Fomentar las capacidades, a partir de la estimulación, entrenamiento y guía o apoyo de los educadores es fundamental para un adecuado desarrollo y aprendizaje. En la actualidad, las técnicas de neuroimagen nos permiten observar cuán beneficiosas son algunas prácticas educativas cuando se entrena la atención de manera eficaz. Ahora, ¿cómo ayuda el cerebro a educar la atención? Leamos un poco más.

Educar la atención: Un aspecto importante

Según Bernier, Calkins y Bell (2016) algunas de las prácticas educativas asertivas incluyen la sensibilidad, mind-mindedness y apoyo a la autonomía.

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De igual manera, la plasticidad cerebral crea una oportunidad para realizar intervenciones durante el desarrollo.

El fin de esto último, es impactar sobre aquellas habilidades cognitivas que son cruciales para el aprendizaje escolar, como es el educar la atención.

Diferentes estudios están interesados en conocer el efecto que tienen distintos programas de entrenamiento sobre el rendimiento cognitivo y las estructuras cerebrales que los sustentan.

La atención es como un músculo, funciona mejor si lo educamos

El entrenamiento implica practicar con uno o varios ejercicios diseñados para estimular una determinada capacidad cognitiva.

En otras palabras, la idea es que a través de la práctica repetitiva del ejercicio, junto con el incremento paulatino en dificultad, se logren fortalecer los procesos cognitivos que son necesarios para la correcta ejecución del ejercicio.

En este paralelismo, ¿qué sucede cuando se entrena o educa la atención? Una mayor activación de los circuitos implicados en la red atencional, el giro cingulado anterior como nodo principal.

Algunos ejercicios puntuales, como la búsqueda de símbolos o la detección de errores, ponen en marcha el sistema atencional, lo ejercitan y aceleran.

Y, al ser entrenados, trabajan la selección e inhibición de respuestas, procesos necesarios para una mejor autorregulación.

Conocer las bases cerebrales es importante ya que permite realizar un análisis más exhaustivo de los fenómenos cognitivos implicados en la atención, desde las diferencias individuales en el comportamiento atencional, hasta los genes que pueden estar influyendo (Rueda, Conejero y Guerra, 2016).

Atender para gestionar las acciones y comportamientos 

Atender es seleccionar la información a la que queremos dar prioridad en un momento determinado para que el cerebro la procese de un modo más profundo y elaborado.

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El desarrollo de la atención se remonta a los primeros meses de vida. Y es que, los bebés ya muestran claras señales de orientación y reacción a estímulos externos.

Hasta más adelante, son capaces de seguir y comprender instrucciones.

Es ahí donde podemos diseñar tareas para observar cómo se desarrollan los mecanismos necesarios para mantener un estado de alerta de manera endógena. 

Ahora, los resultados de estas prácticas educativas se intensifican si el entrenamiento cuenta con la ayuda y la guía de un educador

No solo de manera práctica con ejercicios, sino con una figura que acompañe metacognitivamente el proceso de aprendizaje.

Prácticas educativas asertivas para promover la atención

Sensibilidad: Responder de forma apropiada y consistente a las demandas cognitivas de los niños, lo cual ayuda a desarrollar una expectativa del mundo como un lugar ordenado.

Mind-mindedness “: Fomentar la consciencia y comprensión por parte del niño de su propio estado mental y sus respuestas ante las situaciones.

Apoyo a la autonomía: Proporcionar al pequeño estrategias de resolución de problemas adecuadas a su edad y oportunidades para ponerlas en marcha. El entrenamiento facilitará que los mecanismos y el sistema atencional se pongan a ello cuando haga falta y sea necesario, lo que traerá beneficios a largo plazo.

¿Qué beneficios, a futuro, tiene educar la atención?

Si de niños se entrena la atención, se aprende a gestionar y regular mejor el comportamiento.

Consecuentemente, de adultos, habrá beneficios que se traduzcan en un mejor rendimiento académico y mayor éxito en lo profesional y social.

¿Qué ocurre en los niños con trastornos del desarrollo?

Cuando existen trastornos del desarrollo, las redes atencionales se encuentran alteradas y funcionan de manera distinta.

En consecuencia, si se entrena la atención regularmente, se mejorarán sus capacidades y se asegurará un mejor funcionamiento diario.

Conclusión

En síntesis, la atención se puede educar y el cerebro, en cierto modo, se parece a un músculo, cuyo funcionamiento será mejor si lo entrenamos regularmente.

Todo este conocimiento es de gran utilidad para diseñar programas de intervención que permitan entrenar la atención, mejorando tanto el comportamiento como el funcionamiento del cerebro.

La gestión de la atención es de vital importancia para el desarrollo del niño. Y es que, aquellos que mejor gestionan la atención tienen un mayor rendimiento escolar y pueden regular mejor su comportamiento para alcanzar metas futuras.

Además, les cuesta menos controlar sus impulsos y emociones y, por lo tanto, tienen un mejor desarrollo social y emocional. No solo en la niñez sino también en la adultez.

Referencias bibliográficas

  • Bernier, A., Calkins, S. D. y Bell, M. A. (2016). Longitudinal associations between the quality of mother–infant interactions and brain development across infancy. Child development87(4), 1159-1174. Doi: 10.1111/cdev.12518
  • Rueda, M. R., Conejero, Á. y Guerra, S. (2016). Educar la atención desde la neurociencia Educating Attention from Neuroscience. Pensamiento Educativo. Revista de Investigación Educacional Latinoamericana53(1), 1-16. Doi: 10.7764/PEL.53.1.2016.3