Las prácticas virtuales que se han implementado a lo largo de la historia del mundo digital han plasmado un sello en la sociedad que ha facilitado la construcción de nuevos hábitos. Como, por ejemplo, diversas formas de socialización en las redes sociales. Esta nueva faceta que presentan las grandes compañías al mundo también traen serias consecuencias. Sobre todo, el padecimiento de cuadros a nivel mental como los trastornos de ansiedad, particularmente la ansiedad social. Veamos un poco más a continuación.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es un estado constante de alerta caracterizado por la incertidumbre, inquietud y agitación. Siendo experimentado por parte de los individuos, sin excepción alguna, ante ciertas circunstancias o situaciones de la vida. Así mismo, actúa como un mecanismo de defensa que facilita la emisión de una respuesta conductual adaptativa frente a diversas condiciones del medio (Macías et al., 2019).

En este sentido, la ansiedad no se constituye como un peligro inminente para el ser humano. Y es que, supone el desarrollo de patrones conductuales que indican la manera de reaccionar y actuar ante una situación percibida como peligrosa. Sin embargo, la implementación de la virtualidad a la cotidianidad trae consigo diversas prácticas virtuales que causan distintos padecimientos. Uno de ellos puede ser un trastorno de ansiedad social.

La ansiedad social como protagonista

En palabras de Macías et al. (2019): “se caracteriza por presentar temor en situaciones sociales basadas principalmente en el escrutinio o evaluación por otros” (p. 3). Impide, de esta forma, la realización de actividades que normalmente se ejecutan en la cotidianidad. Por ejemplo, la escuela y el trabajo, causando deserción escolar y desempleo.

Criterios diagnósticos de la ansiedad social

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Sin embargo, al intentar comprender la manera en que se desarrolla esta psicopatología, se hace necesario conocer los síntomas que alertan de un posible padecimiento de este trastorno. Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés) corresponden a:

  • Miedo constante e intenso a expresarse en público.
  • Temor a actuar de cierta manera ante un grupo de personas conocidas o desconocidas.
  • El tener que relacionarse con los demás casi siempre provoca miedo e inseguridad en el individuo.
  • Piensa que siempre estará expuesto a situaciones humillantes y desagradables.
  • Este miedo no es atribuible al consumo de sustancias psicoactivas.
  • El miedo a enfrentarse a situaciones sociales dura seis meses o incluso más.

¿Quiénes son los más afectados por este cuadro? 

Sin duda alguna, son los adolescentes puesto que esta psicopatología emerge, regularmente, a la edad de 13 años (Elizondo, 2016). Ahora bien, los avances ofrecidos por parte del mundo tecnológico sumergen a la población mundial en un sin fin de posibilidades que se encuentran inmersas en la realidad digital.

Y es que, en este grupo etario, especialmente en la adolescencia temprana (entre 10 a 13-14 años), cobra gran relevancia los juicios y opiniones que los demás construyen sobre ellos. Un aspecto que influye en el concepto que forman acerca de ellos mismos (Gaete, 2015).

De igual forma, esto conlleva a navegar a través de múltiples opciones que contienen las plataformas virtuales. Unas de ellas es el intercambio de información y la publicación de fotografías. Factores que suscitan la necesidad de compartir momentos diarios y mostrar los bienes materiales. Esto podría, en cierta medida, promover el desarrollo de prácticas virtuales inadecuadas.

¿Cuál es la población más propensa a desarrollar prácticas virtuales inapropiadas?

Según lo anterior, la población adolescente o también llamada generación digital, es la más propensa. Álvarez y Moral (2020) estiman que un 94% de este grupo etario posee un móvil y el 99.2% cuenta con acceso a Internet. Así pues, tienen la opción de navegar a través del mundo virtual la mayor parte del tiempo. Ligado a ello, la implementación de nuevas prácticas de socialización a través del mundo virtual (redes sociales, comunidades virtuales, páginas de socialización, etc.) ha incrementado el padecimiento de la ansiedad social.

Prácticas virtuales inadecuadas que contribuyen a la ansiedad social

La interacción en el mundo digital permite el desarrollo de prácticas virtuales inapropiadas que afectan, negativamente, la integridad personal de las mismas. Dichas prácticas hacen referencia al cyberbullying, el sexting y el grooming.

El cyberbullying 

Así como el bullying es una problemática que se desarrolla en contextos presenciales, el cyberbullying, o ciberacoso, es un fenómeno caracterizado por desarrollarse en entornos virtuales. Consiste en el acoso y hostigamiento constante por parte de uno o varios individuos hacia otro a través de medios digitales (Internet, redes sociales, etc.). Se da principalmente entre menores de edad. Y, generalmente, entre quienes se conocen.

Sin embargo, al ser virtual, existe quienes crean falsas identidades o simplemente ocultan su identidad. Por esto, se hace más complejo al desconocer al autor de los abusos.

El cyberbullying puede darse mediante la divulgación de imágenes o vídeos de una situación humillante para la cybervíctima. Cabe resaltar que el contenido publicado no tiene un fin sexual en sí mismo. No obstante, las imágenes o vídeos compartidos pueden ser de índole sexual (Palmer, 2017).

¿Cómo se desarrolla el trastorno de ansiedad social mediante esta problemática?

El individuo que sufre estos ataques de manera constante puede desarrollar los siguientes síntomas:

  • Angustia y temor constante.
  • Dificultades para la conciliación del sueño.
  • Falta de tranquilidad.
  • Falta de concentración.
  • Estado de humor cambiante (irritabilidad).

Asimismo, desarrolla síntomas que debilitan las relaciones interpersonales construidas con sus iguales y otros individuos:

  • Evita tener contacto con sus compañeros por miedo a ser humillado.
  • No asiste a clases (ahora virtuales).
  • Miedo al hablar con una o varias personas a través de medios digitales.
  • Pierde el interés por situaciones sociales (por medio de la virtualidad).
  • Pierde amistades de forma inesperada.

El sexting 

Esta práctica consiste en que un sujeto comparte, de manera voluntaria, contenido de tipo sexual (fotografías y vídeos) con quien se las solicita (receptor). El riesgo aquí es que la persona que solicita el contenido puede hacerlo público o chantajear con su divulgación en caso de que la víctima se niegue a enviar más material de tipo sexual (Palmer, 2017).

El sexting se lleva a cabo, generalmente, con personas conocidas (amigos, pareja sentimental). Y, en algunas ocasiones, con personas totalmente desconocidas (individuos conocidos solo por Internet).

¿Qué consecuencias de esta práctica pueden contribuir al padecimiento de un trastorno de ansiedad social?

  • El individuo queda expuesto a la humillación pública.
  • Pierde la confianza en personas cercanas.
  • Evita el escrutinio público y desarrolla conductas de aislamiento.
  • Prefiere no participar en situaciones o actividades sociales cuando le invitan.
  • Desarrolla sentimientos de tristeza que se asocian al trastorno de depresión y, así mismo, puede derivar en trastornos de ansiedad.

El grooming

Redes sociales

Generalmente, las víctimas suelen ser personas con cierto grado de vulnerabilidad. Esto es lo que le permite al otro acercarse cada vez más al menor. Una vez que tenga la confianza suficiente del adolescente, comienza a pedirle fotos de índole sexual.

A diferencia del sexting, esta práctica suele darse entre menores de edad y un adulto. Este último, hace el papel de la persona que acosa y extorsiona a la víctima si no accede a lo que le solicita. Normalmente, quien ejerce el acoso oculta su verdadera identidad, por lo que la víctima desconoce de quién se trata.

¿Cuáles son los cambios producidos por este fenómeno que contribuyen al padecimiento de un trastorno de ansiedad social? 

  • Cambio radical de grupo de amistades o escasa interacción tanto presencial como virtualmente.
  • Miedo a conectarse con otros individuos a través de redes sociales o a salir de casa.
  • Alteración en la capacidad de comunicación con los demás (virtual y presencialmente).
  • Reacción poco adecuada ante ciertas situaciones sociales (críticas, comentarios).
  • Dependencia emocional a personas adultas o a quienes tiene como referentes a imitar.

¿Por qué los adolescentes son los más afectados por estas prácticas virtuales?

De acuerdo a lo mencionado con anterioridad, la dimensión social cobra especial relevancia en esta etapa (adolescencia). Y es que, la evaluación negativa por parte de sus pares interfiere de forma adversa en la construcción asertiva de relaciones interpersonales Incluso, a través de ciberespacios, afecta el autoconcepto e induce a la falta de aceptación por parte de sus iguales. Esto aumenta el riesgo de padecer ansiedad social (Gómez et al., 2016).

¿Cómo prevenir la realización de prácticas virtuales inadecuadas?

Establecer límites en el uso de las plataformas virtuales o redes sociales. Diversos estudios enfatizan en la efectividad del control parental para proteger la privacidad. Y, asimismo, garantizar el bienestar de los adolescentes. Por tal motivo, es recomendable implementar horarios de uso. Con el fin de crear hábitos disciplinarios que les permitan realizar un uso responsable.

Redes sociales

Brindar un acompañamiento constante. Es de suma importancia que el adolescente sienta que cuenta con una red de apoyo. Se evidencia que quienes sufren este tipo de acoso virtual en cualquier modalidad son jóvenes en condiciones de vulnerabilidad por sentirse solos la mayor parte del tiempo.

Crear espacios de reflexión a través del diálogo. Es fundamental interesarse por todo aquello que realiza el adolescente, pues el objetivo es ponerse en su lugar y orientarlo. Esto ayudará a que pueda sentirse en confianza para comunicar alguna situación de peligro que perciba a través de la virtualidad o redes sociales.

Entrenar a los adolescentes en habilidades sociales. La interacción cara a cara o a través de las pantallas digitales requiere de estrategias interpersonales. Como, por ejemplo, el respeto y la comprensión. Lo que permitirá al adolescente actuar de forma eficaz, propositiva y constructiva ante situaciones sociales. Desarrollando, así, mecanismos adecuados para una correcta resolución de conflictos.

Fortalecimiento de la autoestima. La autoestima negativa suele ser un factor predictor de la ansiedad social, tanto en contextos presenciales como virtuales.

Conclusión

Finalmente, la incorporación de nuevas prácticas educativas y de socialización confirman la evolución constante a la que se ha sometido la civilización. De este modo, a medida que la humanidad se desarrolla en distintos aspectos surgen nuevas patologías. Y, estas, traen consigo nuevos retos para su adecuado abordaje y un tratamiento efectivo.

El desafío, hoy en día, radica en la implementación de estrategias que permitan prevenir el desarrollo de prácticas virtuales inapropiadas que favorezcan la aparición de psicopatologías. Entre estas, la ansiedad social.

Referencias bibliográficas

  • Álvarez, M. M. y Moral, J. M. V. (2020). Phubbing, uso problemático de teléfonos móviles y de redes sociales en adolescentes y déficits en autocontrol. Health and Addictions, 20(1), 113-125. https://ojsnuevo.haaj.org/index.php/haaj/article/view/113
  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
  • Elizondo, A. Y. (2016). Trastorno de ansiedad social (fobia social). Revista Médica Sinergia 1(4), 20-24. https://revistamedicasinergia.com/index.php/rms/article/view/28/95
  • Gaete, P. V. (2015). Desarrollo psicosocial del adolescente. Revista Chilena de Pediatría, 86(6), 436-443. https://reader.elsevier.com/reader/sd/pii/S0370410615001412?token=6478B44DF1A9500B436EB7515FAF48FA72795C66D4CAF77BFD7E1A108F2D461F1733311AE9FB3F85997502946F00BC8B
  • Gómez, O. O., Casas, C. y Ortega, R. R. (2016). Ansiedad social en la adolescencia: Factores psicoevolutivos y de contexto familiar. Behavioral Psychology / Psicología Conductual 24(1), 29-49.
  • Macías, C. M., Pérez, E. C., López, M. L., Beltrán, P. L. y Morgado, V. C. (2019). Trastornos de ansiedad: revisión bibliográfica de la perspectiva actual. Revista electrónica 10(24), 1-11. https://www.uv.mx/eneurobiologia/vols/2019/24/Mac%C3%ADas/Mac%C3%ADas-24(10)090519.pdf
  • Palmer, P. F. J. (2017). Seguridad y riesgos: Cyberbullying, Grooming y Sexting. [Trabajo Fin de Máster, Universitat Oberta de Catalunya]. Repositorio UAC.
  • Sierra, J. C., Ortega, V. y Zubeidat, I. (2003). Ansiedad, angustia y estrés: tres conceptos a diferenciar. Revista Malestar e Subjetividade, 3(1), 10-59. https://www.redalyc.org/pdf/271/27130102.pdf