La preocupación es un mecanismo cognitivo voluntario, generalmente acompañado de un estado emocional ansioso. Este estado involucra pensamientos e imágenes enfocados en los resultados potencialmente negativos de eventos futuros. Podría decirse que la preocupación es, ante todo, una estrategia de solución de problemas. Nos permite acercarnos a una situación desconocida o de resultado incierto. Sin embargo, cuando se instala como principal recurso de afrontamiento, puede convertirse en el núcleo de algunos trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Desregulado, este proceso cognitivo no solo no soluciona los problemas de forma efectiva, sino que tiende a impedir que esto suceda. A continuación, más sobre el papel de la preocupación en el TAG.
El caso de M. A.
M. A. es una mujer de 45 años que vive con su pareja y su hijo de 12 años. Refiere estar en continuo estado de alerta con respecto a todo lo que ocurre a su alrededor, sobre todo con lo que se relaciona a la salud de su familia, al rendimiento académico de su hijo y a su propio desempeño laboral.
Suele desplegar conductas de comprobación y búsqueda de seguridad, como llamar por teléfono a su pareja, revisar las tareas escolares de su hijo todos los días (incluso haciendo los deberes por él) y repasar su trabajo continuamente, volviendo a comprobar las cosas por no estar segura de que están bien hechas.
Relata sentirse abrumada ante la idea de no saber si todo va a suceder como ella desearía.
Así mismo, M. A. sostiene que preocuparse le hace sentir “preparada para lo peor” y que la vuelve mejor persona, ya que la mantiene atenta a quienes ella más quiere.
Paradójicamente, sus actitudes la conducen a numerosos conflictos interpersonales con estas personas, quienes se ven afectadas por su comportamiento (Burgos y Gómez, 2019).
¿Qué es la preocupación?
La preocupación es usualmente descrita como una cadena de pensamientos e imágenes cargados de afectos negativos y percibidos como relativamente incontrolables.
Aunque quien se preocupa intenta resolver, mentalmente, un tema cuyo resultado desconoce y que puede traer una consecuencia negativa, la preocupación conduce a un estado de ansiedad y alerta que es experimentado como desagradable.
Preocuparse es una manera de afrontar una situación. La preocupación parece tener una clara función adaptativa. De este modo, anticiparse permite identificar futuras amenazas y prepararse para enfrentarlas, usando estrategias cognitivas de búsqueda de información y solución de problemas (Hirsch y Mathews, 2012).
La preocupación y el TAG: Una unión sólida
El TAG es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por una preocupación excesiva y constante por una amplia variedad de situaciones o actividades, con una duración de al menos seis meses.
Puede interferir significativamente en la vida diaria y en la capacidad de la persona para realizar tareas cotidianas. Además, las tasas de comorbilidad diagnóstica con el TAG son rutinariamente bastante altas, especialmente con los trastornos del estado de ánimo.
Aunque la creencia en la necesidad de control es una característica central de los trastornos de ansiedad en general, la creencia de que los episodios de preocupación son incontrolables es una característica clave de las personas con este cuadro en comparación con otros (Vîslă et al., 2021).
4 tipos de preocupación en el TAG
- Evitación marcada de eventos o actividades potencialmente negativos.
- Tiempo y esfuerzo marcados como forma de preparación para posibles resultados negativos de eventos o actividades.
- Marcada dilación en el comportamiento o la toma de decisiones debido a preocupaciones.
- Búsqueda repetida de tranquilidad debido a las preocupaciones (Brown y Tung, 2018).
Una posible explicación
El modelo de intolerancia a la incertidumbre
¿Cómo la preocupación puede llegar a convertirse en un problema? Este modelo, adaptado por Dugas y Robichaud (2007), atribuye en el TAG un papel central a la intolerancia a la incertidumbre. Sumado a su relación con las creencias positivas sobre la utilidad de preocuparse, la orientación negativa hacia los problemas y evitación cognitiva (Burgos y Gómez, 2019).
El modelo propone que en las personas con TAG existe una alta intolerancia a la incertidumbre que contribuiría al desarrollo de las preocupaciones como mecanismo cognitivo. Esto, a su vez, mediante la construcción de distintos escenarios posibles, brindaría mayor sensación de control.
Tal alivio temporal, consolida la idea de que la preocupación funciona y es útil como estrategia de afrontamiento.
Sin embargo, cuando las personas únicamente se preocupan, no planean respuestas eficaces, sino que tienden involucrarse en una repetición de escenarios negativos que solo conducen a más escenarios. Perpetuando, así, el estado anímico de alerta (Zetsche et al., 2018).
¿Sirve de algo la preocupación?
Poner la atención a esta sucesión de pensamientos, evita enfrentar emociones y situaciones que quizás resulten más desagradables para la persona.
De este modo, preocuparse se instala como un alivio inmediato a la emoción desagradable que genera la incertidumbre, pero estableciendo, a su vez, un círculo vicioso que solo mantiene a largo plazo el malestar.
Algo parecido a mantener niveles constantes de afecto negativo.
Ahora, la preocupación en sí misma es una una forma de evitación.
Un proceso cognitivo clave para el mantenimiento del TAG que muchas veces es reforzada con comportamientos de evitación situacional y seguridad, como la comprobación excesiva y la búsqueda de tranquilidad.
Así, el papel de la preocupación en el TAG cumple la función de aumentar y mantener la ansiedad. Particularmente, después de un estado positivo (generado por una experiencia o evento positivo) que es vulnerable a los cambios (Cotrino et al., 2020).
La terapia como vía de escape
Esta cadena relativamente incontrolable de pensamientos principalmente verbales-lingüísticos sobre eventos inciertos que genera la preocupación han de ser trabajados en terapia.
De este modo, cuando la intervención se centra en trabajar este aspecto, el hecho de favorecer cambios en las creencias incontrolables a través del tratamiento, será predictor de cambios simultáneos en el pensamiento negativo repetitivo.
Los tratamientos para el TAG, desde la terapia cognitivo conductual, por ejemplo, se centran en la psicoeducación, el desarrollo de mayor tolerancia a la incertidumbre, cuestionamiento de la utilidad de la preocupación y entrenamiento en nuevas estrategias de resolución de problemas (Tolin, 2016).
Conclusión
Se considera que los mecanismos cognitivos se tornan disfuncionales o desadaptativos cuando llevan a cometer el mismo tipo de errores una y otra vez, de forma tal que impide solucionar los problemas de un contexto concreto.
Desde el punto de vista de su función adaptativa, se puede entender la preocupación como un mecanismo que en su polo no patológico previene y prepara para afrontar posibles amenazas, mientras que, en su extremo patológico, se relaciona con malestar emocional, ansiedad e intentos fallidos de resolver problemas.
Es importante aclarar que la persona no prefiere preocuparse como forma de enfrentar situaciones, sino que queda atascada en un comportamiento que tiene sentido subjetivo, sobre todo en el corto plazo, y del cual es muy difícil salir.
Referencias bibliográficas
- Brown, T. A. y Tung, E. S. (2018). The Contribution of Worry Behaviors to the Diagnosis of Generalized Anxiety Disorder. Journal of psychopathology and behavioral assessment, 40(4), 636-644. https://doi.org/10.1007/s10862-018-9683-5
- Burgos, M. P. y Gómez, G. J.-L. (2019). Trastorno de ansiedad generalizada según el modelo de intolerancia a la incertidumbre de Dugas: Caso clínico. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 19, 99-126.
- Hirsch, C. R. y Mathews, A. (2012). A cognitive model of pathological worry. Behaviour Research and Therapy, 50(10), 636-646. https://doi.org/10.1016/j.brat.2012.06.007
- Llera, S. J. y Newman, M. G. (2020). Worry impairs the problem-solving process: Results from an experimental study. Behaviour Research and Therapy, 135. https://doi.org/10.1016/j.brat.2020.103759
- Tolin, D. F. (2016). Doing CBT. A Comprehensive Guide to Working with Behaviors, Thoughts, and Emotions (The Guilford Press, Ed.). The Guilford Press.
- Vîslă, A., Zinbarg, R., Hilpert, P., Allemand, M. y Flückiger, C. (2021). Worry and Positive Episodes in the Daily Lives of Individuals With Generalized Anxiety Disorder: An Ecological Momentary Assessment Study. Frontiers in psychology, 12, 722881. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.722881
- Zetsche, U., Bürkner, P. C. y Schulze, L. (2018). Shedding light on the association between repetitive negative thinking and deficits in cognitive control – A meta-analysis. In Clinical Psychology Review, 63, 56-65. https://doi.org/10.1016/j.cpr.2018.06.001