Podríamos decir que los genes son los jefes que mandan a las células de nuestro organismo cómo funcionar y organizarse. Estos forman parte del llamado genoma, donde se encuentra el material genético de un organismo. Asimismo, los genes contienen los cromosomas, estructuras compuestas de proteínas y una molécula de ácido desoxirribonucleico (ADN). Ahora bien, puede ocurrir que los cromosomas presenten diferentes anomalías, ya sean numéricas o estructurales, lo que daría lugar a problemas de salud. En el síndrome de Pitt-Hopkins existe una mutación o fallo en el gen TCF4. También puede producirse cuando hay una pérdida de un fragmento del cromosoma 18. Veamos un poco más cómo es el síndrome de Pitt-Hopkins y qué ocurre cuando existe un fallo en el gen TCF4.

Síndrome de Pitt-Hopkins

Definición

En 1978, los médicos David Pitt e Ian Hopkins describieron por primera vez los síntomas de personas con este síndrome. El síndrome de Pitt-Hopkins (SPH) es un trastorno del desarrollo neurológico poco frecuente. Este cursa con características físicas, cognitivas y conductuales.

Pitt Hopkins Syndrome | Baby with Pitt Hopkins

Se han descrito alrededor de 50 casos en todo el mundo.

La causa de esta afección del neurodesarrollo se produce por deleciones (pérdidas) o modificaciones en el gen TCF4. Ubicado en el cromosoma 18q21.2.

La transmisión es autosómica dominante. Esto último quiere decir que si una persona hereda el cromosoma que presenta el gen alterado, ante tal patrón de herencia, padecerá la enfermedad.

¿Qué es el gen TCF4?

El gen TCF4 tiene un papel fundamental en varios procesos. Como, por ejemplo, el proceso de transcripción, la maduración de las células y su autodestrucción. Así mismo, la familia de proteínas de dicho gen está implicada en el correcto desarrollo del sistema nervioso. Cumpliendo, así, un papel clave en la neurogénesis (Crux et al., 2018).

Características del síndrome de Pitt-Hopkins

Esta enfermedad es, fenotípicamente, parecida a otros trastornos del neurodesarrollo como el síndrome de Angelman, síndrome de Rett, síndrome de Mowat-Wilson y el síndrome Alfa-Talasemia.

Entre algunas de estas características fenótipicas podemos encontrar, orejas prominentes, boca ancha, un solo pliegue palmar, pies planos, estatura baja, microcefalia y anomalías en los dedos de las manos.

Junto a lo anterior, las personas con síndrome de Pitt-Hopkins tienen un retraso en el desarrollo a nivel global y discapacidad intelectual.

A pesar de que los síntomas pueden variar de una persona a otra, suelen aparecer convulsiones, bruxismo y presencia de babeo, problemas psicomotores, anormalidades respiratorias (por ejemplo, apnea), epilepsia, problemas urogenitales, miopía, estrabismo y estreñimiento crónico.

En lo referente a los síntomas conductuales y cognitivos, un estudio que analizó dichos patrones determinó que existían deficiencias graves en las interacciones sociales, la comunicación y el lenguaje.

Así como un comportamiento estereotipado donde prevalecía el aleteo repetitivo de las manos o dedos y el balanceo. Relacionándose, por ello, como un trastorno dentro del espectro del autismo.

Las personas con el síndrome de Pitt-Hopkins son descritas por una apariencia feliz, acompañada de risa espontánea. Asimismo, también pueden manifestar ansiedad, agitación y frustración (Van Balkom et al., 2012).

¿Qué ocurre a nivel cerebral?

Gracias a pruebas modernas como el electroencefalograma (EEG) y la resonancia magnética (RM), se puede estudiar el cerebro con mayor detalle. En personas con el síndrome de Pitt-Hopkins se ha descubierto que puede aparecer displasia del cuerpo calloso y abultamiento del núcleo caudado.

Además, se ha reportado que el tamaño del hipocampo tiende a ser más pequeño, acompañado de una hiperintensidad de la sustancia blanca en el lóbulo temporal, patrones de mielinización retardada e hipoplasia de la corteza del cerebelo y el vermis.

Por otro lado, también se ha observado, en algunos casos, atrofia cerebral global con ensanchamiento de los surcos y ventriculomegalia (aumento en el tamaño de uno o de los dos ventrículos laterales) (Goodspeed et al., 2018).

¿Cómo mantener el cuidado en personas con el síndrome de Pitt-Hopkins?

Zollino et al. (2019) recogen en su estudio recomendaciones consensuadas de profesionales, familias y cuidadores de personas con el síndrome de Pitt-Hopkins.

Veamos algunas de aquellas que fueron más votadas entre los participantes:

Imagen obtenida de: https://pitthopkins.org/wp-content/uploads/2018/04/Beautiful-Pitt-Hopkins-Boy.jpg
  • Cada persona con el síndrome de Pitt-Hopkins debe ser evaluada en sus niveles del desarrollo cognitivo, socioemocional y de comunicación.
  • Se debe brindar apoyo educativo y de desarrollo adicional,  tratando de potenciar aspectos cognitivos y educativos dadas sus dificultades comunicativas.
  • Las estrategias de educación especial deben centrarse en aprender habilidades para mejorar aquellas de la vida diaria y modificar el comportamiento ansioso o autolesivo.
  • Las personas con el síndrome de Pitt-Hopkins y sus familias requieren atención de por vida, preferiblemente, proporcionada por un equipo de atención médico multidisciplinario.
  • La mayoría no se comunican verbalmente. Todo esfuerzo debería hacerse para explorar métodos adicionales de comunicación, incluidos los Sistemas de Comunicación Aumentativos y Alternativos (sistemas de CAA).

Tratamiento

Las familias de personas con síndrome de Pitt-Hopkins reportaron que los medicamentos más prescritos fueron para los problemas de sueño, la melatonina o medicación neuroléptica (gabapentina); para los comportamientos de irritabilidad, agitación o hiperactivos se prescribe el metilfenidato y clonidina, y benzodiazepina (lorazepam, por ejemplo) para la agitación.

Así mismo, un equipo médico adecuado para tratar a este tipo de pacientes estaría formado por profesionales de la pediatría, neurología, oftalmología, neumología y gastroenterología.

Sin olvidar la importancia de las terapias conductuales, del habla, físicas, educativas y ocupacionales para tratar los diferentes síntomas.

Por otro lado, el uso de aparatos ortopédicos y la cirugía, si es necesaria, también puede formar parte del tratamiento. 

Aquellos servicios de atención temprana que velen por síntomas bio-psico-sociales serán cruciales en el tratamiento. Así como la realización de evaluaciones periódicas que incluyan aspectos clínicos, cognitivos, conductuales, emocionales y de adaptación. Las cuales se tornan fundamentales para poder lograr la máxima calidad de vida que pueda tener la persona.

Conclusión

El síndrome de Pitt-Hopkins es una enfermedad poco frecuente que ocurre cuando existe un fallo en el gen TCF4. Este cuadro conlleva una afectación en múltiples niveles.

Asimismo, no hay que olvidar que las enfermedades raras (ER) requieren una atención sociosanitaria, en muchas ocasiones, compleja y, especialmente, cuando son crónicas. Así pues, es probable que este tipo de enfermedades no sean tan reconocidas en atención primaria como otras que cuentan con mayor prevalencia.

De este modo, una de las necesidades planteadas es la búsqueda de información y formación. Y, sobre todo, de la creación de modelos de atención que mejoren los diferentes problemas que genera la enfermedad.

De esta forma, es crucial un modelo que cuente con un equipo interdisciplinar, una valoración integral tanto médica, funcional y social. Y, además, que atienda la discapacidad que genera el síndrome y la dependencia, junto con una continuidad asistencial.

Las imágenes utilizadas en la nota corresponden a casos reales de la Fundación de Investigación Pitt Hopkins (The Pitt Hopkins Research Foundation), en Estados Unidos.

Referencias bibliográficas

  • Avellaneda, A., Izquierdo, M., Torrent-Farnell, J. y Ramón, J.R (2007). Enfermedades raras: enfermedades crónicas que requieren un nuevo enfoque sociosanitario. Anales del Sistema Sanitario de Navarra, 2(30). https://doi.org/10.4321/S1137-66272007000300002.
  • Crux, S., Herms, J. y Dorostkar, M. M. (2018). Tcf4 regulates dendritic spine density and morphology in the adult brain. PLOS ONE, 13(6), e0199359. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0199359
  • Goodspeed, K., Newsom, C., Morris, M. A., Powell, C., Evans, P. y Golla, S. (2018). Pitt-Hopkins Syndrome: A Review of Current Literature, Clinical Approach, and 23-Patient Case Series. Journal of Child Neurology, 33(3), 233-244. https://doi.org/10.1177/0883073817750490
  • Van Balkom, I. D. C., Vuijk, P. J., Franssens, M., Hoek, H. W. y Hennekam, R. C. M. (2012). Development, cognition, and behaviour in Pitt-Hopkins syndrome: Behaviour and Cognition in Pitt-Hopkins Syndrome. Developmental Medicine & Child Neurology, 54(10), 925-931. https://doi.org/10.1111/j.1469-8749.2012.04339.x
  • Zollino, M., Zweier, C., Van Balkom, I. D., Sweetser, D. A., Alaimo, J., Bijlsma, E. K., Cody, J., Elsea, S. H., Giurgea, I., Macchiaiolo, M., Smigiel, R., Thibert, R. L., Benoist, I., Clayton-Smith, J., De Winter, C. F., Deckers, S., Gandhi, A., Huisman, S., Kempink, D. y Hennekam, R. C. (2019). Diagnosis and management in Pitt-Hopkins syndrome: First international consensus statement. Clinical Genetics, 95(4), 462-478. https://doi.org/10.1111/cge.13506