Ante ciertos sucesos puede abordarnos una sensación de gran incongruencia en el uso de la violencia sobre otro semejante. Hecho que nos hace plantearnos qué motivaciones hay detrás de un homicidio, secuestro, robo, estafa y violación, entre otras muchas opciones. Lo cierto es que, aunque podemos atribuir tal comportamiento a múltiples factores como la marginalidad, psicopatología, trastornos maníacos-depresivos no tratados o simplemente la oportunidad en ausencia de un guardián eficaz, no existe un motivo rígido para la consumación de este tipo de actos. Ahora, no solo hablamos de acciones sino también de omisiones. Pues, recordemos que el daño hacia otros no solo se hace, pues el no hacer algo en un momento determinado que puede causar un daño, en determinados contextos, también se considera delito. Indaguemos más en las motivaciones delictivas, el modus operandi y la firma.
Motivación delictiva y lo que hay detrás
El estudio de la motivación humana tiene como objetivo el análisis de aquellos factores que inician, mantienen, fortalecen o debilitan una conducta (González, 2008). Y es que, la motivación alude precisamente a las razones que subyacen a esta, tanto en aspectos como el “por qué” y el “cómo” (Palmero, 2001).
Centrándonos en esto, aunque se suele atribuir al comportamiento delictivo como irracional o sin sentido, todo comportamiento obedece a una causa, está motivado por impulsos, es intencional y tiene una finalidad. Por lo que el proceso del comportamiento criminal es similar a cualquier proceso de comportamiento del ámbito laboral, social o simplemente ocioso, siendo este como otro, premeditado u oportunista.
Según S. Redondo (2008) existen dimensiones del factor de riesgo personal que facilitan la consumación de las motivaciones delincuenciales como la impulsividad, ausencia de sentimientos de culpa, bajas habilidades interpersonales o creencias antisociales, entre otras.
Antes que nada…
Dentro de la motivación delictiva, enfoquémonos en la motivación del homocidio y el asesinato. Describiremos, a continuación, el caso de Dennis Rader, un tipo de asesino sádico. No obstante, es importante tener en cuenta que, según el tipo de asesino, las motivaciones estarán más centradas en unos aspectos o en otros.
Ahora, se suelen encontrar casos comunes en los que, durante la adolescencia y edad adulta, la persona fantasea como medio para compensar algún tipo de relación deficitaria, por ejemplo. Con el tiempo, las percepciones distorsionadas se convierten en patrones de pensamiento arraigados. De esta forma aumenta la violencia, convirtiéndose en un mecanismo de afrontamiento ineficaz. Y, finalmente, aparece el intento de restablecer el equilibrio psicológico llevando a cabo la fantasía (Murray, 2017).
En asesinatos cometidos a lo largo de la historia (Keith Hunter, Edmund Kemper, Richard Cottingham y Ted Bundy, por mencionar algunos), una de las explicaciones propone la acción como un medio a través del que se aborda un trauma no resuelto y alivia el malestar psicológico. De hecho, muchos de ellos mencionaron sentimientos, pensamientos y emociones vinculadas a las experiencias de la infancia, procesos de inseguridad, castración, falta de poder, control y agencia (Reid et al., 2019).
Caso de homicidio y variables motivacionales
Dennis Rader, más bien conocido como BTK (acrónimo de atar, torturar y matar; Bind, Torture and Killen, en inglés), fue un asesino serial que durante 30 años aterrorizó la ciudad de Wichita en Kansas (EE. UU.). Sus homicidios eran la culminación de la satisfacción de una fantasía, una forma de ocio. Planificaba, así, cuidadosamente sus homicidios y los llevaba a cabo (inspirados en el bondage). Eludió a las fuerzas de seguridad durante años hasta que, finalmente, fue detenido por las cartas que enviaba a la prensa.
Dennis tenía familia, trabajo estable, era reconocido en su comunidad y en la iglesia, donde era miembro activo. Un caso claro que refleja cómo el criminal no está todos los días o a todas horas delinquiendo, sino que, además, pueden llegar a pasar hasta 30 años desde que comenzó sus homicidios hasta que es detenido y enjuiciado.
Análisis breve de variables
En este campo, podemos discernir qué variables se hayan implicadas en el proceso motivacional según la Dra. Ortega-Barón y Martínez-Ferrer en el Manual de psicología criminal de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), entre ellas:
- Homeostasis: El organismo humano permanece en equilibrio.
- Estímulo: Aparece un estímulo que genera una necesidad.
- Necesidad: Esta necesidad surge, pero está insatisfecha todavía, crea un estado de tensión.
- Comportamiento: La conducta del organismo se dirige a satisfacer dicha necesidad.
- Satisfacción: El organismo retorna a su estado de equilibrio o homeostasis.
En el caso de Dennis Rader, y los procesos anteriormente citados, estos englobarían la vida familiar y laboral (homeostasis) la necesidad de atar, torturar y matar a otros seres humanos (estímulo) y largas horas dibujando sus fantasías bondage, llegando incluso a representarlas con su propio cuerpo (necesidad).
Por otro lado, los actos de elección de víctima, preparación y consumación (comportamiento); y, finalmente, la masturbación tras llevar a cabo sus planes junto los cadáveres, volviendo después a su vida rutinaria (satisfacción).
Modus operandi y firma como aspectos motivacionales
Como cualquier otra motivación de índole delictivo este factor necesita un modo de ejecución (conocido como modus operandi). Un término del que, en el ámbito criminal, se ha hablado mucho e incluso malinterpretado por la cantidad de series televisivas que difieren de la realidad. Confundiéndose, así, con otros conceptos como el de la firma.
¿Qué es el modus operandi?
Una expresión latina que significa modo de ejecución. El pionero en el uso del término, dentro del campo policial, fue el mayor británico L. W. Atcherley, quien lo hizo con una finalidad eminentemente práctica.
Tratando de dar respuesta a preguntas como: ¿Qué herramientas han utilizado para tal efecto? ¿Tenían recursos personales o profesionales para facilitar el acto? ¿Qué arma utilizaron? ¿Utilizaron arma? ¿Cómo mató? Si volvemos al caso anterior, el modus operandi de Dennis Rader, por ejemplo, era estrangular a sus víctimas al borde de la muerte, relajar las manos para que pudieran recuperar la conciencia y volver a estrangularlas de nuevo.
El modus operandi tiene una funcionalidad objetiva en el crimen. Esto es, conlleva todo aquello que se utiliza para llegar a la finalidad del acto, el éxito en el objetivo. No solo a través de herramientas físicas sino también psicológicas, conocidas como las conductas de precaución.
¿Y la firma?
Es un ritual que la persona necesita hacer para satisfacer sus deseos a través del crimen, recrear sus fantasías o canalizar sus sentimientos en un escenario determinado o cuerpo. John Douglas, perfilador del Buró Federal de Investigaciones (Federal Bureau of Investigation, FBI, en inglés) trabajó y asesoró en múltiples casos de la segunda mitad del siglo XX en EE. UU.
Concretamente, en un tiempo conocido como “la época de oro de los asesinos en serie” por la cantidad de homicidios sádico-sexuales y seriales que ocurrían.
Douglas, en su libro Mindhunter, nos habla del modus operandi y la firma a su criterio profesional, por ejemplo, en el caso de un ladrón de bancos en Texas. Su firma consistía en obligar a desnudarse a todos los rehenes, colocarlos en posturas sexuales y hacerles fotografías.
En cambio, otro ladrón en Grand Rapids (Michigan), aunque también obligaba a todos los rehenes a desnudarse, no hacía fotografías. El motivo llevaba implícito el que sintieran tanta vergüenza que no se centraran en la persona que atracaba el banco y su identificación. Dos métodos similares con una motivación distinta.
Conclusión
El tiempo desde que se ha tratado de identificar y dar explicación a las motivaciones todavía no tiene fecha de caducidad. Sin embargo, una cosa queda clara, este trabajo es más difícil si no se tiene en consideración lo complejo, dinámico y multisistémico de aspectos que influyen en el desarrollo de un delincuente. Es decir, una comprensión holística donde se incluya lo social, ambiental y psicológico.
Referencias bibliográficas
- Murray, J. L. (2017). The Role of Sexual, Sadistic, and Misogynistic Fantasy in Mass and Serial Killing. Deviant Behavior, 38(7), 735-743. https://doi.org/10.1080/01639625.2016.1197669
- Reid, S., Katan, A., Ellithy, A., Della Stua, R. y Denisov, E. V. (2019). The Perfect Storm: Mapping the Life Course Trajectories of Serial Killers. International Journal of Offender Therapy and Comparative Criminology, 63(9), 1621-1662. https://doi.org/10.1177/0306624X19838683
- San Juan Guillén, C. y Vozmediano Sanz, L. (2018). Psicología criminal. Síntesis, S. A.