La ansiedad es una respuesta adaptativa que puede convertirse en un trastorno emocional, afectando a un gran número de personas en todo el mundo. Los trastornos de ansiedad se caracterizan, en primer lugar, por una respuesta emocional y desproporcionada a situaciones que no representan una amenaza real. En consecuencia, es común que quienes conviven con estos, experimenten síntomas físicos y psicológicos displacenteros. Veamos, brevemente, algunas de las técnicas para evaluar la ansiedad más comunes y cómo se mide esta respuesta.
Sobre la ansiedad…
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition, DSM-V, en inglés), se define como la presencia de miedo o malestar intenso que se asocia con una variedad de síntomas físicos y cognitivos. Así, dicha respuesta se considera un trastorno cuando tales síntomas causan una alteración significativa en el funcionamiento diario y persisten durante un período de tiempo prolongado.
De esta forma, la ansiedad, incluso siendo una respuesta funcional, se convierte en un fenómeno complejo que puede tener múltiples causas y manifestaciones clínicas. Con un diagnóstico que se basa en la evaluación de los síntomas específicos y la interferencia que causan en la vida del individuo.
¿Para qué sirven las técnicas de evaluación de la ansiedad?
Sin lugar a dudas, resulta fundamental reconocer los síntomas y buscar ayuda profesional para tratar los trastornos de ansiedad.
Entre los síntomas se incluyen palpitaciones, sudoración, temblores, inquietud, preocupación excesiva, miedo y evitación de situaciones que causan tal respuesta. Con todo esto, las técnicas de evaluación de la ansiedad son esenciales para un correcto diagnóstico, ya que orientan un acertado tratamiento de los trastornos de ansiedad que puedan presentarse.
Técnicas de evaluación de la ansiedad
Escalas de autoinforme
Son cuestionarios que se utilizan para medir la ansiedad a través de las respuestas del propio paciente. Estas escalas consisten en una serie de preguntas que piden a los individuos que informen sobre sus niveles de ansiedad en diferentes situaciones o dominios de la vida.
Algunas de las escalas más utilizadas son:
- La escala de Hamilton (Hamilton Anxiety Rating Scale, HAM-A, en inglés): Consta de 14 ítems que valoran la gravedad de los síntomas. Los ítems abarcan una amplia gama de síntomas como la tristeza, pérdida de interés o placer, fatiga, alteración del sueño, agitación o retardación psicomotora, y síntomas somáticos. La puntuación total obtenida en la escala puede oscilar entre 0 y 52, donde puntuaciones más altas indican una mayor gravedad.
- La escala del Estado: Tiene 20 ítems o preguntas que evalúan la intensidad de los síntomas de ansiedad experimentados en el momento de la evaluación. Estas preguntas exploran la ansiedad como una respuesta emocional transitoria y pueden incluir afirmaciones relacionadas con la inquietud, tensión, preocupación y agitación.
- La escala de Rasgo: Cuenta también con 20 ítems que evalúan la ansiedad como una característica estable de la persona. Cada ítem se puntúa en una escala de 1 a 4, donde 1 indica “casi nunca” y 4 indica “casi siempre”. La puntuación total obtenida en la escala puede oscilar entre 20 y 80, donde puntuaciones más altas indican una mayor tendencia a experimentar ansiedad en general (Pérez,1997).
Técnicas de evaluación fisiológicas de la ansiedad
Las pruebas fisiológicas miden las respuestas fisiológicas del cuerpo ante situaciones que pueden causar ansiedad. Entre dichas técnicas de evaluación de la ansiedad se encuentran:
- Frecuencia cardíaca: Utilizada para medir la cantidad de palpitaciones por minuto.
- Presión arterial: Su fin es medir la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias.
- Temperatura corporal: Mide la temperatura de la piel y se utiliza para evaluar los cambios en la actividad del sistema nervioso autónomo asociados a la ansiedad.
- Actividad electrodermal: Funciona midiendo la conductancia eléctrica de la piel de cara a evaluar la activación fisiológica.
Pruebas psicológicas
Son herramientas que se usan para evaluar la ansiedad. Algunas de las pruebas psicológicas más utilizadas son:
- El Inventario de Ansiedad de Beck (Beck Anxiety Inventory, BAI, en inglés): Consta de 21 ítems que evalúan la intensidad de los síntomas de ansiedad. Su objetivo es indagar en los síntomas cognitivos, emocionales y físicos asociados, incluyen la sensación de nerviosismo, preocupación excesiva, miedo a perder el control, dificultad para relajarse y sensación de agitación. Cada ítem se puntúa en una escala de 0 a 3, donde 0 indica “nada” y 3 indica “severamente”.
- El Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo de Spielberger (Spielberger State-Trait Anxiety Inventory, STAI, en inglés): Se trata de dos escalas para valorar la ansiedad temporal y la ansiedad, que describen los sentimientos y emociones experimentados en ese momento.
- El Inventario de Depresión Ansiedad Estrés (Depression Anxiety Stress Scales, DASS, en inglés): 21 ítems divididos en tres escalas que evalúan la depresión, ansiedad y estrés. Cada subescala tiene 14 ítems, lo que suma un total de 42 ítems en el inventario completo que describen síntomas emocionales y cognitivos asociados.
Entrevistas clínicas
Abarcan un método dentro de las técnicas de evaluación de la ansiedad que permite al profesional de la salud mental conocer la experiencia subjetiva de la persona. Entre algunas de ellas se encuentran:
- La entrevista clínica estructurada para los trastornos del DSM-V: Utilizada para medir los cuadros de este tipo y otros trastornos mentales. Durante dicha entrevista, el profesional guía al individuo a través de una serie de preguntas específicas relacionadas con los síntomas de la ansiedad, la duración de los episodios, factores desencadenantes y respuestas. El objetivo principal es obtener una comprensión completa del nivel de ansiedad experimentado y determinar si se cumplen los criterios diagnósticos establecidos en el DSM-V.
- La entrevista diagnóstica para los trastornos de ansiedad: Entrevista semi-estructurada donde se exploran no solo los síntomas de ansiedad, sino también otros aspectos clínicos, como la historia personal, antecedentes familiares, factores de estrés y cualquier comorbilidad con otros trastornos. El fin es obtener una imagen global de la vida de la persona y comprender cómo la ansiedad afecta su funcionamiento diario.
Beneficios y limitaciones de las técnicas de evaluación de la ansiedad
La evaluación de la ansiedad es un proceso fundamental en el abordaje de los trastornos vinculados, por lo tanto requiere de la utilización de distintas técnicas y enfoques. Ahora, cada una de las técnicas de evaluación de la ansiedad tiene sus propias ventajas y limitaciones, en consecuencia su elección dependerá de las características de la persona y del objetivo de la evaluación.
Por ejemplo, una desventaja común es la posibilidad de sesgos o respuestas falsas debido a la subjetividad del individuo evaluado. Además, algunos cuestionarios pueden ser sensibles a los cambios en el estado de ánimo, lo que puede afectar la consistencia de los resultados a lo largo del tiempo. Sin embargo, las ventajas incluyen su facilidad de administración, la posibilidad de cuantificar y comparar los niveles de ansiedad en diferentes momentos, y su utilidad en la monitorización del progreso del tratamiento.
Conclusión
Estas técnicas permiten una evaluación más precisa y personalizada, lo que facilita el diseño de intervenciones terapéuticas adecuadas. Y, aunque tienen limitaciones, las ventajas superan a las desventajas, proporcionando a los profesionales de la salud mental información crucial para ayudar a quienes presentan problemas de ansiedad. Ahora, es fundamental que el profesional que realiza la evaluación tenga una formación adecuada en el uso de tales técnicas y una comprensión clara de sus limitaciones y alcances.
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
- Clark, D. A. y Beck, A. T. (2012). Terapia cognitiva para trastornos de ansiedad. Desclée De Brouwer.
- Eysenck, M. W. (1988). Anxiety and attention. Anxiety Research, 1(1), 9-15. https://doi.org/10.1080/10615808808248216
- Pérez Pareja, F. J. (1997). Autoinformes. En G. Buela-Casal y J. C. Sierra. (Eds.). Manual de evaluación psicológica: Fundamentos, técnicas y aplicaciones. Siglo XXI.