El uso de antipsicóticos y estabilizadores del ánimo ha transformado el abordaje de los trastornos del humor, particularmente el cuadro bipolar. Su eficacia para estabilizar el ánimo y reducir recaídas es indiscutible, aunque su efecto en el metabolismo genera preocupación. Por lo tanto, el equilibrio entre beneficio terapéutico y riesgo fisiológico se ha vuelto un desafío constante, sobre todo en tratamientos prolongados o en adolescentes. En la siguiente nota, analizaremos una revisión que busca comparar antipsicóticos y estabilizadores como el litio en distintas etapas del trastorno bipolar.
Primero, ¿qué es el trastorno bipolar?
Se caracteriza por fluctuaciones extremas del estado de ánimo que alternan entre episodios depresivos y maníacos o hipomaníacos. Tales variaciones no solo afectan la vida emocional de quienes lo padecen, sino también su funcionamiento social, laboral y físico.
Respecto de su prevalencia, se estima que aproximadamente el 2 % de la población general convive con dicha condición, con una alta tasa de comorbilidades y riesgo elevado de suicidio. Por su impacto global y su curso crónico, se considera uno de los trastornos del ánimo más complejos de abordar.
Abordaje de los cuadros bipolares

Siguiendo esta línea, el tratamiento farmacológico constituye la base del manejo clínico, complementado por intervenciones psicoterapéuticas. En dicho contexto, estabilizadores del ánimo como el litio y diversos antipsicóticos atípicos han demostrado eficacia para reducir síntomas agudos del trastorno bipolar, prevenir recaídas y mejorar la calidad de vida.
No obstante, los efectos adversos, especialmente a nivel metabólico, han generado preocupación creciente. Lo anterior ha impulsado investigaciones orientadas a evaluar la seguridad a largo plazo de los fármacos más utilizados en el abordaje de dicho cuadro, como la que analizaremos a continuación.
¿Cómo se construyó la investigación?
El estudio, publicado en 2024, reunió 41 ensayos con más de 11.600 participantes. Se analizaron 17 fármacos y su relación con 12 indicadores metabólicos. Adicionalmente, se estudiaron las comparaciones entre fármacos y frente a placebo. Los indicadores incluidos fueron glucosa, colesterol, triglicéridos, peso corporal e índice de masa corporal, entre otros.
Además, se llevaron a cabo análisis de sensibilidad, revisión de sesgo y pruebas de consistencia. Este enfoque redujo los errores derivados de la heterogeneidad de los análisis. La amplitud del muestreo y la diversidad de pacientes fortalecen la confiabilidad del trabajo. Así, el trabajo se convierte en una referencia clave sobre el impacto fisiológico de los fármacos más usados como el litio en el trastorno bipolar.
Eficacia comprobada, salud física en alerta
Los hallazgos fueron consistentes: los antipsicóticos resultaron más eficaces, pero también más propensos a alterar el metabolismo. En concreto, la risperidona encabezó el aumento de glucosa e insulina, seguida de zonisamida y valproato. Mientras que la lurasidona fue la que más elevó la hemoglobina glicosilada y la olanzapina lideró los incrementos en colesterol total y triglicéridos.
Las medidas antropométricas confirmaron esta tendencia. La amisulprida y olanzapina se asociaron con mayor ganancia de peso e índice de masa corporal, mientras que topiramato presentó el menor impacto. Pese a estos cambios, los antipsicóticos demostraron mejores tasas de respuesta clínica que el placebo, con una tolerabilidad similar. La excepción fue olanzapina, cuyo abandono se vinculó a los efectos adversos en el meatabolismo. El abordaje, por tanto, requiere un delicado equilibrio entre grado de éxito y seguridad.
¿Cómo varían los resultados según el subgrupo?

El análisis reveló diferencias relevantes entre los distintos grupos. En episodios maníacos o mixtos, quetiapina aumentó la glucemia. Mientras que en depresión bipolar, lurasidona mostró mayor influencia sobre la glucosa. P
Por su parte, el sexo también influyó en los resultados: ziprasidona elevó la glucosa con más frecuencia en mujeres, mientras que zonisamida lo hizo en hombres.
Cabe destacar que la edad marcó otra diferencia importante. Entre los menores de 18 años, divalproato tendió a alterar la glucosa. En adultos, lurasidona lideró los cambios en insulina y hemoglobina glicosilada. Los autores señalan que los factores hormonales y el desarrollo madurativo propio de la adolescencia podrían explicar estas variaciones. De lo anterior, se hace visible la necesidad de personalizar el tratamiento según la presentación clínica de cada paciente.
Litio y trastorno bipolar: Impacto moderado, pero no neutro
Si bien mostró menor agresividad que otros fármacos en términos metabólicos, no estuvo exento de efectos adversos. En menores de 18 años, su uso se asoció con alteraciones significativas en el perfil lipídico, particularmente en colesterol y triglicéridos. En adultos, en cambio, tuvo una respuesta más estable, lo que lo posiciona como una opción viable a largo plazo.
Pese a ello, los autores advierten que el litio no debe considerarse metabólicamente neutro. La necesidad de controles periódicos se mantiene, sobre todo en abordajes crónicos o en pacientes jóvenes, donde el riesgo de alteraciones lipídicas parece más marcado.
Eficacia, tolerabilidad y diferencias por duración del tratamiento
En conjunto, los antipsicóticos mostraron mayor grado de éxito que el placebo, con tasas de respuesta y remisión superiores, mientras que los estabilizadores del ánimo no presentaron diferencias significativas. Olanzapina, risperidona y quetiapina fueron los más eficaces, aunque con mayor influencia sobre el peso y la glucemia. Mientras que, estabilizadores como lamotrigina o topiramato ofrecieron resultados más moderados, tanto en efectividad como en perfil metabólico.
La duración del tratamiento también influyó. En estudios breves, risperidona elevó la glucosa y quetiapina el colesterol total. En abordajes prolongados, lurasidona mostró mayores alteraciones glucémicas, mientras que olanzapina y quetiapina lideraron el aumento de peso. Estos cambios sugieren un impacto acumulativo, por lo cual la elección del fármaco debería contemplar tanto la fase del trastorno como el tiempo previsto de uso.
Lo que la evidencia aún no logra resolver
Primeramente, la heterogeneidad de las investigaciones incluidas podría haber influido en los resultados. Para ilustrar, las diferencias en dosis, duración, criterios de inclusión y comorbilidades potencialmente afectaron la magnitud de la respuesta. Por ejemplo, en algunos casos, los datos provenían de pocos ensayos por fármaco. Aún más, los gráficos de embudo mostraron cierta asimetría, indicando posible sesgo de publicación.

Asimismo, el análisis se centró en los parámetros metabólicos y no integró el impacto clínico en una misma medida. Por ello, los resultados deben interpretarse junto a otras evidencias. Los fármacos más nuevos aún carecen de datos suficientes para definir su perfil con certeza. Aun así, los análisis de sensibilidad mantuvieron la coherencia de los hallazgos, respaldando la validez general del estudio.
Salud mental y metabólica: Un doble objetivo clínico
El metaanálisis ofrece una visión amplia y rigurosa sobre los efectos fisiológicos de los tratamientos actuales. Generalmente, los antipsicóticos son más eficaces para el trastorno bipolar, pero también conllevan mayor riesgo para el metabolismo. Olanzapina y risperidona destacan por su impacto sobre los lípidos y la glucosa. Entre los estabilizadores, litio y valproato presentan un perfil más moderado, aunque también podrían generar alteraciones en ciertos grupos.
En síntesis, el manejo del trastorno bipolar avanza hacia una medicina más precisa, donde el equilibrio entre eficacia y salud metabólica define el verdadero éxito terapéutico. Los resultados subrayan la necesidad de incluir la vigilancia metabólica como parte del seguimiento clínico. Siguiendo esa línea, controlar peso, glucemia y estado lipídico debe ser una práctica rutinaria en todo tratamiento. Paralelamente, comprender las diferencias por edad, sexo y tipo de episodio permitirá un abordaje más individualizado y seguro.
Referencia bibliográfica
- Kong, L., Wang, H., Yan, N., Xu, C., Chen, Y., Zeng, Y., Guo, X., Lu, J. y Hu, S. (2024). Effect of antipsychotics and mood stabilisers on metabolism in bipolar disorder: a network meta-analysis of randomised-controlled trials. EClinicalMedicine, 71, 102581. https://doi.org/10.1016/j.eclinm.2024.102581





















