Las condiciones de la modernidad moldean la forma en la que nos relacionamos con los demás. Y con esto, también lo hacen las relaciones interpersonales. El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman, plasmó en su libro Liquid Love: On the Frailty of Human Bonds (2003) la metáfora del “amor líquido” para referirse al continuo cambio social en las interacciones con el resto, la inconstancia e individualismo. La llamada era de la impermanencia donde se adjudica un mayor valor a lo transitorio que a lo permanente o a aquello que es inmediato que al largo plazo. Así, aflora un deseo de satisfacción instantánea donde el ser consumidor y ser consumido se transforman en las dos opciones por las que se mueve el ser humano en la cultura del consumo y la tecnología. Veamos un poco más sobre el amor en cuanto a la posesión, poder, fusión y desencanto que, para el autor, son los cuatro jinetes del Apocalipsis.
¿Qué opina Bauman sobre los vínculos?
Según Bauman hemos pasado de un período en el que nos entendíamos como ‘peregrinos’ en busca de un significado más profundo a uno en el que actuamos como ‘turistas’ en busca de múltiples pero fugaces experiencias sociales.
Barry Knight
A grandes rasgos, para este autor si bien el individuo siempre está en búsqueda de nuevas formas de socialización, estas no le brindan seguridad ni bienestar. Donde la introspección es reemplazada por una interacción frenética y los tipos de habilidades que se manejan son las de ‘terminar rápidamente y comenzar desde el principio’.
Así pues, se llega, incluso, a una especie de influencia deshumanizadora que se compagina con la irresponsabilidad afectiva hacia el otro y un impulso de evitación.
Esto último lo relaciona con el llamado ‘estado agente’, un término de Stanley Milgram (1974) en el que la persona no enfrenta las consecuencias de sus acciones y se aleja ante cualquier signo de incomodidad.
Lo que Bauman describe como una situación de responsabilidad flotante (Best, 2018).
De este modo, aquello que necesita ser atendido e implica un cuidado prolongado, negociaciones, elecciones difíciles y compromiso pasa a ser segundo plano en una sociedad caracterizada por la velocidad y aceleración.
En relación a lo último, sugiere que justamente el poder se mide por la velocidad con la que se pueden eludir las responsabilidades. Algo parecido a ‘quien acelera, gana; quien se queda, pierde’ (Lee, 2005).
Esto es, una especie de aborrecimiento a todo aquello que implica una demora en la satisfacción (Bauman, 2003).
Un símil de Bauman entre la cultura del consumo y las relaciones
Lo material
No cabe duda que, si adquirimos un bien que se encuentra defectuoso o que no es ‘completamente satisfactorio’, lo cambiaríamos rápidamente por otro producto, buscando que este sea incluso mejor que el anterior.
Ahora, si se diera la opción de que se adquiere, aún así no esperaríamos usarlo por mucho tiempo.
Y es que, al fin y al cabo, existen multitud de productos que, en condiciones de funcionamiento decentes, son desechados cuando aparecen ‘versiones nuevas y mejoradas’.
Con esto, surgen nuevamente necesidades que producen tensión (impulso a actuar) y, una vez que se satisfagan, disminuirán. Ahora, aunque el acto de consumir es una forma de tener, no es la necesidad de poseer lo que impulsa la compra, el motor principal es el instante de adquisición (Rojek, 2004).
Tal y como se aprecia, lo que se consume es más que un objetivo, incluye una forma de vivir. Esto conlleva que, si un individuo no puede alcanzar un estado de satisfacción duradera, la solución será seguir comprando, con la esperanza en la próxima línea de productos (Silva et al., 2015).
Lo humano
Así, podríamos pensar que las relaciones que establece el ser humano emulan patrones de compra evaluados según el placer que proporcionan. En caso de que no generen satisfacción sería como una especie de mala inversión.
Ahora, si se es consciente de que los productos a menudo no duran ¿No generaría desconfianza invertir demasiado en ellos? ¿Se haría un juramento de lealtad a las acciones que uno acaba de comprar?
Traspasado a las interacciones, el individuo acaba invirtiendo más en sí mismo, evitando el riesgo e incertidumbre y convirtiéndose en un consumidor prudente. Propiedades básicas de lo contemporáneo según la versión líquida de Bauman.
¿A qué llevan estas nuevas formas de socialización?
A que los lazos humanos, incluidas las relaciones íntimas, sean sopesados en términos de un deseo de ‘consumir’ al otro, dando lugar a que la intimidad sea frágil y vulnerable.
Al fin y al cabo, siempre pueden generarse más conexiones, dejando de importar cuántas de ellas han resultado débiles y rompibles. Esto se debe a una sensación de seguridad ilusoria de elección libre que promueve el amor líquido.
¿En qué se sostiene el amor líquido?
En la sociedad líquida el individuo no solo ha de ser buen consumidor, sino también verse dentro de la competitividad del mercado ante un público cada vez más anónimo y generalizado (Palese, 2013).
De este modo, la sociedad favorece que la experiencia del amor se parezca a otras mercancías, tomando protagonismo el llamado amor líquido.
En este, las personas tratan de no aferrarse al resto por mucho tiempo. Esperando salidas fáciles y relaciones sin compromiso, pues cuanto más ligeros y superficiales sean estos, menor será el riesgo de daño.
Así, los individuos aunque puedan estar físicamente cerca, permanecen emocionalmente distantes y eliminado lo accidental y contingente.
En consecuencia, las relaciones sociales acaban basándose en un clima de tensión mediado por el peligro que supone el encuentro con el otro. Volviéndose, por ende, precarias y caracterizadas por un debilitamiento vinculante (Silva et al., 2015).
Conclusión
Si bien no ha quedado exento de críticas y sujeto a ajustes, el concepto de modernidad líquida de Bauman ofrece un enfoque para analizar las complejidades del cambio social en el mundo contemporáneo. Y con ello, su expresión en el amor líquido.
Una de las características más relevantes es la espiral viciosa que discurre entre la posesión y el consumo por parte del individuo. Algo que hace que las relaciones interpersonales se vuelvan más volátiles e inconsistentes, además de perpetuar la división y aislamiento.
Referencias bibliográficas
- Bauman , Z. (2003). Liquid Love: On the Frailty of Human Bonds. Polity Press.
- Best, S. (2018). Liquid Love: Zygmunt Bauman’s thesis on sex revisited. Sexualities, 22(3). Doi: 10.1177/1363460718795082.
- Mattiazzi, A. y Vila-Petroff, M. (2021). Is Bauman’s “liquid modernity” influencing the way we are doing science? Journal of General Physiology, 153(5). https://doi.org/10.1085/jgp.202012803
- Lee, R. (2005). Bauman, Liquid Modernity and Dilemmas of Development. Thesis Eleven, 83, 61-77. Doi: 10.1177/0725513605057137.
- Palese, E. (2013). Zygmunt Bauman. Individual and society in the liquid modernity. SpringerPlus, 2(1), 191. https://doi.org/10.1186/2193-1801-2-191
- Portolan, L. y McAlister, J. (2022). Jagged Love: Narratives of Romance on Dating Apps during COVID-19. Sexuality & Culture, 26(1), 354-372. https://doi-org.usal.idm.oclc.org/10.1007/s12119-021-09896-9
- Rojek, C. (2004). The Consumerist Syndrome in Contemporary Society: An interview with Zygmunt Bauman. Journal of Consumer Culture, 4(3), 291-312. https://doi.org/10.1177/1469540504046516
- Silva, R. B., Mendes, J. P. S. y Alves, R. D. S. L. (2015). The liquid concept in Zygmunt Bauman: Contemporaneity and production of subjectivity. Athenea Digital. Revista de pensamiento e investigación social, 15(2), 249. https://doi.org/10.5565/rev/athenea.1511
En el coleccionismo musical, lo desechable a veces se vuelve un placer, por ejemplo, en aquellas piezas complejas de adquirir en el mercado. Ediciones promocionales, demos, kit de prensa, viniles pruebas de prensado son piezas que se encuentran usadas o muy usadas, tener estos objetos son vuelve apasionados de la música. Mtro. Felipe Vázquez Miranda.
¡Hola, Felipe! Gracias por tu comentario. Aunque el coleccionismo musical y el amor líquido no están directamente relacionados, ambos conceptos pueden implicar una forma de relación que es fluida y cambiante ¡Saludo!