Hablar de las fantasías en una relación es adentrarse en un territorio donde deseo, vulnerabilidad y confianza se entrelazan. Se elige abrir una ventana a la intimidad psicológica, a ese espacio donde la imaginación moldea identidades y vínculos. Y, claro, la forma de hacerlo (como el momento elegido, el tono, el encuadre emocional) marca la diferencia entre que la conversación fortalezca la complicidad o genere distancia. Abordar las fantasías sexuales en una relación con cuidado, curiosidad y respeto mutuo permite que estas se conviertan en un puente, y no en una frontera, dentro de la relación.

¿Qué es una fantasía sexual?
Una fantasía sexual es una representación mental voluntaria o involuntaria, de carácter imaginativo, que evoca situaciones, escenas, sensaciones o interacciones de contenido erótico o sexual, con el fin de provocar excitación, explorar deseos, elaborar aspectos de la identidad o regular el estado afectivo, independientemente de que exista o no la intención de llevarla a la práctica.
De hecho, las fantasías sexuales son casi universales, con entre un 90 % y un 97 % de las personas reportando tenerlas para estimular deseo y arousal; en relaciones, compartirlas está asociado con mayor satisfacción y percepción positiva del vínculo (Nimbi et al., 2023).
Cuando la fantasía se convierte en recurso afectivo
Y es que, las fantasías sexuales en una relación son como microescenarios de entrenamiento emocional. Al final, conforman contextos imaginarios donde la persona ensaya gestionar emociones intensas (vergüenza, culpa, miedo al rechazo) en un entorno seguro.
Así, quienes logran hablar de sus fantasías no solo fortalecen el deseo, entrenan competencias emocionales que se transfieren a otras áreas de la relación. Desde esa perspectiva, promover el intercambio de fantasías en un encuadre de cuidado mutuo es una vía indirecta de fortalecer la resiliencia emocional en la relación (Fischer et al., 2022).
Técnica de conversación erótica
Cómo se revela es parte del contenido. A partir del estudio base y la literatura complementaria, pueden articularse principios técnicos que, sin moralizar, dignifiquen el diálogo:
- Ritualizar la seguridad: No “soltar” una fantasía como ultimátum, sino preparar el encuadre: “quiero contarte algo íntimo; si en algún punto te incomoda, paramos”. El objetivo es corregular la emoción y cuidar la agencia.
- Del dato al proceso: No solo “qué me excita”, sino qué significa, qué temores activa, qué límites deseo.
- Ensayar sin ejecutar: Muchas personas ganan al ficcionalizar la fantasía (mantenerla en modo relato o juego simbólico) como estadio intermedio que legitime el deseo sin precipitar actos no deseados. Esto reduce el “todo o nada” y preserva integridad.
- Instrumentar el desacuerdo: Si una fantasía del A toca un límite del B, no se cancela la conversación, se instituye un protocolo para cuidar a ambos (palabras de parada, gradientes, alternativas). Es clínicamente útil nombrar el “no” como acto positivo, el no es línea de cuidado, no un fallo.
- Revisar el guion sociocultural: En ocasiones, el obstáculo no es la fantasía, sino lo que el sujeto cree que debería excitarle. Hay que mapear el deseo real y desactivar la heteronomía erótica impuesta por guiones ajenos (Nimbi et al., 2023).
¿Cómo saber cuándo hablar de las fantasías?

No todo debe ser dicho siempre. Un criterio útil es preguntarse qué pasará si no se dice. Si el silencio conserva un espacio fértil y la fantasía funciona como energía simbólica que nutre el erotismo, quizá no sea tiempo de exponerla. Si, en cambio, lo no dicho erosiona el vínculo (resentimiento, evitación), o aumenta la vergüenza, entonces la conversación es terapéutica.
No solo es cómo, también es cuándo
Un estudio reciente examinó las asociaciones diarias entre el estrés percibido y tres dimensiones de la salud sexual (satisfacción, deseo y angustia sexual) en parejas donde una persona sufría trastorno de interés/arousal sexual.
El hallazgo principal fue que, en los días en que la persona con esto percibía más estrés de lo habitual, tanto ella como su pareja experimentaban menor satisfacción y deseo sexual, además de un aumento de la angustia. De forma recíproca, cuando la pareja tenía días más estresantes, ambos reportaban caída en el deseo y la satisfacción (Girouard et al., 2025).
¿Qué quiere decir esto? Pues que, incluso cuando se establece una buena comunicación y se implementan estrategias cuidadas para hablar de fantasías sexuales en una relación, el clima emocional diario (y en particular el estrés) puede erosionar de modo silencioso los efectos de esos esfuerzos. O lo que es lo mismo, si un día se quiere dar el paso de compartir una fantasía en un entorno emocional tenso, esa apertura podría no resonar como se espera. Incluso aunque se haya usado la técnica ideal.
¿En la relación hay que contarlo todo?

Callar no es siempre patológico. A veces proteger una fantasía de la mirada del otro es cuidar un espacio íntimo que aún no puede compartirse. La ética de la revelación no impone transparencia total, sino responsabilidad. Es decir, si lo no dicho deviene fuente de daño, entonces el silencio deja de ser refugio y se vuelve síntoma.
Los efectos de la complicidad varían ampliamente; entre los factores que inclinan la balanza hacia consecuencias positivas figuran la comunicación, autoestima, agencia, flexibilidad psicológica y alineación de valores. Por ello, es muy importante la alfabetización sexual.
Conclusión
Muchas veces, el temor que frena este acto se encuentra sobredimensionado, y que es el contexto (el clima emocional, la confianza, el momento) el que define el desenlace. Y, sin embargo, incluso cuando el escenario es favorable, la manera en que se nombra la fantasía sexual en una relación y el sentido que se le atribuye determinan su efecto.
Convertirla en un relato compartido implica también ofrecer al otro un lenguaje para habitarla o rechazarla sin herir el vínculo. En ese sentido, las fantasías sexuales en una relación pueden ser tanto un espejo de la identidad como un laboratorio para redefinir la relación, siempre que se sostengan en un marco de escucha activa, curiosidad genuina y respeto por los límites.
Referencias bibliográficas
- Fischer, V. J., Andersson, G., Billieux, J. y Vögele, C. (2022). The Relationship Between Emotion Regulation and Sexual Function and Satisfaction: A Scoping Review. Sexual medicine reviews, 10(2), 195-208. https://doi.org/10.1016/j.sxmr.2021.11.004
- Girouard, A., Bergeron, S., Huberman, J. S. y Rosen, N. O. (2025). Daily perceived stress and sexual health in couples with sexual interest/arousal disorder. International journal of clinical and health psychology: IJCHP, 25(2), 100582. https://doi.org/10.1016/j.ijchp.2025.100582
- Nimbi, F. M., Galizia, R., Limoncin, E., Levy, T., Jannini, E. A., Simonelli, C. y Tambelli, R. (2023). Sexual Desire and Erotic Fantasies Questionnaire: The Development and Validation of the Erotic Fantasy Use Scale (SDEF2) on Experience, Attitudes, and Sharing Issues. Healthcare (Basel, Switzerland), 11(8), 1159. https://doi.org/10.3390/healthcare11081159



























