El lenguaje es un sistema de comunicación, cuando menos, complejo. Este sistema de signos de diferentes tipos permite que las personas nos comuniquemos entre sí. Ahora bien, el origen del lenguaje, cómo y cuándo aparece, es todavía una incógnita que plantea diferentes hipótesis entre la comunidad científica. Podemos preguntarnos, ¿la denominación de objetos es completamente arbitraria? ¿Existe alguna relación entre los sonidos de las palabras y su forma geométrica? Sin duda, el efecto Bouba-Kiki es uno de los efectos más curiosos del lenguaje para dar respuesta a estas preguntas y más. Profundicemos, a continuación, en el famoso efecto Bouba-Kiki o Takete-Maluma y veamos si es mucho más que simples formas y sonidos.
El efecto Bouba-Kiki o Takete-Maluma
En la década de 1920, el psicólogo alemán Wolfgang Köhler llevó a cabo un experimento que marcó un antes y un después en el estudio del lenguaje. Hasta ese momento, el lenguaje era considerado un sistema arbitrario donde no había relación entre significante y significado.
Sin embargo, el experimento de Köhler cambió el paradigma presentando una nueva hipótesis: Existía relación. Una relación que el profesor Otto Jespersen, especializado en gramática, ya planteaba tiempo atrás en sus trabajos. Ahora bien, ¿cómo se puso dicha hipótesis a prueba?
Un experimento sencillo
El experimento de Köhler era muy sencillo, se les mostraba a los participantes dos tipos de figuras abstractas y dos pseudopalabras (palabras que no tienen significado). En este caso fueron Takete y Maluma, esta última en algunos estudios se cambió por Baluma.
A continuación, los voluntarios tenían que elegir qué pseudopalabra asociarían a cada una de las formas presentadas. Cabe decir que este paradigma fue repetido por Ramachandran y Hubbard pero con las palabras Bouba y Kiki, conociéndose este efecto también de dicho modo. Veamos qué opina el lector. Según estas figuras, ¿a cuál llamarías Bouba y a cuál Kiki? (o Takete y Maluma):
¿Ya tienes tu respuesta?
Si nos preguntamos por el resultado del experimento, quizás hayamos entrado en el 98% de personas que asoció la palabra Takete o Kiki a la forma puntiaguada y Bouba o Maluma para la figura redondeada. Si ha sido así, hemos caído en un sesgo sensorial a la hora de relacionar los sonidos linguísticos y la forma visual.
Esta correspondencia de modalidad cruzada (en inglés, crossmodal), muestra que podemos presentar un patrón de asociación por el que las consonantes oclusivas (llamadas así porque para pronunciarlas ha de haber un cierre, u oclusión, de los órganos articuladores) se asocian con formas puntiagudas y las sonoras con formas redondeadas. Sin embargo, esto no solo ocurre con las consonantes, sino también con las vocales.
Invitamos al lector a pronunciar las siguientes vocales. Empecemos por: / u / y / o /. Podemos apreciar que al pronunciarlas los labios toman una forma redondeada (recordemos que estas vocales se encuentran en las pseudopalabras Bouba o Maluma). Mientras que con vocales como / i / y / e / no existe esta forma mencionada (como en Kiki y Takete). Ahora bien, ¿solo tienen que ver en este efecto las vocales y las consonantes? Veamos a continuación.
¿Por qué ocurre este efecto?
Esta es la pregunta que formulan las investigaciones donde se observan asociaciones sonoro-simbólicas, llegando a una conclusión: Separar o aislar los efectos simbólicos, gráficos y sonoros al escuchar una palabra sería una tarea realmente difícil.
Más factores influyentes
Aspectos como el volumen, la intensidad, brillo o el tamaño de los estímulos y sus diferentes vínculos tampoco han de ignorarse. Si no, tomemos de ejemplo un experimento de Marks (1987) donde los participantes tenían que establecer la intensidad de ciertos estímulos visuales.
Los voluntarios mostraron un tiempo de reacción más lento y mayor número de errores cuando lo presentado se relacionaba con un tono auditivo incongruente (tono agudo + forma redondeada, tono grave + forma puntiaguda). En vez de ser congruente (tono agudo + forma puntiaguda, tono grave + forma redondeada) (Fort, Martin y Peperkamp, 2015).
¿Es el efecto Bouba-Kiki mucho más que formas y sonidos?
Si pensábamos que el efecto Bouba-Kiki o Takete-Maluma solo podía ser explicado por las vocales y las consonantes nos hemos equivocado, este fenómeno es mucho más complejo de lo que a simple vista pudiera parecer. Los parámetros diseñados por Köhler no son suficientes para explicar el fenómeno en su totalidad. Y es que, influyen factores acústicos, articulatorios, propiedades fonológicas y ortográficas, entre otros (Cuskley et al., 2017).
De este modo, se plantean hipótesis que no solo toman en cuenta un aspecto o nivel de procesamiento, sino otros tipos de procesos subyacentes que podrían estar implicados. Tal es así, que una de las más planteadas resalta la influencia, no solo de procesos cognitivos de nivel superior, sino también de procesos cognitivos básicos para este tipo de simbolismo, viéndose conexiones de estos últimos procesos entre dominios sensoriales.
Así pues, indagando un poco más en dicha hipótesis también entraría un fenómeno conocido como sinestesia, representaciones más abstractas o la influencia de aspectos del entorno (De Carolis et al., 2018).
¿Qué ocurre a nivel cerebral en el efecto Bouba-Kiki o Takete-Maluma?
Además de una marcada activación en la corteza auditiva y visual, la corteza prefrontal está muy implicada en este proceso. De hecho, esta área se activa siempre que existe una integración de señales multisensoriales.
Así mismo, hay diferentes zonas del cerebro que presentan una mayor o menor activación si los estímulos nos resultan congruentes o incongruentes. Aquí entraría en juego la corteza prefrontal, vinculada con las funciones ejecutivas.
Con esto, se ha observado que existe una mayor activación en el giro frontal inferior ante estímulos audiovisuales incongruentes en comparación con los congruentes. Aspecto muy relacionado con la actividad de la corteza prefrontal bilateral. Asimismo, este patrón también se ha observado en la actividad del surco temporal superior derecho y la circunvolución temporal superior bilateral, así como en la región fusiforme derecha, entre otras (Peiffer-Smadja y Cohen, 2019).
Conclusión
El efecto Bouba-Kiki o Takete-Maluma todavía sigue siendo una incógnita para los investigadores. El por qué ocurre este fenómeno sigue resultando difícil de responder por los estudios actuales. Surgen preguntas como, ¿este efecto es el reflejo de mecanismos innatos?, ¿aprendidos? o ¿hasta qué punto influyen los factores culturales de los participantes?
Algunos estudios muestran que desde los once meses ya se manifiesta una integración multimodal al presentarse estímulos de asociaciones audiovisuales relacionados con este efecto. A pesar de que hay otros trabajos que puntualizan los resultados obtenidos con esta población, podemos añadir otra pregunta, ¿estas asociaciones, a tan temprana edad, podrían favorecer el desarrollo del idioma? o ¿facilitar el aprendizaje?
Dejamos cuestiones abiertas para que el propio lector reflexione. Sin duda, las variantes del experimento genuino no hacen más que generar nuevas preguntas sobre por qué se produce este fenómeno. Aunque algo se ha esclarecido, el efecto Bouba-Kiki es mucho más que formas y sonidos.
Referencias bibliográfica
- Cuskley, C., Simner, J. y Kirby, S. (2017). Phonological and orthographic influences in the bouba–kiki effect. Psychological Research, 81(1), 119-130. https://doi.org/10.1007/s00426-015-0709-2
- De Carolis, L., Marsico, E., Arnaud, V. y Coupé, C. (2018). Assessing sound symbolism: Investigating phonetic forms, visual shapes and letter fonts in an implicit bouba-kiki experimental paradigm. PLOS ONE, 13(12). https://doi.org/10.1371/journal.pone.0208874
- Fort, M., Martin, A. y Peperkamp, S. (2015). Consonants are More Important than Vowels in the Bouba-kiki Effect. Language and Speech, 58(2), 247-266. https://doi.org/10.1177/0023830914534951
- Peiffer-Smadja, N. y Cohen, L. (2019). The cerebral bases of the bouba-kiki effect. NeuroImage, 186, 679-689. https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2018.11.033
- Maurer, D., Pathman, T. y Mondloch, C. J. (2006). The shape of boubas: Sound-shape correspondences in toddlers and adults. Developmental Science, 9(3), 316-322. https://doi.org/10.1111/j.1467-7687.2006.00495.x