al menos seis meses.

Esto es, pueden salir sin cualquier contacto social con otros. En principio, hikikomori se considera una condición no psicótica. Sin embargo, existe la posibilidad de esquizofrenia prodrómica subyacente”. Indaguemos en ello.

Criterios y modificaciones

Si profundizamos nos encontraremos con criterios más específicos y actuales: a) Marcado aislamiento social en el hogar; b) Duración del aislamiento social de al menos 6 meses; c) Deterioro funcional significativo o angustia asociada con el aislamiento social.

Se caracteriza el cuadro como leve, moderado o severo, si la persona ocasionalmente deja su hogar (2-3 días/semana), rara vez sale de su casa (1 día/semana o menos), o rara vez se va a otra habitación individual, respectivamente.

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Por otro lado, las personas que salen de su hogar con frecuencia (4 o más días/semana), por definición, no cumplen los criterios para hikikomori

Asimismo, la duración del retiro social también debe tenerse en cuenta. 

Aquellas personas con una duración de al menos 3 (pero no 6) meses de aislamiento social deben clasificarse como pre-hikikomori.

Este año se propusieron, como podemos ver, algunos cambios de la definición inicial. Entre estos, los criterios expuestos inciden en señalar la frecuencia de salida del hogar.

Además, se elimina la noción de que la persona evita situaciones sociales o interacciones con otros (esto es así dado que se han reportado casos de pacientes con hikikomori que afirman que tienen pocas habilidades sociales, pero no las evitan). 

Y por otro lado, si bien es cierto que ha de haber un deterioro en el funcionamiento de la persona para que exista una patología, la angustia puede no estar presente en todos los casos (Kato et al., 2020).

Prevalencia y clasificación

Con una tasa de prevalencia del 1.2% en la población japonesa, los profesionales todavía no tienen clara la etiología y el Ministerio de salud, trabajo y bienestar de Japón (Ministry of Health, Labor and Welfare of Japan, MHLW, en inglés) baraja diferentes teorías y causas. Entre estas últimas se encuentran factores tanto biopsicosociales, culturales y ambientales.

La edad de inicio ocurre normalmente en la adolescencia o a comienzos de la adultez, en un rango de 15-39 años, aunque también se han reportado casos de la tercera edad.

En cuanto a su clasificación, algunos psiquiatras diferencian el hikikomori primario y secundario. Cuando no existe un diagnóstico psiquiátrico comórbido se utiliza el término “primario” y cuando lo hay, “secundario”.

Así mismo, se ha propuesto, recientemente, otra clasificación entre aquellos casos que viven con sus familias y quienes viven solos.

¿Es un trastorno, síndrome, término psiquiátrico?

Como se ha mencionado previamente, dado que la definición es heterogénea, hay estudios que determinan que no es un trastorno en sí ni un síndrome, pues no cumple con los criterios, sino que lo que existen son trastornos psiquiátricos subyacentes.

Ahora bien, que dichos trastornos psiquiátricos den lugar al hikikomori como síntoma o que este sea la causa de todavía está por responder, aunque se ha postulado que ambas opciones existen (Tateno et al., 2012).

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Investigaciones asocian que tal problema de salud pública podría deberse a una mala adaptación social, un trastorno mental emergente que habrá de catalogarse en un nuevo trastorno o un trastorno esquizofrénico poco diagnosticado (Fong Yong y Kaneko, 2016).

Asimismo, algunos expertos en psiquiatría indican que dicho fenómeno podría catalogarse como un “síndrome ligado a la cultura” japonesa que podría incluirse en la última edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés).

Sin embargo, dada la falta de consenso, no aparece en el glosario de conceptos de malestar cultural del manual.

Encontrándose, en este último, el término Taijin Kyofusho, que hace alusión a un tipo de fobia social de la población japonesa (Tajan, 2015).

Trastornos comórbidos

Los trastornos comórbidos que pueden surgir ante este retraimiento social severo aumentan la importancia que se ha de dar a tal condición.

Una reciente investigación de Kato et al. (2018) propone que, según la edición anterior del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), este cuadro puede ser comórbido con trastornos psiquiátricos. Entre los que se incluiría el trastorno de la personalidad evitativa, trastorno de ansiedad social y depresión mayor.

En un estudio realizado en Japón, los resultados con personas con hikikomori dividían la población en tres grupos: esquizofrenia, trastornos del estado de ánimo y ansiedad (33.3%), trastornos del desarrollo (32%), trastornos de personalidad (34.7%) y un 0.7% restante era imposible de diagnosticar dentro de las categorías existentes, relacionándose más con un posible síndrome ligado a la cultura.

Enfoques terapéuticos en el hikikomori

Ayudar a aquellas personas con hikikomori se vuelve una tarea difícil dependiendo del tiempo que han pasado aislados hasta que se les brinda la ayuda. El periodo promedio del primer apoyo es de 4.4 años.

La primera guía para hikikomori publicada por el Ministerio de salud, trabajo y bienestar propone un tratamiento de cuatro pasos:

  1. Apoyo familiar, primer contacto y evaluación de la situación
  2. Apoyo individual
  3. Entrenamiento grupal y capacitación en habilidades sociales (como terapia de grupo) para el aislamiento social
  4. Participación social

Apoyo familiar

Los padres son un pilar fundamental en la intervención con los hijos. Sin embargo, hay situaciones en las que, por el desconocimiento de la condición y el estigma social que conlleva, pueden verse sin recursos para brindar la ayuda necesaria.

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Para solventar esto, se han creado programas educativos para padres en los que se les enseñan habilidades específicas para la salud mental.

De este modo, se busca dar cabida a una rápida atención temprana.

Entre este tipo de programas se encuentran los primeros auxilios para la salud mental (Mental Health First Aid, MHFA, en inglés)donde se enseña a los progenitores cómo identificar, comprender y responder a los signos del problema de salud mental.

Esto sumado a programas como aquellos de refuerzo comunitario y formación familiar (Community Reinforcement and Family Training, CRAFT, en inglés) que también suponen una herramienta sólida para familias con esta situación. 

Visitas domiciliarias

Trabajadores sociales y/o cualquier profesional de la salud, ya sean enfermeros, psicólogos o médicos, organizan un programa de visitas domiciliarias en las que poder llevar a cabo evaluaciones privadas y detectar los primeros signos de hikikomori.

Evaluación multidimensional y estrategias terapéuticas

Basándose en un modelo biopsicosocial, se han de evaluar todos los factores que rodean a la persona, detectándose por cuestionarios y entrevistas psiquiátricas. Se tienen que utilizar test psicométricos para detectar rasgos de personalidad, apego y tendencias de adicción a Internet o videojuegos.

Así mismo, se realizan evaluaciones biológicas, donde se lleva a cabo un análisis de sangre y un análisis funcional cerebral. En caso de la concurrencia de trastornos psiquiátricos se procederá a la farmacoterapia, psicoterapia o intervenciones psicosociales.

Terapia animal y robótica

Los programas de terapia animal son importantes a la hora de mejorar la interacción social. Además, se impulsa cada vez más el desarrollo de robots como mascotas.

Un ejemplo de ello es Aibo, un perro robot creado por Sony dotado de inteligencia artificial. Este tipo de tecnologías pueden ser de gran ayuda como inicio en la interacción y comunicación de personas con hikikomori, al igual que ha mostrado ser beneficioso para personas con autismo y demencia, entre otros (Kato et al., 2019).

Conclusión

Como se ha podido ver a lo largo de la nota, este fenómeno en auge es difícil de clasificar en los manuales diagnósticos. A pesar de ello, los expertos proponen que en un futuro esto pueda ser posible, dada la aparición de otros trastornos psiquiátricos.

La importancia del uso de un modelo multidimensional para tratar tal condición nos centra también en el trasfondo sociocultural del país. Además de los factores biológicos, habría de dar cuenta de los psicológicos y sociales.

Estos primeros podrían constituir un añadido al fenómeno social si la persona es diana de burlas en la escuela, sufre bullying o rechazo escolar de sus compañeros. De hecho, esto último se encuentra en debate sobre si añadirlo a la definición de hikikomori o aislamiento social. 

Finalmente, en cuanto a los factores sociales como el estilo de crianza, relaciones familiares, habilidades sociales o vínculos de apego, pueden perjudicar a la persona si no son los adecuados. Aún queda mucho por investigar pero con esta breve nota ya podemos sacar algunas conclusiones. 

Referencias bibliografía

  • Fong Yong, R. K. y Kaneko, Y. (2016). Hikikomori, a Phenomenon of Social Withdrawal and Isolation in Young Adults Marked by an Anomic Response to Coping Difficulties: A Qualitative Study Exploring Individual Experiences from First- and Second-Person Perspectives. Open Journal of Preventive Medicine06(01), 1-20. https://doi.org/10.4236/ojpm.2016.61001
  • Kato, T. A., Kanba, S. y Teo, A. R. (2018). Hikikomori: Experience in Japan and international relevance. World Psychiatry17(1), 105-106. https://doi.org/10.1002/wps.20497
  • Kato, T. A., Kanba, S. y Teo, A. R. (2019). Hikikomori: Multidimensional understanding, assessment and future international perspectives. Psychiatry and Clinical Neurosciences, 73(8), 427-440. https://doi.org/10.1111/pcn.12895
  • Kato, T. A., Kanba, S. y Teo, A. R. (2020). Defining pathological social withdrawal: Proposed diagnostic criteria for hikikomori. World Psychiatry19(1), 116-117. https://doi.org/10.1002/wps.20705
  • Tajan, N. (2015). Social withdrawal and psychiatry: A comprehensive review of Hikikomori. Neuropsychiatrie de l’Enfance et de l’Adolescence63(5), 324-331. https://doi.org/10.1016/j.neurenf.2015.03.008
  • Tateno, M., Park, T. W., Kato, T. A., Umene-Nakano, W. y Saito, T. (2012). Hikikomori as a possible clinical term in psychiatry: A questionnaire survey. BMC Psychiatry12(1), 169. https://doi.org/10.1186/1471-244X-12-169