“Nunca olvidaré la cara de mi agresor” son palabras que todos hemos escuchado en algún momento, ya sea en películas o por propia experiencia vital. Bien de personas que han sido víctimas de cualquier tipo de delito, desde un atraco hasta una violación sexual. Unido a este acontecimiento también es común que dichas personas se sientan plenamente convencidas y seguras de poder reconocer a su agresor (o, incluso, agresores) años después. De hecho, esta idea de que las imágenes se guardan permanentemente en la memoria, como si de una cámara fotográfica o vídeo se tratase, está muy extendida por la población y entre juristas. Sin embargo, dichas creencias muestran una carencia de conocimientos acerca del funcionamiento de la memoria humana que, en casos donde el testimonio de víctimas y testigos es prueba fundamental, ha provocado el encarcelamiento de personas inocentes en prisión. Veamos qué es esto de inocentes “culpables”.

Un caso

Antonio Guile, tras ser reconocido “sin ningún género de dudas” por la víctima de un robo con violencia en 2010, fue condenado a 32 meses de prisión.

Casi 2 años y medio después, la culpabilidad se transformó en inocencia. Fue exculpado gracias a pruebas de ADN. Sin embargo, Antonio no volvió a sentir la libertad de una persona inocente, pues llegó antes su fallecimiento que su exoneración (González y Manzanero, 2018).

¿Qué es “memoria”?

El testimonio de testigos y víctimas, así como las ruedas de reconocimiento, guardan una estrecha relación con la memoria, pues no deja de ser una forma de evocar recuerdos. Pero… ¿Qué es recordar?

A día de hoy, se conocen diferentes tipos de memoria que pueden clasificarse de diversas maneras.

No es lo mismo recordar datos generales, como la fecha en que se inventó la bombilla, que sucesos que forman parte de la propia experiencia y a los que podemos situar espacio-temporalmente, como, por ejemplo, haber sido víctima de un robo con violencia. Y es que, en ambos ejemplos, intervienen “tipos” de memoria diferente. 

El tipo de memoria que interviene en el segundo caso se denomina memoria episódica.

A diferencia de lo que comúnmente se considera, esta no funciona como una cámara de vídeo que permite evocar recuerdos sobre los hechos tal y como ocurrieron.

De hecho, los recuerdos episódicos se reconstruyen cada vez que se recuerda, pudiendo diferir en mayor o menor medida de los hechos realmente vividos (Mazzoni, 2019).

Es más, sufren modificaciones debido al funcionamiento normal de la memoria, que lleva a que los recuerdos estén llenos de errores de comisión (cosas que no ocurrieron y sí recordamos) y de omisión (cosas que ocurrieron y no recordamos), que se acentúan con el paso del tiempo.

¿Por qué puede una persona acusar de ser culpable a un inocente?

Factores implicados

Reconocer a una persona desconocida en una rueda de reconocimiento es una tarea muy complicada (Lindsay et al., 2007).

En primer lugar, por el funcionamiento de la memoria, que es altamente falible y, en segundo lugar, porque la tarea en sí misma es muy complicada dada la cantidad de factores del contexto que entran en juego. 

Tres fases de la memoria que pueden fallar

Antes de evocar un recuerdo, se ha seguido un proceso de memoria que, en general, se divide en tres fases: codificación, retención y recuperación.

El recuerdo evocado está plenamente afectado por las condiciones que ocurrieron a lo largo de todo el proceso (Manzanero, 2010).

Inocentes “culpables” en la rueda de reconocimiento (I)

La fase de codificación es aquella en la que ocurren los hechos que posteriormente se recordarán.

En esta entran en juego procesos de atención y de percepción.

Pues lo que no se atiende y se percibe, difícilmente se puede recordar (a excepción de los recuerdos falsos, errores comunes en la memoria).

La fase de retención es el tiempo que transcurre desde que se codifica hasta que se recuerda. Este tiempo puede ser más o menos largo y en él puede introducirse información o vivir experiencias que afecten a lo exacto que sea el posterior recuerdo. Finalmente, la fase de recuperación es aquella en la que se recuerda. 

Antonio Guile: Un inocente “culpable”

Con respecto al caso de Antonio Guile, la víctima del robo fue atracada mientras esperaba dentro de su coche en un semáforo en rojo. Cuando el delincuente rompió el cristal del piloto para intentar robarle el bolso, esta puso resistencia con un forcejeo.

La escena, vivida desde el punto de vista de la víctima, constituiría la fase de codificación. La fase de retención se desarrollaría desde que el delincuente huye, hasta que le reconoce en rueda de reconocimiento, momento en que ejecutaría la fase de recuperación final.

No obstante, debemos darnos cuenta que, a lo largo de todo el tiempo transcurrido entre la codificación y la recuperación final, la víctima se enfrentaría a diversas recuperaciones y fases cada vez que recordó el suceso, cuando la policía le preguntó por los hechos, en caso de que le pidieran una descripción del autor, etc. 

Seguridad falsa

Primero, e incluso dando por hecho que el autor llevaba la cara al descubierto mientras cometía el robo, este rompió el cristal del coche con una piedra, por lo que la mujer, probablemente, estuviese centrando la atención en ella. Lo que le dificulta la capacidad de centrar la atención en el rostro del agresor. Este efecto se denomina foco en el arma (Loftus et al., 1987).

Segundo, hubo un forcejeo, generándose una situación de alto estrés que complica, aún más, el posterior reconocimiento.

Y es que, la vista y los recursos se emplean en la defensa, y no en observar con detenimiento la cara del atacante (Deffenbacher et al., 2004).

En tercer lugar, todo el suceso ocurre en unos segundos.

Estos factores, bien siendo muy pocos, parecen suficientes para mostrar que la codificación de la cara, fue muy complicada.

Conclusión

¿Quién es el culpable del encarcelamiento de Antonio Guiles? Desde luego, no la mujer, una víctima más que no mintió, pues solo exteriorizó su recuerdo. A pesar de que declaró culpable a un inocente.

Desconocemos cuántos inocentes cumplen condena, pero este es un problema internacional y podemos observar los datos de Proyecto Inocencia (Innocence Project, en inglés), que muestran que el 75% de las personas exoneradas han sido encarceladas por falsas identificaciones.

Vivencias que muestran la necesidad de que los psicólogos del testimonio defiendan en el tribunal de justicia las carencias de la memoria que jamás debemos olvidar.

Referencias bibliográficas

  • Deffenbacher, K. A., Bornstein, B. H., Penrod, S. D. y McGorty, E. K. (2004). A meta-analytic review of the effects of high stress on eyewitness memory. Law and Human Behavior, 28, 687-706. Doi: 10.1007/s10979-004-0565-x
  • González, J. L. y Manzanero, A. L. (2018). Obtención y valoración del testimonio. Protocolo holístico de evaluación de la prueba testifical (HELPT). Pirámide.
  • Lindsay, R. C., Ross, D. F., Read, J. D. y Toglia, M. P. (2007)The handbook of eyewitness psychology: Memory for people (Vol. 2). Psychology Press.
  • Loftus, E. F., Loftus, G. R. y Messo, J. (1987). Some facts about “weapon focus”. Law and Human Behavior, 11, 55-62. Doi: 10.1007/BF01044839
  • Manzanero, A. L. (2010). Memoria de testigos. Obtención y valoración de la prueba testifical. Pirámide. 
  • Mazzoni, G. (2019)Psicología del Testimonio. Editorial Trotta.