¿Qué cambios ocurren en el cerebro de quienes padecen trastorno de ansiedad social (TAS)? Esta pregunta ha llevado a diversos investigadores a estudiar las anomalías neurocognitivas asociadas a dicho cuadro. En este sentido, un reciente artículo publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, se propuso examinar las complejas alteraciones cerebrales que afectan tanto la vida cotidiana como el bienestar de aquellos que viven con esta afección. A continuación, se revisarán los hallazgos del estudio para comprender cómo influye dicha condición en la actividad cerebral durante determinadas situaciones sociales y emocionales.
Trastorno de ansiedad social: Una breve introducción
El TAS, conocido como fobia social, es una condición psicológica que afecta profundamente la vida de las personas que conviven con ello. Dicha fobia implica un miedo intenso y persistente a ser observado y juzgado por otros en instancias sociales o de desempeño. Quienes padecen esta afección suelen evitar la exposición a ese tipo de situaciones, o enfrentarlas con un alto nivel de angustia. Con lo que puede interferir significativamente con la vida cotidiana, afectando las relaciones personales, el rendimiento académico y profesional, y la calidad de vida en general.
Mecanismos cognitivos del TAS
Numerosos estudios neurocognitivos han revelado que está asociado con alteraciones en varias regiones cerebrales. Particularmente, los investigadores han observado una activación anormal tanto en la amígdala (estructura clave en el procesamiento de las emociones) como en el córtex prefrontal (involucrado en la regulación de la atención y respuestas emocionales).
También han identificado patrones de activación cerebral alterados durante la realización de tareas sociales y emocionales. Lo que sugiere que las personas afectadas por esta condición procesan la información social de manera diferente.
Un estudio de neuroimagen sobre el TAS
El estudio tuvo como objetivo explorar los mecanismos cognitivos del cerebro con TAS utilizando técnicas de neuroimagen. En concreto, se empleó resonancia magnética funcional (Functional Magnetic Resonance Imaging, fMRI, en inglés) para cumplir con el propósito. Para ello, se realizó un metaanálisis que incluyó 37 estudios previos, comparando las activaciones cerebrales de personas con TAS y de controles sin TAS. Estas tareas incluían la presentación de rostros emocionales, situaciones sociales específicas y otras tareas que provocan respuestas emocionales.
Resultados: Trastorno de ansiedad social y cerebro
Los hallazgos proporcionaron una visión detallada de los mecanismos cognitivos que podrían verse alterados frente al TAS, destacando cierta disfunción en varias regiones cerebrales claves. El análisis de todo el cerebro reveló que, en comparación con los controles, las personas con TAS mostraron una activación significativamente menor en el giro cingulado anterior izquierdo, región relacionada con el control de la atención.
Así, al realizar tareas con rostros emocionales como estímulo mostraron una activación significativamente menor en la pendiente cerebelosa izquierda y en el giro fusiforme. A su vez, también pudo observarse una activación significativamente mayor en el giro supramarginal derecho y en el giro angular.
El procesamiento de rostros emocionales
Todo lo dicho sugiere que en presencia de TAS, las caras emocionales se procesan de manera diferente. Lo que podría deberse a una hiperactividad en regiones involucradas en la interpretación de las emociones y una hipoactividad en áreas relacionadas con el control emocional.
A su vez, la disminución en la activación del giro fusiforme, zona clave en el reconocimiento de rostros, implica que estas personas podrían tener dificultades para procesar correctamente las señales emocionales de los rostros, lo que contribuiría a su ansiedad en situaciones sociales.
Situaciones sociales: ¿Cómo reacciona el cerebro con TAS?
En las tareas que implicaban situaciones sociales específicas, se observó una mayor activación en la amígdala y el hipocampo. Estas regiones están asociadas con la respuesta al miedo y la memoria emocional, respectivamente.
Por un lado, la hiperactividad en la amígdala sugiere una mayor sensibilidad a las amenazas percibidas en contextos sociales, lo que explicaría el alto nivel de ansiedad y la tendencia a evitar tales situaciones. Por otro lado, la correspondiente activación del hipocampo podría estar relacionada con la consolidación de recuerdos negativos asociados con experiencias sociales, perpetuando así el ciclo de ansiedad y evitación.
Trastorno de ansiedad social y tareas cognitivas
Durante las tareas cognitivas generales, los afectados por este cuadro mostraron una activación reducida en el córtex prefrontal dorsolateral, crucial para la regulación de la atención y el control ejecutivo. Esta disminución en la activación indicaría la existencia de dificultades en los mecanismos responsables de dirigir la atención y manejar la ansiedad en situaciones sociales, contribuyendo a la disfunción cognitiva observada en el TAS. A su vez, la hipoactividad en el área antes mencionada se relaciona con los problemas para emplear estrategias cognitivas efectivas para regular respuestas emocionales, aumentando así los síntomas de ansiedad.
¿Existieron limitaciones?
En primer lugar, la variabilidad en los métodos y tareas utilizados en los estudios incluidos en el metaanálisis pudo influir en la consistencia de los resultados. Además, la mayoría de los estudios se basan en muestras de población occidental, lo que limita la generalización de los hallazgos a otras culturas.
Finalmente, la naturaleza correlacional de los estudios de neuroimagen impide establecer relaciones causales definitivas entre las alteraciones cerebrales y los síntomas del TAS. Estas limitaciones deben tenerse en cuenta al interpretar los resultados y al planificar futuras investigaciones.
Nuevos enfoques terapéuticos para el TAS
Intervenciones centradas en estas activaciones cerebrales podrían ser efectivas. Pero… ¿Qué nuevos enfoques terapéuticos podrían surgir a partir de tales descubrimientos? La integración de técnicas de neuroimagen en la evaluación y tratamiento podría ofrecer vías prometedoras para desarrollar intervenciones más personalizadas y eficaces. Por ejemplo, terapias dirigidas a reducir la hiperactividad de la amígdala podrían ser efectivas para disminuir los síntomas de ansiedad y mejorar el funcionamiento social.
Así, el conocimiento profundo de los mecanismos cognitivos no solo amplía nuestra comprensión del trastorno, sino que también abre nuevas oportunidades para mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen. Si te interesa aprender más acerca de la evaluación y el diagnóstico de las fobias, así como también de su tratamiento con terapia cognitivo conductual, te invitamos a nuestro curso sobre fobias específicas.
Referencia bibliográfica
- Yu, X., Ruan, Y., Zhang, Y., Wang, J., Liu, Y., Zhang, J. y Zhang, L. (2021). Cognitive Neural Mechanism of Social Anxiety Disorder: A Meta-Analysis Based on fMRI Studies. International Journal of Environmental Research and Public Health, 18(11), 5556. Doi: 10.3390/ijerph18115556