Los modelos de aprendizaje, como los integrados en la terapia cognitivo-conductual (TCC), han revolucionado la psicoterapia y la salud mental. Así, gracias a los avances tecnológicos y científicos, nos estamos acercando paulatinamente a un mejor entendimiento de la mente humana y sus procesos. En este contexto, una de las herramientas más utilizadas en las psicoterapias basadas en la evidencia se trata del aprendizaje imitativo, o aprendizaje social. Descrito por Bandura, se trata de un modelo ampliamente aceptado y utilizado en las terapias conductuales. ¿De qué se trata el aprendizaje imitativo? ¿Cómo es utilizado en la psicoterapia de psicología basada en la evidencia científica?
Las bases del aprendizaje imitativo
El modelo de aprendizaje imitativo también es conocido como aprendizaje observacional o social. Inicialmente, fue conceptualizado por los autores norteamericanos Albert Bandura y Richard Walters a partir de la década de 1960. Cuando hablamos de aprendizaje imitativo, nos referimos a la capacidad de una persona para imitar la conducta de otra.
En esta línea, el término resalta la naturaleza interpersonal del proceso, debido a que se produce a través de la observación de otros. Asimismo, algunos clínicos también lo han llamado como “modelado”, ya que la conducta se replica a partir de un modelo.
Un modelo que abunda
En la vida cotidiana, son múltiples los ejemplos del mencionado modelo de aprendizaje. Los niños, desde una edad muy temprana, imitan a sus padres. Incluso, a maestros y personajes ficticios presentados en la televisión, reproduciendo sus comportamientos en el juego y en sus interacciones. Del mismo modo, los jóvenes adquieren habilidades diversas, como deportes, maquillaje o algunos hábitos como fumar, mediante la observación y la imitación de aquellos a su alrededor.
Dicho fenómeno no se limita únicamente a los seres humanos, los simios también pueden imitar una variedad de rasgos y gestos humanos. De lo anterior, podemos concluir que el aprendizaje imitativo es una herramienta fundamental en el desarrollo personal y social. Pues, el mismo, permite la transmisión y adquisición de habilidades y comportamientos a través de la observación y la emulación de otros sujetos en el entorno (Bandura, 1983).
Profundizando en los componentes del modelo
El aprendizaje imitativo se basa en modelos experimentales, sumando evidencia científica a sus postulados. Más específicamente, los experimentos iniciales fueron realizados por Bandura y Walters, notables por su sencillez e ingenio. Para ello, trabajaron con niños en guarderías. A los cuales les presentaron modelos adultos exhibiendo comportamientos tanto agresivos como inhibidos y en donde, además de situaciones reales con adultos presentes, se les enseñaron películas y dibujos animados. Por un lado, los modelos agresivos mostraban acciones como patear y golpear muñecas de plástico inflables. Por el contrario, los modelos inhibidos toleraban pasivamente la frustración.
Asimismo, el experimento constaba de dos fases distintas. En la primera fase, los niños se dividieron en dos grupos: uno expuesto a los modelos agresivos, tanto en la realidad como en la ficción, y otro grupo expuesto a los modelos pasivos. En la segunda fase, todos los niños enfrentaron una frustración común, representada por una demora en la entrega de la merienda.
¿Qué sabemos exactamente?
Los resultados revelaron que los niños expuestos a modelos agresivos tendían a reaccionar con mayor agresividad frente a la frustración. En cambio, aquellos que observaron modelos pasivos mostraron una mayor tolerancia ante la misma situación. Tales hallazgos resaltan la influencia significativa que los modelos tienen en el comportamiento y la forma en que los niños aprenden y procesan la agresión y la frustración.
Y es que en dicho proceso, una persona, conocida como imitador, observa y contempla el comportamiento de otra, denominada modelo. A través de una observación atenta, el imitador asimila la conducta específica exhibida por el modelo y termina por reproducirla por sí mismo. De esta forma, el modelo exhibe una pauta de conducta específica, que el imitador discrimina y replica en su propio comportamiento. Cabe destacar que la mencionada reproducción comportamental implica una forma de aprendizaje por observación y emulación, sin necesidad de una instrucción directa (Chertok, 2006).
¿Bases biológicas en el aprendizaje imitativo?
Según algunos científicos, el aprendizaje imitativo contiene bases biológicas cerebrales específicas. Así, la perspectiva biológica de la imitación sostiene que las características únicas de las neuronas espejo han evolucionado debido a la presión evolutiva para comprender e imitar a otras personas, llevando al desarrollo de mecanismos genéticos que conectan las representaciones visuales y motoras de la acción desde antes del nacimiento.
En este sentido, las diferencias en la especificación genética de las neuronas espejo explicarían las variaciones en la frecuencia y complejidad de la imitación observadas entre humanos y otros primates no humanos. No obstante, otros científicos sostienen que dicho proceso requiere un entorno que proporcione al bebé una variedad de oportunidades para formar asociaciones sensoriomotoras imitativas., separándose de una mirada completamente biologicista.
No todo es absoluto
En la actualidad, es un hecho que la mayoría de los científicos conciben la influencia recíproca de los mecanismos cerebrales y los estímulos del entorno. Por ejemplo, en términos de cambios en el sistema de neuronas espejo en adultos, la evidencia sugiere que el aprendizaje sensoriomotor puede reconfigurar el sistema de estas neuronas, influyendo en el modelo de aprendizaje imitativo. De este modo, en un experimento llevado adelante por Catmur, Walsh y Heyes (2007) se midió el funcionamiento del sistema de espejo antes y después de un entrenamiento sensoriomotor incompatible “contraespejo”.
Durante el mismo, los participantes realizaban movimientos del dedo índice mientras observaban movimientos del dedo meñique y viceversa. Después del entrenamiento, encontraron que el sistema motor se activaba con más fuerza al ver movimientos contraespejo en comparación con movimientos espejo. Por tanto, respaldando la idea de que la activación de las neuronas espejo puede ser alterada por la exposición a nuevas correlaciones sensoriomotoras (Farmer et al., 2018).
Conclusión
El aprendizaje imitativo es una herramienta poderosa que moldea nuestras acciones y pensamientos desde una edad temprana, influyendo en nuestra salud mental. La psicoterapia basada en la evidencia científica aprovecha este fenómeno al diseñar intervenciones que abordan los patrones de comportamiento y pensamiento disfuncionales mediante técnicas validadas.
Tal combinación ofrece un enfoque integral para mejorar la salud mental, reconociendo el poder de la imitación en la formación de hábitos saludables y adaptativos, así como en la construcción de sujetos más resilientes. Si quieres profundizar en la relación entre la neurociencia y el aprendizaje, te recomendamos nuestro curso en neuroeducación.
Referencias bibliográficas
- Bandura, A. (1983). Principios de Modificación de Conducta. Ediciones Sígueme S.A.
- Chertok, J. A. (2006). Las causas de nuestra conducta. Centro de terapia conductual.
- Farmer, H., Ciaunica, A. y Hamilton, A. F. C. (2018). The functions of imitative behaviour in humans. Mind & language, 33(4), 378-396. https://doi.org/10.1111/mila.12189